Las redes se pusieron a la brasa

Cuando Buenafuente y Berto Romero les dieron la del pulpo a Pablo Iglesias y Echenique

Pasó en el verano de 2020, pero justo ahora, coincidiendo con los insultos a la democracia española lanzados reiteradamente por Pablo Iglesias y con el tuit de apoyo a los facinerosos ‘haselianos’, en sus ataques a la Policía Nacional, subido por Pablo Echenique, portavoz de Podemos, ha vuelto a tomar velocidad el vídeo en redes sociales.

El contenido, como se puede comprobar, es muy simple. Sucedió durante el programa de Late Motiv en Movistar+.

Berto Romero, catalán y humorista catalán respondía, como suele ser habitual, a la consulta de unos espectadores y una pareja entro por teléfono planteando una duda casi existencial: por qué sólo los restaurantes solo sirven las patas del pulpo y qué hacen con la cabeza.

El actor de Ocho apellidos catalanes, muy serio y tras puntualizar que se había documentado, ha tratado de explicar el misterio: “porque tiene la cabeza llena de mierda; vamos a verlo”.

Acto seguido, aparecía en pantalla la foto de Pablo Iglesias.

Romero matiza que esa no era la foto y mientras espera, sigue detallando  cómo es la cabeza del pulpo: “Es como una bolsa de basura llena de caca y dos ojos chiquitillos y medio cerrados…vamos a verlo”.

Y ahora parece en pantalla la imagen de Echenique.

En las redes, como no podía ser de otra manera, los de Podemos indignados y los que no aguanta a Iglesias o Echenique, cagados de risa.

LA INTELIGENCIA DEL PULPO

Aristóteles no tenía muy buena opinión de los pulpos.

”Son criaturas estúpidas”, escribió el filósofo griego.

No es verdad. No hay en el planeta un invertebrado tan sagaz y los científicos llevan medio siglo preguntándose por el secreto de la inteligencia de los octópodos.

Y el último estudio, publicado por la revista Cell, parece haber encontrado una de las claves: son capaces de manipular su propio código genético.

Se ha descubierto que pulpos, sepias y calamares realizan una ‘autoedición’ genética mediante la recombinación del ácido ribonucleico (ARN). De este modo, «mejoran su sistema nervioso, lo que les proporciona ventajas selectivas, como adaptarse rápido a los cambios del clima», explica Eli Eisenberg, científico de la Universidad de Tel Aviv y uno de los firmantes del estudio.

El ARN es el mensajero que transmite instrucciones celulares. Es el que ordena fabricar las diferentes proteínas que componen los genes. En el ser humano, la evolución propicia cambios muy lentos en el ADN, pero estos cefalópodos tienen prisa. Así que modifican pedacitos del ARN y cambian sobre la marcha las instrucciones que figuran en el genoma. ¿Cómo? Permutando algunas letras de las cuatro que componen el idioma de los genes -ACGU- como si ‘pirateasen’ la proteína con las características que desean.

Un gran ‘big data’ animal

Los pulpos tienen, además, una ingeniosa manera de aumentar su capacidad neuronal, repartiendo las células nerviosas en diferentes unidades de procesamiento, como varios chips conectados en red. Reparten de este modo el cerebro entre la cabeza y las patas.

Por así decirlo, está dotado de nueve cerebros: uno central y ocho periféricos. Con la asombrosa particularidad de que los tentáculos tienen más neuronas que el cerebro y están dotados de gran autonomía. Así pues, su sistema nervioso se organiza como una ‘federación’ que se reparte 500 millones de neuronas; un molusco típico, como las almejas -con las que está emparentado-, tiene unas 20.000.

Cada tentáculo contiene 40 millones de receptores que utilizan para captar información al tacto, pero también para detectar sustancias gracias a un sentido peculiar del gusto y del olfato. Los tentáculos no solo ‘huelen’ y ‘saborean’, también actúan como si tuvieran mente e intenciones propias. ¡Y sin enredarse! Los pulpos pueden regenerarlos en caso de amputación.

