Una década de cooperación antiterrorista España-EEUU y de altibajos políticos

Una década de cooperación antiterrorista España-EEUU y de altibajos políticos
Imagen de archivo que muestra las Torres Gemelas en llamas después del atentado del 11 de saptiembre de 2001 en Nueva York, EE.UU. EFE/Archivo

Los atentados del 11 de septiembre dieron paso a la década de mayor cooperación antiterrorista que ha habido entre España y Estados Unidos, aunque los efectos que la tragedia provocó, en especial en Irak, condujeron a la relación bilateral a una fase de altibajos políticos bajo la etapa de George Bush.

El 11-S cambió radicalmente las políticas de seguridad en el mundo ante la amenaza de la red de Al Qaeda y también en España, que tres años después se vio sacudida por los atentados de Madrid el 11 de marzo de 2004.

El ataque a las Torres Gemelas dejó al descubierto la falta de intercambio de información entre los diferentes países y empujó a EEUU a poner remedio, encontrando en el Gobierno español su mejor aliado en la UE por su experiencia en el combate contra ETA.

Después de que Bush fuera elegido presidente y eligiera Madrid para hacer su primera visita a Europa -junio de 2001-, Aznar viajó a Washington dos meses y medio después del 11-S para entablar una entente.

«No había en Estados Unidos una percepción del terrorismo como problema y con el 11-S, cambió de la noche a la mañana», comenta a Efe Félix Arteaga, investigador principal de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano.

Arteaga cree que este hecho supuso un «cambio fundamental para España». «Le contamos (a EEUU) lo que sabíamos de terrorismo y ellos nos dieron acceso a su tecnología para luchar contra ETA», añade.

La presidencia española de la UE en el primer semestre de 2002, que coincidió con el comienzo de la misión ISAF en Afganistán, permitió a Bush valerse de España como puente para comenzar a profundizar la cooperación con los aliados europeos.

El convencimiento de Aznar de apoyar de forma indubitada a Bush en la persecución de las amenazas a Occidente llevó a España a avalar la guerra de Irak en marzo de 2003, abriendo una brecha con la oposición socialista liderada por José Luis Rodríguez Zapatero y con una amplia mayoría de la sociedad española.

Zapatero censuró a Bush que atacara a Sadam Husein dejando pasar la oportunidad de construir «un orden cooperativo y civilizado en el que la barbarie del 11-S no se pudiera repetir».

Con la llegada del PSOE al poder, la relación con Bush se enfrió notablemente, aunque la cooperación se mantuvo después de que España sufriera los atentados de los trenes de Atocha.

El 11-S y el 11-M dieron pie a la firma de numerosos acuerdos de prevención y lucha contra los grupos yihadistas, el último, firmado el pasado 29 de junio para intercambiar tecnología, información y personal y compartir laboratorios de investigación.

Del 11-S también derivaron a España las medidas de seguridad y el control de líquidos instaurados en los aeropuertos y la exigencia de un permiso tramitado por Internet para viajar a Estados Unidos.

Aunque, según Arteaga, los españoles no sienten una «amenaza existencial» como la que sí sintieron en EEUU tras el 11-S, el temor al terrorismo internacional se mantiene latente una década después.

En noviembre de 2002, un 85 por ciento de la sociedad española confesaba sentirse preocupada por este problema y en el sondeo del Real Instituto Elcano de junio de este año, la cifra era similar (84,5).

Arteaga no cree que en España pueda haber un ataque de la magnitud del 11-S, pero alerta del riesgo creciente de acciones de células vinculadas a Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), «que tienen una vocación más regional».

«Estamos mejor preparados que en el 11-M, pero el riesgo lo tenemos aquí», avisa el investigador.

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