Lamento la muerte de Eduard Punset. Le conocí en su masia de Fonteta, en Girona, y la conversación que mantuve con él me resultó altamente inspiradora. Luego con los años descubrí otras facetas más vulgares, algunas incluso más propias de un cantamañanas ilustrado que de un divulgador serio y devoto del conocimiento. Pero las personas somos un mix: una mezcla de elementos que suman o restan y luego el prójimo decide si compra o no.

De lo que no hay duda es que la divulgación de la ciencia en España le debe mucho a Punset, que era una persona doblemnente (leía y él era leído) a la vez que un personaje juguetón.

Transcribo una frase poderosa a él atribuida:

«La gente quiere tenerlo todo bien controlado y seguro, pero la felicidad es efímera, finita. Depende de la intensidad con la que disfrutes de las cosas”.

En estas frases Eduard mostraba su lado estupendo, un cierto y sabio desapego. Hasta un perfil atractico: el lado brillante que de él me sedujo en aquel encuentro en su plácido refugio ampurdanés.