MANIOBRAS DIPLOMÁTICAS EN LA GUERRA DE UCRANIA

Trump confía en que Xi Jinping le ayude a convencer a Putin, para que Rusia acepte negociar la paz en Ucrania

Trump busca que China presione a Rusia para iniciar negociaciones mientras los frentes de guerra siguen activos y los objetivos de Putin se mantienen intactos

Xi Jinping, Vladimir Putin y Donald Trump
Xi Jinping, Vladimir Putin y Donald Trump. PD

Donald Trump ha causado revuelo en el ámbito internacional al adoptar una estrategia sorprendente: confiar en que China pueda persuadir a Rusia para acercar posturas hacia un posible acuerdo de paz en Ucrania.

En su nuevo mandato, el expresidente estadounidense evita encuentros con Vladimir Putin que no ofrezcan perspectivas concretas de avance.

Busca, por tanto, que el gigante asiático juegue un papel activo, aprovechando su influencia económica y sus estrechos lazos con Moscú.

Trump ha manifestado que no está dispuesto a perder tiempo en reuniones infructuosas y que solo se sentaría con Putin si percibe una opción clara de entendimiento.

Además, planea utilizar su próxima reunión con Xi Jinping para discutir no solo temas comerciales y el problema del fentanilo, sino también el conflicto ucraniano, donde China podría desempeñar un papel crucial como mediador.

Este movimiento se produce en un momento en que la diplomacia occidental intenta hallar soluciones para poner fin a la guerra sin conceder legitimidad a las conquistas rusas ni perjudicar los intereses ucranianos. La presión sobre Moscú aumenta mediante sanciones y propuestas para emplear activos rusos congelados en la reconstrucción de Ucrania.

Al mismo tiempo, la economía rusa muestra signos de fatiga, con una disminución en la inversión extranjera y ataques a infraestructuras vitales.

Frentes de guerra: avances rusos y resistencia ucraniana

En los últimos días, la situación militar en Ucrania continúa marcada por una intensa actividad bélica. Putin ha afirmado que las fuerzas rusas han capturado cerca de 5.000 kilómetros cuadrados desde inicio de año, consolidando su control sobre alrededor del 20% del territorio ucraniano. El presidente ruso se jacta de mantener la iniciativa estratégica total y subraya el repliegue ucraniano en varios sectores del frente. Las tropas rusas avanzan especialmente alrededor de Pokrovsk y hacia Dnipropetrovsk, además de reforzar sus posiciones en ciudades estratégicas como Siversk y Kostyantynivka en Donetsk. En el noreste, las ofensivas sobre Kupiansk continúan, mientras Moscú va creando franjas de seguridad en las regiones ocupadas.

Por su parte, Ucrania persiste en su resistencia e informa sobre pequeñas victorias locales, como la recuperación de localidades en Donetsk. Sin embargo, enfrenta constantes ataques masivos con drones y bombardeos dirigidos a desgastar sus infraestructuras civiles. Según observadores internacionales, el objetivo ruso es privar a millones de ucranianos de electricidad, calefacción y agua, buscando así presionar al gobierno de Kiev para que acepte negociar.

Tabla: Situación en los principales frentes (octubre 2025)

FrenteControl rusoControl ucranianoÚltimos movimientos
DonetskMayoríaPuntos aisladosAvances rusos en Siversk y Kostyantynivka
DnipropetrovskParcialResistencia fuerteProgresos rusos hacia el oeste
Kupiansk (noreste)En disputaRepliegue ucranianoOfensivas rusas continuas
Regiones ocupadas surConsolidadoAtaques ucranianosCreación de franjas de seguridad rusas

Los objetivos de Putin: más allá del Donbás

Las intenciones de Putin respecto a Ucrania van más allá de simplemente estabilizar la línea del frente o controlar el devastado Donbás. Su objetivo estratégico es mucho más ambicioso: busca destruir el Estado ucraniano, forzando una capitulación total, derrocar al gobierno legítimo e instaurar un régimen prorruso que convierta a Ucrania en un país vasallo. Para Moscú, garantizar la neutralidad ucraniana y excluirla de la OTAN son condiciones irrenunciables. Putin aspira a controlar todo el territorio al este del río Dniéper y aislar a Kiev del Mar Negro; esto significaría una transformación geopolítica significativa para la región.

