Primero vino la evidencia de lo precario de la situación económica mundial basada en desigualdades insostenibles.
A rebufo de ello nos llegó noticia de la conflictividad política en tantos y tantos países del mundo, fenómeno acelerado por las redes sociales.
Se sumó a todo ello la evidencia dramática del cambio climático, que flagela los continentes y nos llena de incertidumbre sobre la durabilidad de este `planeta.
Lo remata todo este virus que llega de China y que nos advierte de los riesgos añadidos de vivir globalmente sin colaborar globalmente.
(En mañanas como hoy me siento sencillamente un superviviente).