Otros campos de Castilla. Parte I. Contra la leyenda negra castellana. Tercera entrega.

Otros campos de Castilla. Parte I. Contra la leyenda negra castellana. Tercera entrega.

Otros campos de Castilla. Parte I: Contra la leyenda negra castellana”, libro de 248 páginas de Juan Pablo Mañueco, que será distribuido en septiembre, 2018.

Prólogo/Ensayo de 61 páginas “Contra la leyenda negra castellana”. TERCERA ENTREGA en la que ya se describe los contenidos, gestación y efectos de la leyenda negra castellana, creada por los adversarios de Castilla en el XIX.

En lo paisajístico: el tópico de la Castilla exclusivamente llana

LA LEYENDA NEGRA PREEXISTENTE, al llegar a los componentes del 98, les había influido de diversos modos.

Por ejemplo, el vasco Ramiro de Maeztu se atrevió a definir a Castilla, después de haber escrito que el mal de España estaba en ella. No que España había desatendido secularmente y había tratado a Castilla peor que a ninguna otra tierra de España, sino que el mal de España radicaba en Castilla:

“¿Qué es hoy Castilla? Recórrase en cualquiera dirección. ¿Qué es hoy Castilla? Un páramo horrible poblado por gentes cuya cualidad característica aparente es el odio al agua y al árbol; ¡las dos fuentes de futura riqueza!”

Esta idea la recogería después Machado y la expresaría en forma bellísimamente rimada, pero aterradoramente convertida en lacra y tara para una tierra golpeada por todas partes, desde hacía varios siglos y ahora también por la Generación que la tomaba como objeto de estudio.

El minimalismo de Maeztu decreta que se excluye todo lo que no entre dentro de esa mengua conceptual a la que también se va a someter a Castilla. Así lo expresa el vitoriano:

“¿Y qué se encuentra en la inmensa meseta que se extiende desde Jaén hasta Vitoria, desde León hasta Albacete, desde Salamanca hasta Castellón, desde Badajoz hasta Teruel?”

Pues para Maeztu se encuentra “el páramo horrible”, antes citado. Castilla sólo es, para este ideólogo, la meseta.

Y con él, toda la referida generación mengua y minora Castilla hasta lo inaudito… Porque no había sido esa la imagen que había dado la literatura anterior, hecha por los propios castellanos, acerca de su propia tierra.

Castilla, en lo paisajístico, se había noventayochizado.

Y el 98 al cabo de pocos años se tornó en sacro, en canon divulgado e indiscutible: en doctrina consagrada de la que resultaba anatema disentir.

Sin embargo, la Generación del 98 es profundamente responsable del derrotismo que acompañó a la imagen de España, durante décadas, periodo que además terminó con una inestable República, una Guerra Civil y una Dictadura.

Espléndidos escritores, pero llenos de amargura sobre España. Los regímenes posteriores a ellos han hecho además que su influencia en la desmoralización de lo español haya continuado, más allá de donde hubiera sido lógico que se proyectaran, hasta llegar a la Transición.

En el siglo XXI, urge que España se desnoventayochice, culturalmente. Pero sin duda a quien más conviene hacerlo es a Castilla.

En lo político: Castilla como el enemigo, como “el Otro”

LA PERCEPCIÓN APOCADA Y REDUCIDA de Castilla y, en el fondo, no interesada por ella, sino por España, que realizaron los escritores periféricos del 98 y que la flagela aún más con palabras como las anteriores, no parte de la nada…

En lo político, hunde sus raíces en algo más grave: en el odio a Castilla que generaron los regionalismos/nacionalismos periféricos desde mediados del XIX.

A veces con tintes racistas y supremacistas. Desde Cataluña, desde las Provincias Vascongadas o desde Galicia, se escucharon y leyeron opiniones de superioridad, de hegemonía y de preeminencia sobre Castilla, culpable de todo lo que se le pudiera culpar e incluso de lo que de ninguna forma podría culpársele, sensatamente hablando.

Escrito está desde entonces y sigue escribiéndose y oyéndose en nuestros días. Para que sepamos desde dónde y desde cuándo vienen semejantes criterios, ya multisecularmente difundidos entre ellos y también entre los propios castellanos.

Con una potencia de cañonería de sus medios de comunicación, desde el XIX, que enfrente, desde el lado castellano, se encuentran con una potencia de fuego resistente nula.