Según datos provenientes del servicio de inteligencia ucraniano, Rusia tiene planes para ocupar completamente las regiones de Donetsk y Luhansk antes de septiembre de 2025 y establecer una “zona de amortiguación” en la frontera norte. La estrategia rusa se extiende hasta 2026 con el objetivo de dominar más del 55% del territorio ucraniano previo al conflicto y dejar a Ucrania sin acceso al comercio marítimo esencial. Para el Kremlin, controlar la orilla oriental del Dniéper representa ventajas estratégicas, económicas y simbólicas que reforzarían su dominio sobre Europa del Este mientras debilitan las aspiraciones occidentales hacia Ucrania.

La retórica rusa descarta cualquier alto el fuego que no implique una “victoria completa”. Las solicitudes occidentales para un cese inmediato de hostilidades son vistas como incompatibles con los objetivos del Kremlin, que busca reconfigurar la arquitectura europea de seguridad y desmantelar la OTAN. En los territorios ocupados avanza tanto la represión como procesos de rusificación, recordando lo ocurrido tras la Segunda Guerra Mundial con los países bálticos.

¿Qué papel puede jugar China?

La posibilidad de que China actúe como mediador o ejerza presión sobre Rusia es un misterio aún por resolver. Pekín mantiene una postura ambigua: promueve la paz y estabilidad sin condenar abiertamente la invasión rusa. Trump confía en que Xi Jinping pueda influir sobre Putin ante las presiones comerciales y su necesidad de mantener buenas relaciones con Occidente para desbloquear un proceso negociador. No obstante, China prioriza sus propios intereses geopolíticos y económicos; hasta ahora se ha mantenido al margen del conflicto con declaraciones formales y propuestas genéricas por la paz.

Escenarios para la paz: ¿congelación o transformación?

Los expertos internacionales coinciden en que un plan pacificador liderado por Trump con apoyo chino podría resultar más en una congelación del conflicto que en una solución definitiva. Esto significaría detener la violencia aceptando las líneas actuales sin reconocer legalmente las conquistas rusas mientras se deja pendiente la integración ucraniana a la OTAN. La reconstrucción dependería entonces de garantías internacionales junto al uso limitado de activos rusos; además, las concesiones económicas serían negociadas individualmente.

El riesgo al fracaso es considerable: históricamente las treguas en Ucrania han sido efímeras; cualquier acuerdo sin supervisión internacional puede resultar solo ser una pausa temporal antes del regreso a los combates. La experiencia adquirida durante los acuerdos Minsk demuestra cómo Rusia utiliza los altos el fuego para reposicionar sus tropas preparando nuevas ofensivas. Además, tras finalizar el conflicto podrían surgir crisis internas e inestabilidad política dentro de Ucrania; esto hace imprescindible contar con apoyo sostenido por parte tanto de la UE como Estados Unidos para asegurar tanto reconstrucción como estabilidad política.

El tiempo apremia, pero las posiciones se endurecen

Mientras Trump busca alternativas innovadoras apelando a China como posible mediador, lo cierto es que los frentes bélicos continúan activos; los objetivos planteados por Putin permanecen intactos; además los riesgos tanto por escaladas como por estancamientos son altos. La guerra en Ucrania se ha convertido ya en uno de los mayores retos para la seguridad europea desde 1945; cualquier avance dependerá no solo del arte diplomático sino también de cómo resistan y negocien todos los actores implicados. El futuro tanto de Ucrania como el diseño arquitectónico europeo están jugando su partida sobre un tablero donde cada movimiento cuenta; aquí las cartas jugadas por Trump y Xi Jinping pueden alterar drásticamente el rumbo.

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