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¿Son los violadores en serie reinsertables en la sociedad?

El nivel de crueldad y la reincidencia de algunos depredadores sexuales nos lleva a preguntarnos si, de verdad, es posible hacer algo por reconducir sus perversos comportamientos.

¿Son los violadores en serie reinsertables en la sociedad?
El violador del ascensor. PD

Contrariamente a lo que tendemos a pensar y a lo que más a menudo suele difundirse, lo cierto es que los violadores y agresores sexuales no son los delincuentes con mas alto porcentaje de reincidencia.

Se calcula que alrededor de un 20% de estas personas – aunque podemos hablar casi en exclusiva de hombres – reinciden una vez han salido de prisión y cumplido su pena, cuando para otros delitos comunes las cifras llegan a sobrepasar con creces el 50% de reincidencia.

Es interesante, además, que en diversos estudios y experiencias piloto llevadas a cabo en distintos lugares del mundo, la aplicación de una verdadera terapia psicológica integral para estos delineantes en las cárceles, ha probado ser eficaz pudiendo reducir aún más, a la mitad o incluso más de la mitad, esos porcentajes de reincidencia.

No obstante, aunque más bajo de lo que comúnmente se considera, el riesgo de reincidencia en este tipo de casos no deja de ser alarmante por el tremendo daño que estos depredadores sexuales son capaces de causar, por el inconmensurable impacto que este tipo de delitos tiene a nivel físico y psicológico sobre sus víctimas, y porque la escalada de la violencia y de la impulsividad de estos individuos hace que se tornen no solo en violadores, sino también, y además, en asesinos.

Este es el caso del repugnante perfil que se esconde detrás del conocido como «violador del ascensor», excarcelado en el año 2013 a causa de la derogación de la doctrina Parot, y juzgado de nuevo en estos días por la comisión de nuevos delitos tras perfeccionar su modus operandi y convertirse en «el violador de La Paz».

Ha sido condenado, en esta ocasión, a 96 años de cárcel; pero las leyes en materia penitenciaria así como las decisiones que la correspondiente junta de tratamiento tome serán cruciales a la hora de determinar cuánto tiempo pasa íntegramente entre rejas y a partir de qué momento empieza, o no, a beneficiarse de algunos permisos penitenciarios.

Cuando hablamos de violadores en serie nos referimos a caracteres ciertamente complejos y despiadados desde el punto de vista psicológico, por cuando tienen de compulsivos, obsesivos y violentos, y porque en la base de su personalidad se entremezclan rasgos antisociales (frialdad emocional, ausencia total de empatía, desprecio por la vida de los otros, tendencia al quebrantamiento de la norma, impulsividad, agresividad…) junto con rasgos narcisistas (instrumentalización de los demás, manipulación, delirios de grandeza…) y otros rasgos de carácter dependiente.

Este tipo de hombres viola más por dominación que por impulso sexual, necesita de esa relación de abuso de poder para poder resarcir su autoestima herida frente a una mujer, suelen poseer un bajísimo concepto acerca de sí mismos, y son inseguros, suspicaces y arrogantes además de poseer una ingente cantidad de distorsiones cognitivas acerca de sí mismos, del mundo, de de la relación con las mujeres y también del sexo.

Estas personalidades cosifican a sus víctimas y llegan incluso a racionalizar sus actos, de modo que se distancian de la culpa y pueden vivir tranquilos, a pesar de los delitos y de todas las vidas destrozadas que pesan sobre sus espaldas. Cuando estamos ante este perfil extremo, cuando nos encontramos ante la más cruda de las psicopatías, aderezada por todo estos componentes macabros y débiles, no siempre podemos hablar de reinserción.

Por ello, y a pesar de que, como psicóloga sanitaria y psicóloga forense sé bien que estas disciplinas nos aportan una enorme cantidad de herramientas tanto para la evaluación como para la intervención con este tipo de personalidades, y aún sabiendo que la terapia cognitivo-conductual, debidamente aplicada, tanto a nivel grupal como a nivel intelectual, rebaja notablemente la impulsividad de estos individuos y ayuda a corregir sus ideas distorsionadas, hemos de ser también conscientes de que ciertos individuos son impermeables a toda influencia terapéutica y permanecerán siempre de espaldas a la sociedad.

Son los menos, sí. Representan, de hecho, un ínfimo porcentaje, pero existen. Existe la maldad, y existe quien es capaz de todo con tal de dañar.

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Autor

Ana Villarrubia

Ana Villarrubia es Psicóloga Sanitaria, directora del centro sanitario 'Aprende a Escucharte', docente en la rama clínica de la psicología, escritora y colaboradora en múltiples medios de comunicación.

Experto
Ana VillarrubiaPsicología

Ana Villarrubia Mendiola es Psicóloga Sanitaria, Experta en el tratamiento de trastornos de personalidad, Experta en terapia de pareja, Especialista en Psicoterapia y Psicodrama, docente en diversos másteres de psicología clínica y terapia cognitivo-conductual, y divulgadora en múltiples medios de comunicación, directora del Centro de Psicología ‘Aprende a Escucharte’, en Madrid, y autora del libro ‘Borrón y cuenta nueva: 12 pasos para una vida mejor’.

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