Porque los medios informativos de Madrid se refieren a España o a Madrid, no a Castilla. Aunque sus ventas se hagan en Madrid, sí, pero también en las provincias castellanas limítrofes, más que en los otros dos pies del trípode de Triespaña, ya que estos sí cuentan con sus potentes medios informativos propios…

También en este aspecto, en Castilla se recauda, pero no se informa de ella ni mucho menos se tienen en cuenta sus intereses.

Una Castilla, pues, que además de vapuleada y exprimida por todos los gobiernos españoles, de esta forma pasó a convertirse en el Otro, el enemigo exterior al que se le podía culpar de todos los males por parte de los territorios económicamente dominantes. De esta forma, ellos y sus oligarquías locales poder aparecer límpidos, diáfanos e impolutos.

El sueño convertido en realidad. Mover los hilos del poder central en su beneficio y presentarse como víctima de un enemigo perverso al que se adoctrina a los habitantes de esos territorios en que hay que odiar, como responsable de todo lo malo que le ocurre a la población

¿Les suena este esquema que comenzó a gestarse desde mediados del XIX y que tan buenos rendimientos ha procurado a los territorios que inoculan este veneno de odio al exterior a sus conciudadanos? ¿Sigue siendo el modelo de pensamiento vigente?

Triespaña ha mandado en España ininterrumpidamente

PROBABLEMEMNTE, DESDE EL SIGLO XVIII, pero desde luego desde el principio del XIX quien ha gobernado España es la conjunción que he denominado en otros textos Triespaña: la unión de intereses de Madrid, Barcelona y Bilbao que orientaba la política de España en su beneficio.

Esa misma Triespaña dejó desprotegida a lo que quedaba en medio sin otra función que cumplir que la de desangrarse en lo humano (mediante la emigración) y en lo económico (mediante el subdesarrollo, el atraso y el abandono de inversiones y apoyos económicos públicos productivos).

Desde mediados del XIX, como decimos, a una parte de lo que quedaba en medio, a Castilla, se le asignó además otro papel: ser el Otro, al que se le podía echar la culpa de todo.

Lo malo venía de Castilla, una tierra y hasta una raza que para muchos supremacistas era inferior. No devastada por siglos de pésimos gobiernos y por dos dinastías que la habían esquilmado hasta lo indecible… Inferior, por sí misma.

Este es otro fenómeno que, nacido en el XIX, ha llegado hasta el XXI, cada vez más instalado en muchas cabezas de allá y de aquí, cada vez más rampante y vencedor.

Ni derecha ni izquierda ven ni aman a Castilla. A la “otredad” de Castilla se une la “nadedad” que invisibiliza a esta tierra

ESTA IDEOLOGÍA HA PERSUADIDO de la maldad de Castilla no sólo a la población de determinantes periferias. Lo sorprendente es que también ha convencido total o parcialmente, por diferentes vías, a los propios castellanos.

Hoy, la izquierda política que actúa en Castilla, tan acepta la leyenda negra castellana, varias veces centenaria, que ni ama, ni entiende ni aprecia a Castilla. De hecho, esta izquierda ha contribuido a su aventamiento territorial sin combatirlo ni impugnarlo ideológicamente.

La derecha en Castilla tampoco “ve” ni ama a Castilla. Su ámbito de preocupación es España. De modo que no ha dado tampoco la voz de alarma por la postergación económica y la sangría económica a la que ha sido sometida Castilla, desde hace tanto tiempo, incluida la época de Franco, que extremó el proceso de esquilmación de Castilla.

El resultado de ambas confluencias es la “Nadedad” castellana. Castilla es la nada que está por ahí, por en medio de España. Castilla es la tierra que resulta necesario atravesar para ir de una a otra parte de la España que interesa: el resto. Castilla es ese espacio enojoso que resulta imprescindible salvar para llegar a Madrid o a la periferia, respectivamente.

Y no se trata de unas frases, sino de una realidad comprobable: obsérvese que las carreteras, autovías o líneas férreas españolas cruzan, pasan o traspasan a Castilla, pero no la comunican.

Van dejando a ambos lados las ciudades principales castellanas sin prestarles servicio, para que no obstaculicen el objetivo que deliberadamente se plantearon los ingenieros del Estado al diseñar dicho trazado: salir de Castilla cuanto antes.

La consecuencia de un modelo de carreteras o ferrocarriles así es comprensible: el atraso y el subdesarrollo, completado después con toda una batería de medidas políticas que consagren lo único que le ha interesado desde siempre a Triespaña: ella misma.

