Ya hace unos años acuñé el término «habilidades mediáticas» para referirme a capacidades esenciales para un directivo moderno que desgraciadamente las escuelas de negocios españolas no enseñan apropiadamente.

Entiendo por tales habilidades saber hablar en público y ante los medios, las normas básicas de relación con los periodistas, el dominio del lenguaje radiofónico y televisivo a la hora de ser entrevistados, el lenguaje gestual y nuestra puesta en escena psicoestética. Y como cualidad principalísima: ser concisos.

Observo con satisfacción coincidencia en lo fundamental con lo expuesto por Manuel Campo Vidal en su reciente libro «¿Por qué los españoles comunicamos tan mal?».

Al leer algunas de sus aseveraciones he tenido la sensación de leerme a mí mismo en ideas que he glosado en múltiples artículos y conferencias.

Me es grato coincidir con un profesional de tan larga trayectoria.

Coincidí con Campo Vidal de higos a brevas cuando yo me iniciaba vespetinamente en el periodismo en el diario Télex Exprés, en la Barcelona de 1977, y él atendía en turno matinal (distinto al mío, pues), la sección de información política sobre España.

Recuerdo también haber coincidido en los años ochenta con su hermana, Anabel Campo Vidal, rubicunda y simpática, en la redacción del semanario en catalán «El Món», que fue punto de encuentro de muchos profesionales catalanes del periodismo.

Guardo de Manuel Campo Vidal la imagen de una persona desconfiada, meticulosa, muy puesta en su trabajo, perspicaz, probablemente secretista y en continuo contacto con sus fuentes así como un cierto tono doctrinal muy propio de la época, la transición democrática.

Son interesantes las reflexiones que exterioriza en Periodista Digital, de un cuarto de hora de duración, localizables (cómo no) en YouTube: http://es.youtube.com/watch?v=w7jPdwl0AnE

Ojalá esta crítica al mal comunicar de los dirigentes españoles cale hondo y despierte un vivo interés por recuperar la oratoria como instrumento para el liderazgo y la buena gestión.

En esa batalla estoy yo metido desde unos años y es grato no sentirme solo en el empeño.