En la madrugada del martes 4 de noviembre de 2025, la familia de Dick Cheney confirmó su fallecimiento a los 84 años en su hogar, rodeado de sus seres queridos. La causa fue una serie de complicaciones provocadas por una neumonía y problemas cardíacos y vasculares que lo habían acompañado durante años y que finalmente le costaron la vida tras una prolongada batalla. La noticia, inicialmente comunicada por sus familiares y rápidamente replicada por medios internacionales, impactó tanto en Washington como en todo el panorama político global.
La partida de Cheney pone fin a una figura cuya influencia se sintió en los pasillos de la Casa Blanca durante más de tres décadas. Su esposa Lynne, con quien compartió un matrimonio de 61 años, así como sus hijas Liz y Mary, estuvieron a su lado en sus últimos momentos, según el comunicado emitido por su familia.
El legado controvertido y determinante
Nacido el 30 de enero de 1941 en Lincoln, Nebraska, Richard Bruce Cheney creció en Casper, Wyoming. Allí comenzaron a forjarse las bases de un carácter fuerte y pragmático. Después de iniciar estudios en Yale y culminar su formación con una licenciatura y un máster en Ciencias Políticas por la Universidad de Wyoming, Cheney inició una carrera política que pronto lo llevó a lo más alto del sistema estadounidense.
Su carrera pública comenzó en los años setenta cuando desempeñó roles clave como jefe de gabinete bajo el presidente Gerald Ford. Posteriormente, fue elegido congresista por Wyoming en 1978. En la Cámara Baja, Cheney se consolidó como un líder republicano firme antes de asumir el cargo de secretario de Defensa entre 1989 y 1993 durante la presidencia de George H.W. Bush. Allí fue responsable del diseño militar durante la Guerra del Golfo.
Sin embargo, sería su papel como vicepresidente junto a George W. Bush entre 2001 y 2009 el que marcaría indeleblemente su legado. Cheney se convirtió en el principal impulsor de lo que se denominó «guerra contra el terrorismo» tras los atentados del 11-S. Su decisión de invadir Irak en 2003 se basó en la supuesta existencia de armas de destrucción masiva; una justificación que con el paso del tiempo resultó ser errónea y que se convirtió en uno de los puntos más controvertidos de su carrera. En términos históricos, no ha habido otro vicepresidente con tanto poder real ni tan polarizador.
El nombre Dick Cheney quedará vinculado a una época marcada por decisiones trascendentales para Estados Unidos y el mundo entero. Tanto aliados como rivales han coincidido al señalar su astucia táctica y su habilidad para influir en las políticas exteriores; sin embargo, muchos critican su falta de transparencia y el secretismo que caracterizó su gestión sobre temas relacionados con la seguridad nacional.
Según el comunicado familiar: «Durante décadas, Dick Cheney sirvió a nuestra nación desde distintos cargos públicos como jefe de gabinete, congresista por Wyoming, secretario de Defensa y vicepresidente». La CNN junto con otros medios internacionales le describen como «el vicepresidente más influyente y polémico» que ha tenido Estados Unidos. Algunos colaboradores también recuerdan su aguda visión estratégica y la firmeza con que defendía sus convicciones.
Las repercusiones políticas derivadas de sus decisiones sobre las guerras en Irak y Afganistán siguen siendo objeto intenso de debate entre historiadores y analistas políticos. Además, su paso por el sector privado como presidente y CEO de Halliburton generó críticas debido a los contratos millonarios adjudicados durante la reconstrucción iraquí.
Se han programado actos conmemorativos tanto en Washington como en Wyoming, su estado natal, donde se espera contar con la presencia de altos funcionarios, exmandatarios y familiares. En señal de respeto hacia quien moldeó el rumbo del país durante el siglo XXI —para bien o para mal—, ondea la bandera estadounidense a media asta.