La Generación del 98 y “Campos de Castilla” se integra en esta corriente

EN ESTA CORRIENTE DECIMONÓNICA se integra el pensamiento de la Generación del 98 y también “Campos de Castilla”, llevándola en este último caso al súmmum de la perfección y de la elegancia rimada.

Pero hay leyenda negra en dicho libro. Y hay reduccionismo, paisajístico e ideológico, como intentará probarse en las páginas siguientes de este libro.

Tarea ardua y harto difícil, porque la cumbre de Machado y la cumbre del 98 ha creado escuela, se ha consolidado plenamente en la cultura española y queda dicho que es hoy algo casi sagrado, en el que han sido educadas todas las generaciones españolas desde hace casi cien años.

Es carne de la carne de los educandos españoles desde su más tierna y acrítica infancia, después de muchas décadas de absoluto triunfo.

Los primeros poemas de este libro, los que comprenden el llamado “Primer Movimiento”, se dedicarán a presentar, también en verso, las críticas que merece la postura machadiana y la personal visión de este poeta sobre Castilla y lo castellano, muy influido además por su personal temperamento poco optimista.

El Segundo Movimiento del libro: los poemas que suscita la visión de Castilla de Gerardo Diego

EL “SEGUNDO MOVIMIENTO” DEL LIBRO alternará ya algunos poemas dedicados a los temas machadianos con otros más propios del alegre y alborozado Gerardo Diego, que sintió lo castellano no por razones coyunturales o de tema generacional, sino por convicción arraigada.

La visión de Soria que presenta Gerardo Diego es enteramente distinta: risueña, luminosa, juvenil, enamorada…

Y así es también la Castilla del poeta santanderino, mucho más amplia en lo espacial (desde luego, ya no es un poeta de Soria y sus alrededores) y en lo paisajístico: la montaña, el mar, el bosque, la cultura histórica castellana entran a formar parte de la Castilla que se nos dibuja en Gerardo Diego, dándonos un respiro en la angustiosa Castilla machadiana.

El Tercer Movimiento del libro: Castilla y mar, en respuesta a Rafael Alberti

YA EN LA DÉCADA DE LOS AÑOS veinte, otro poeta singular iba a dedicar un libro destacado a Castilla. Fue Rafael Alberti en “La amante” (1926).

El libro describe las impresiones que Castilla transmite a Alberti en un viaje desde Madrid hasta el norte, hasta Santander y regreso a Madrid. El resultado es esa “amante” de la que se enamora Alberti, la propia Castilla.

El tono albertiano, felizmente, vuelve a ser enteramente distinto al machadiano: alegre, musical, festivo, jubiloso… Propia de los cancioneros medievales castellanos, en lo que el poeta gaditano se inspiró .

Sin embargo, “La amante” también se encuentra en parte inmersa en la leyenda negra castellana, si no en lo ideológico, sí es en lo histórico y en lo espacial.

El “castellanos de Castilla /// nunca habéis visto el mar” albertiano, que aparece en dicho libro, encontrará cumplida respuesta en el presente, hasta el punto de dar origen a un capítulo entero: “Castilla y mar”… Para que las cosas vayan volviendo a su ser correcto, fuera de toda negrura de leyendas, también en este aspecto.

La leyenda negra castellana, victoriosa, sigue actuando sin oposición

PORQUE LA LEYENDA NEGRA ANTICASTELLANA decimonónica ha seguido y sigue actuando hasta nuestros días, para alterar incluso la Historia propia de Castilla.

Y ha actuado a modo de pinza, para descastellanizar Castilla, también desde el otro lado ideológico, el de la derecha española –pero con idéntico grado de negrura, de negación de los intereses propios de Castilla y de expolio económico y demográfico-, como por ejemplo ocurrió durante el franquismo…

Ambas negaciones de Castilla, desde la derecha y desde la izquierda, han seguido actuando en las décadas finales del XX y en los principios del XXI.

Como consecuencia, convertida Castilla en un cascarón irrelevante, destruida su potencia económica y demográfica lo largo de los últimos tres, cuatro o cinco siglos… vilipendiada por unos, deformada por otros e incomprendida desde todos los ángulos, toda aquella tierra que ha podido ha podido “desentenderse” y zafarse de Castilla -de semejante Castilla caricaturizada, grotesca, satirizada y denigrada hasta el infinito-, lo ha hecho.

