Nos marca la vida tanta violencia terrorista suicida. Siempre aspiramos a un mundo próspero y seguro pero la realidad continuamente nos lo desmiente.
Los atentados de Bruselas son un recordatorio de la fragilidad en que vivimos y de los deberes pendientes de una Unión Europea donde -más allá del euro- hay todavía tanto y tanto por hacer para consolidarnos como un país de países.
(De mi memoria infantil siempre recordaré aquella viñeta que decía: «Soy Tintín, reportero europeo». En esa viñeta y en el cosmopolitismo de los libros de Tintín nació mi vocación por el periodismo. Luego descubrí la tontería y corrupción que rodean al oficio pero nunca renegaré del bienintencionado trasfondo que me cautivó: común-icar es en esencia un acto de generosidad).