La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

¿Abusos sexuales por parte de sacerdotes en Italia? ¡Luz y taquígrafos, investigación ya!

Estos días se ha hecho pública en Verona la denuncia de 77 ex alumnos de un internado infantil para sordomudos que, presuntamente, entre los años 50 y los 80 habrían sido objeto de abusos sexuales por parte de 25 sacerdotes y religiosos encargados de su cuidado. También se involucra al obispo veronés de aquel entonces, el ya fallecido Giuseppe Penzi. Ojalá que todo esto sea falso y no se trate sino de un “montaje”, como dicen desde el obispado de Verona, pero pase lo que pase, hasta el final y con todas las consecuencias, esta historia no puede quedar en el desván del olvido; la pequeña Iglesia de Verona, así como la Iglesia universal, han de poner la lupa en un caso que sólo las autoridades policiales y, en su caso judiciales, han de solventar.

En definitiva, que jamás vuelva a ocurrir un escándalo como el que acaeció en Estados Unidos, donde se demostró que un importante número de sacerdotes e incluso prelados habían abusado durante años de almas indefensas. Y lo peor es que también se supo que se intentó comprar el silencio de las víctimas mediante millonarias compensaciones. No, no y no. Esa herida, aunque injusta, sólo ha cicatrizado –y no totalmente– cuando Benedicto XVI, en su última visita a EEUU, pidió perdón directamente a los que sufrieron tamañas atrocidades. Y digo que es injusto porque se dio una imagen según la cual tras todo sacerdote podía estar la sospecha de que se escondía un pedófilo. Es un hecho que los sacerdotes, como seres humanos que son, no son perfectos. Por desgracia, hay camioneros pedófilos, profesores pedófilos, pelirrojos pedófilos… y sacerdotes pedófilos. Lo que no quiere decir, ni mucho menos, que todos lo sean. Eso sí, que lo sea un sacerdote es la mayor perversión posible. Quien habla de Dios, quien trata de testimoniar a Cristo con su vida y su ejemplo… no puede ser una alimaña de ese calibre. Ellos tienen más culpa que ningunos otros, precisamente por ser sacerdotes.

La clave está en que ese “ellos” sea un género no “casi inapreciable”, sino inexistente en el seno de la Iglesia. Son nuestra gran lacra, nuestro peor cáncer. Por eso, cuando existe la sospecha de que puede haber un cura, un fraile o un misionero pederasta, por higiene, por amor a la Iglesia y a todo ser humano –¿se puede ser cristiano sin amar al ser humano?– , hay que poner todos los medios para colaborar con las personas e instituciones que han de aclarar la situación. Sin condenas previas, prevaleciendo el derecho a demostrar la inocencia por parte de todo acusado, pero llegando hasta el final. Y si se demuestra que hay culpabilidad, no tratar de “ocultar” nada. Luz y taquígrafos, oprobio y vergüenza para los culpables. Así, sólo así, la Iglesia podrá decir que en todas partes cuecen “garbanzos negros”, siendo esos garbanzos podridos los únicos culpables de su ignominia. Ellos, sólo ellos. Sin cómplices. Por coherencia. Por fidelidad con Aquél que llora cuando un indeseable, con la cruz en el pecho, destroza la vida de una de sus más queridas criaturas.

Habrá quien piense que “publicitar” ciertos “escándalos” sólo puede hacerse desde el odio a la Iglesia. Que es mejor que no se sepa, estar calladitos y que el tiempo pase. ¡Qué pena! ¡¿Y las víctimas?! ¡¿Y la pureza de la propia Iglesia?! ¿Se puede querer más a alguien o a algo que tratando de aplastar los pequeños virus que para los profanos no son sino la cara visible de la enfermedad? Todos los católicos sabemos que es incompatible decirse seguidor de Cristo con ser un maldito corruptor de almas puras, pero por eso mismo hay que señalar a esos miserables y dejar claro que no son lo que dicen ser.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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