Cada día, su más de cuarto de millón de seguidores recibe una veintena de reflexiones suyas, a cada cual más peregrina e insustancial
Amaia Montero, la ex vocalista de La Oreja de Van Gogh, ha incendidado Twitter con un comentario aparentemente tan sexista como desafortunado, que ha colgado en su perfil.
«A veces cuando las mujeres dicen «no», solo quieren ver de lo que serías capaz de hacer por ellas», ha sido el ‘tuit‘ que ha desatado una catarata de opiniones de todo tipo.
A partir de ahí, uan andanada de inexplicaciones insultos y elevado tono sexual y otros sobre sus conocimientos, inlcuida como materia el sexo.
- @estefaldina: Ese pensamiento es el que tienen los que acaban ante los Juzgados de Violencia de Género. Ole tú.
- @moedetriana le da duro: Amaia Montero, socióloga en sus ratos libres.
- @johnnyvivaz: No os estáis enterando de nada; Amaia Montero es vasca. Por favor, dejadle que nos siga explicando cómo ligar en Euskadi.
Otros se cachondean de la aptitud de Amaia, o las aptitudes:
«Lo cierto es que @AmaiaMontero como tuitera no, pero como cantante tampoco»,
@irene_gp encabrona el tono de la crítica:
Si una chica dice «NO» es «NO». Excepto si es @AmaiaMontero que es tonta y no distingue.
@elgatomirararo cita a otra cantante que hace poco cerró su cuenta de Twitter por una polémica suscitada por uno de sus ‘tuits‘ Russian Red.
«El mundo necesita ya un ‘Cara al sol’ de Russian Red feat. Amaia Montero».
Y Amaia sigue en su Twitter, intentando poner buena cara al temporal. La ex cantante de La oreja de Van Gogh es quizá una de las muestras más prolíficas del género ‘chorra’, que tanto florece en la Red.
Cada día, su más de cuarto de millón de seguidores recibe una veintena de reflexiones suyas, a cada cual más peregrina e insustancial.
No e sla única que se dedica a ello, pero semejante volumen de producción es un peligro en Twitter, sobre todo cuando uno no habla de sí mismo, porque multiplica las posibilidades de crear un tuit polémico sin quererlo.
Eso es lo que le ha pasado a este martes y no es de extrañar que los usuarios de Twitter se le hayan echado encima.