Cada uno de estos brazos puede llegar a tener unas 180 ventosas. Y las controlan con precisión y de manera individual, como los humanos controlamos nuestros dedos.

¿Cómo se las arreglan para procesar toda la información que les llega desde tantos sensores? ¿Cómo filtran su personalísimo ‘big data‘? ¿El biólogo marino Roger Hanlon propone que los pulpos no ‘piensan’ solo con la cabeza, sino con todo el cuerpo. Entonces, ¿cómo toman sus decisiones? ¿Sus pensamientos se parecen a los nuestros -en sus mecanismos más básicos- o se trata de otro tipo de inteligencia muy diferente? Una inteligencia distribuida y descentralizada.

Para intentar responder hay que remontarse unos 600 millones de años.

Los primeros cefalópodos tenían conchas. Las perdieron -dominaban su entorno y no les hacían falta- y se convirtieron en gigantescos depredadores que se propulsaban con chorros de agua a presión, pero los peces con mandíbula -nuestros antepasados- les ganaron la partida porque, además, nadaban más rápido con sus aletas. Los pulpos tuvieron que refugiarse en el fondo del mar y luego en la costa, donde exploraban grietas para esconderse y buscar a sus presas. Y aprendieron rápido para sobrevivir.

Son ágiles y observadores, con recursos creativos, como usar cáscaras de coco a modo de escudos o rocas para bloquear la entrada a sus escondrijos. Incluso algunos calamares se comunican utilizando una especie de código morse.

En la Academia de Ciencias de California los estimulan con juguetes y retos, como darles la comida dentro de un bote con tapadera para que la desenrosquen. En cautiverio se vuelven maniáticos. Saben que están encerrados; intentan escapar. Y desarrollan filias y fobias. Parecen tranquilos con unos cuidadores y, sin embargo, en cuanto ven a otros les sueltan un chorro de agua o ‘disparan’ contra las lámparas del laboratorio (odian la luz intensa) para apagarlas con un cortocircuito.

Poseen una extraña anatomía: tres corazones, un cuerpo que pueden deformar a capricho, la boca desplazada a un lateral… Y son unos magos del camuflaje. En una fracción de segundo se transforman a voluntad, dibujando patrones de formas y colores gracias a unas células rellenas de pigmentos, los cromatóforos, que funcionan como los píxeles de una pantalla.

Algunos científicos, como Roger Hanlon, prefieren hablar de conductas complejas, en lugar de inteligencia.

Por ejemplo, una sepia macho que luche con otra para defender a sus hembras puede intentar engañar a su rival -si va perdiendo- haciéndose pasar por otra hembra, en un ejercicio de travestismo.

Otros investigadores, como Jennifer Mather, creen que estamos ante un animal dotado de algo parecido a la conciencia, capaz de combinar sus percepciones y su memoria para extraer conclusiones sobre lo que le está sucediendo en cualquier momento. Y hay quien ve en el pulpo lo más parecido a una inteligencia extraterrestre que podemos encontrar, tal es la opinión del filósofo Peter Godfrey-Smith.

Quizá un experimento de la evolución para crear una inteligencia compleja con unas reglas diferentes a las del resto de los seres vivos.

CURIOSIDADES DEL PULPO

  • Memoria
    Poseen buena memoria a corto y largo plazo. Recuerdan soluciones a problemas. Juegan y también se aburren.
  • Personalidad
    Tienen caracteres diferenciados. Los hay cautelosos y sociables. Su personalidad depende de sus vivencias.
  • Ventosas
    Controlan cada ventosa con total precisión, como los humanos nuestros dedos.
  • Neuronas
    Los tentáculos tienen más neuronas que el cerebro principal.
  • Recuerdos
    Recuerdan las caras de los científicos con los que conviven.
  • Pérdida
    Los pulpos perdieron su concha. Tuvieron que aprender a sobrevivir ante la presión de peces con mandíbula.

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