Las cinco autonomías y el provincialismo de los castellanos, derivan de esa siembra

DE AHÍ VIENEN LAS cinco autonomías en que los políticos, desde arriba, hendieron el territorio histórico de Castilla, durante los años ochenta de la Transición.

De ahí y de la ayuda de la izquierda que no entiende ni ama a Castilla –por sí mismo o siguiendo las órdenes de las poderosas ramas territoriales de sus partidos en determinadas periferias enriquecidas, a quienes no convenía un poderoso competidor central unido en el centro de España- y de la indiferencia de la derecha, que ni ve ni entiende ni ama a la verdadera Castilla, como también ha quedado dicho más arriba.

Cinco autonomías castellanas prefabricadas e impuestas por las élites políticas a una población desinformada, confundida e inerme política, cultural, económica y en lo referente a los contenidos de los medios de información…

Los cuales medios informativos, en los años ochenta, era más bien la ausencia de los mismos, incluso provincialmente -hablando con propiedad-, y absolutamente, si hablamos en términos de región.

Pero la leyenda negra castellana tiene que ver con otro fenómeno que se percibe en Castilla y al que no se le encuentra explicación habitualmente. El provincialismo predominante entre la población castellana.

La explicación es ésta también: la mala imagen o percepción de lo castellano que nos llega –acrecentándose- desde mediados del XIX. No antes.

El provincialismo característico de las tierras castellanas proviene también de la leyenda negra que acompaña a Castilla, interiorizada por sus pobladores, porque en ella se les ha educado.

En Castilla, se tiene una buena representación o concepto de la provincia de cada cual… Pero una mala imagen –vergonzante, a menudo- de Castilla. Por eso predomina la sensibilidad provincialista frente a la regionalista castellana. Incluso quien no niega ser castellano, no presume de Castilla, sino de su provincia.

Provincialismo sentimental y luego provincialismo político

INCLUSO QUIEN HA PODIDO CONVERTIR su provincia en región, desgajándose de Castilla, no se manifestó contra ello, ni a favor ni en contra, cuando las élites políticas, en la etapa de la Transición, les marcaron desde arriba –y sin consulta popular- dicho camino.

Me refiero a los casos de Santander, Logroño y Madrid, que sin tener la entidad regional histórica propia que exige el artículo 143 de la Constitución española de 1978 a los territorios uniprovinciales (“las provincias con entidad regional histórica podrán acceder a su autogobierno y constituirse en Comunidades Autónomas” ), fueron llevadas sin embargo a un autogobierno inconstitucional a todas luces, desde el entendimiento y desde la razón, y por lo que se lee también desde la Constitución.

Pero para demostrar su inconstitucionalidad legal hacía falta que un número determinado de parlamentarios presentaran recurso de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional, y las élites parlamentarias eran precisamente quienes estaban violentando la Constitución contra Castilla, no quienes pensaren en recurrir dicha conculcación constitucional para revertirla en su favor.

También el provincialismo, propio de Castilla, explica los intentos de convertir en autónomas algunas provincias castellanas que se dieron durante la Transición, y no otra cosa que provincialismo ralo es lo que existe entre la minoría leonesista de la provincia de León. Asunto éste del que ya he hablado en un libro mío anterior “Castilla, este canto es tu canto”.

Aquí resumiré mi postura indicando que más riesgo corre de desintegración la provincia de León en sí misma, si se diera libertad de voto a sus habitantes… Puesto que hay partes muy distintas dentro de esa provincia, algunas de las cuales nunca querrían separarse de Castilla porque forman parte de la misma comarca natural: la Tierra de Campos, la Tierra de Sahagún…

Continuará hasta las 61 páginas del prólogo/ensayo de “Otros campos de Castilla”, de Juan Pablo Mañueco.

Primera entrega de esta serie, aquí:

http://blogs.periodistadigital.com/juan-pablo-manueco/2018/08/01/otros-campos-de-castilla-parte-i-contra-la-leyenda-negra-castellana/

Segunda entrega de esta serie y anterior a ésta, aquí:

http://blogs.periodistadigital.com/juan-pablo-manueco/2018/08/03/otros-campos-de-castilla-parte-i-contra-la-leyenda-negra-castellana-segunda-entrega/

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Juan Pablo Mañueco

Nacido en Madrid en 1954. Licenciado en Filosofía y Letras, sección de Literatura Hispánica, por la Universidad Complutense de Madrid

Lo más leído