Esto es lo que hay

Miguel Ángel Violán

Mi portafolio lingüístico

Días atrás pedía a mis alumnos del Máster de Turismo Internacional que imparto en Barcelona que evaluasen sus competencias lingüísticas. Que auditasen su conocimiento de idiomas.

Quise así hacerles reflexionar sobre sus puntos fuertes y debilidades en este aspecto tan importante para un profesional del turismo y para la mayoría de los sectores en general.

Me da ahora por aplicarme el ejercicio. Y éstos son los resultados que me aporta y la semilla de futuro que comportan.

Mi portafolio lo integran diez lenguas. Ocho de ellas son modernas y las otras dos clásicas, aparentemente «muertas» como habitualmente se dice.

Mis primeras tres lenguas fueron el castellano, el catalán y el francés. Las dos primeras por herencia materna y paterna respectivamente. La tercera, por ser mi lengua extranjera en el bachillerato a la par que idioma de una rama de mi familia afincada en la Suiza francesa, concretamente en Ginebra.

Comencé a estudiar el inglés a los 16 años, en concreto la variante norteamericana, si bien tres años más tarde ya me inicié también en el alemán. Complementé el inglés -lengua que utilizo habitualmene- adentrándome en el conocimiento del inglés británico aunque me siento más cómodo y auténtico con el deje estadounidense. Sencillamente porque es el primero que aprendí.

Mi aprendizaje del alemán ha sido desigual, discontinuo y para nada metódico. Ha sido un grave error del que me he resarcido en el último año con una intensa recuperación de este idioma, un ejercicio que concluirá en junio de 2015.

Italiano y portugués son idiomas que también he conocido si bien estoy muy lejos de dominarlos -por ejemplo- a nivel escrito. En el caso del gallego-portugués me ayuda el hecho de haber sido durante 14 años profesor invitado en el Centro Superior de Hostelería de Galicia en A Barcia (Santiago de Compostela). De igual manera mis 12 años de residencia en Mallorca me permitieron conocer la variante lingüística mallorquina, un idioma que tanto aprecio y tanto añoro.

En el apartado idiomas modernos debo mencionar mis conocimientos básicos de ruso, adquirido a través de dos años de estudio en la Escuela Oficial de Idiomas de Barcelona. Es un idioma que aspiro a recuperar y potenciar dentro de dos años.

Completa mi portafolio lingüístico un conocimiento bachilleril pero intenso de la lengua latina y unos rudimentos (tan sólo eso, muy a mi pesar) de griego clásico. Éste sí, deseo recuperarlo a todas luces, con lo que comportará de releer a autores que entonces no me decían nada pero que ahora me pueden ser altamente reveladores de pensamientos inmortales.

Difícilmente en mi ciclo de vida (tengo 55 años y aspiro razonablemente a vivir 40 años más, esto es, hasta los 95, como mi abuelo materno) daré entrada a nuevos idiomas, a menos que una circunstancia del destino me invite a ello.

Entiendo que con estas diez lenguas cumplo con mi deber ciudadano de interesarme por la cultura de los otros. Por otro lado, lo que se gana en extensión se pierde en intensidad. Y nada hay más frustrante que esa sensación de quedarte en la superficie de las cosas por mor la de la dispersión o el capricho en la elección de los intereses propios.

Aclararé finalmente que no soy de ninguna manera una persona con facilidad para el aprendizaje de los idiomas. A lo sumo represento (y sin holgura) al referente estadístico promedio. Eso sí, en fuerza de voluntad y orientación al reto me salgo claramente de la curva y de ahí mis -digamos- vistosos resultados hasta la fecha.

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Miguel Ángel Violán

Miguel Ángel Violán, Barcelonés. Periodista y escritor. Formador de comunicadores con millares de ex alumnos repartidos por toda España y Latinoamérica. Es doctorando en oratoria y conferenciante.

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