“Hay cierta diferencia entre la liturgia del degüello en masa de jóvenes sobre los altares-pirámides de los aztecas y la liturgia eucarística de un altar católico; entre Ben Laden y el Papa Benedicto XVI”. Este es el argumento que, recientemente en una homilía, ha esbozado el arzobispo de Toledo y primado de España, Braulio Rodríguez, para “demostrar” que no todas las religiones tienen el mismo valor.
Entiendo y respeto lo que quiere decir, pero considero que yerra en una comparación que me resulta injusta por desequilibrada. Yo también pienso que en la fe en Cristo está la Verdad, con mayúsculas. También creo que mi religión es la verdadera. Pero no comparto el que, en una comparación con otros credos, el utilizar personas y acciones extremas sea lo más fiel a la realidad. Estoy seguro de que el prelado toledano no ha pretendido decir que Ben Laden, el terrorista más buscado del mundo, sea el símbolo más representativo del islam en la actualidad, como para la gran mayoría de cristianos católicos sí nos pueda resultar el Papa. Pero, ¿le es tan difícil considerar que sus palabras puedan producir escándalo en muchos? No es lo mismo Ben Laden que Benedicto XVI: es una realidad. Pero una forzada realidad. Una irreal realidad.
¿Qué hubiéramos dicho los católicos si un ateo, en una pretendida demostración de que la ausencia de fe denota superioridad sobre el “mito” o “engaño” de la creencia, nos hubiera comparado a cualquier prohombre de la sapiencia moderna con Torquemada? ¿Diríamos que es una comparación insidiosa y descontextualizada? Si somos serios, y queremos plantear un debate que no ofenda al otro, debemos dar argumentos más allá de personas que no son las principales representativas de una ideología, filosofía o religión. Don Braulio se hubiera apuntado un tanto si hubiera citado, como exponente del islam con el que los cristianos anhelamos dialogar, a Mahmud Mohamed Taha, un intelectual sudanés que encarnó la moderación en el islam. No hubiera creado escándalo ni frustración en musulmanes y personas de buena voluntad. Y hubiera dado una muestra de respeto, tolerancia… y deseo de ser veraz.
Porque el mundo necesita tener referentes fieles y esperanzadores. Porque creo que Gandhi representa como nadie el budismo, Averroes el islam y Maimónides el judaísmo… me encanta que en los debates me pongan como símbolo del cristianismo a Teresa de Calcuta y no a Torquemada.
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
