El oligarca ruso había denunciado varias veces supuestas conspiraciones orquestadas por el Kremlin para acabar con su vida
Agentes de la Policía británica expertos en material nuclear y contaminación química y biológica inspeccionan la vivienda del magnate ruso Boris Berezovski, antiguo hombre fuerte del Gobierno ruso hasta la llegada al poder de Vladimir Putin, fallecido este sábado 23 marzo 2013 en Londres.
«Agentes entrenados especialmente están ahora en el escenario, así como agentes especialistas en CBRN (Defensa Nuclear, Radiológica, Biológica y Química, por sus siglas en inglés) que están realizando búsquedas como medida de precaución para permitir a los agentes que lleven a cabo una investigación sobre la muerte del sujeto», ha declarado un portavoz policial. La llegada de esta unidad policial se ha visto rodeada de un gran dispositivo de seguridad.
La Policía ha acordonado la zona y ha cortado varias calles para impedir la llegada de curiosos al escenario de la investigación, según ha informado la cadena británica BBC. Berezovski era conocido por su postura muy crítica con Putin y sus aliados y llevaba años viviendo en Londres bajo la condición de exiliado político. Ha sido vinculado con las muertes del agente del servicio secreto ruso Alexandr Litvinenko.
SU MUERTE
El multimillonario ruso, Borís Berezovski, que mantenía desde que se exilió en el Reino Unido un pulso inmisericorde con el presidente Vladímir Putin, fue encontrado muerto en su residencia de Surrey, en las afueras de Londres. Según su abogado, Alexánder Dobrovinski, Berezovski se suicidó, aunque ninguna otra fuente ha podido confirmar tal extremo. La muerte le sobrevino hacia el mediodía. Había cumplido 67 años en enero 2013.
Berezovski, fue uno de los hombres más influyentes de Rusia durante la década de los 90. Matemático de formación, amasó una inmensa fortuna vendiendo vehículos y extendiendo sus negocios a otras áreas, incluida la de los medios de comunicación. Fue el principal accionista del canal de televisión ruso ORT. De él partió la idea de catapultar a Putin a la cúpula del Estado.
De origen judío, el empresario ruso, fue el cerebro de la llamada “familia”, el entorno más inmediato del fallecido presidente, Borís Yeltsin. Paradójicamente, todo se torció en cuanto Putin llegó al poder. Los analistas de entonces sostenían que el presidente ruso se enemistó con él cuando Berezovski trató de seguir ejerciendo influencia sobre él. El multimillonario tuvo que exiliarse en el Reino Unido en 2001, un año después de que Putin ganara sus primeras elecciones.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, declaró ayer el canal de televisión ruso Rossía-24 horas que, hace un par de meses, “Berezovski le pidió perdón a Putin por los errores cometidos. Quería regresar a Rusia”. Según Peskov, lo hizo a través de una carta.
Sea o no cierto lo que asegura el portavoz presidencial, lo cierto es que el magnate era uno de los críticos más recalcitrantes que tenía el jefe del Estado. Nada más abandonar Rusia, concedió una entrevista desde Nueva York a la cadena de televisión rusa NTV acusando a Putin de pretender “hacer regresar el país al pasado”, “violar la Constitución”, “establecer un régimen de poder personal” y “llevar a cabo una guerra étnica en Chechenia sin ningún futuro”.
El oligarca recriminó al presidente ruso por haber “entregado el país al arbitrio de los servicios secretos y de un funcionariado que está ahogando la libertad y la iniciativa necesaria para levantar el país”. En un escrito que publicaba entonces el diario Kommersant, Berezovski admitió haberse equivocado proponiendo a Putin para ponerse al frente de Rusia.
Ayudó al ex espía Alexánder Litvinenko a publicar su libro “El FSB dinamita Rusia”, que apareció en Nueva York en 2001. Berezovski financió otros proyectos dirigidos a tratar de divulgar la idea de que Putin y su entorno de agentes secretos habían llevado a cabo la cadena de atentados que asolaron Rusia en septiembre de 1999, precisamente la tesis que defendía Litvinenko en su publicación.
Mientras tanto, a Berezovski le llovían en Rusia los procesos penales por delitos diversos. Tras el asesinato de Litvinenko con polonio-210, el 23 de noviembre de 2006 en un hotel de Londres, el empresario arremetió contra Putin, acusándole directamente de la muerte de su amigo.
Pocos meses después, en abril de 2007, Berezovski declaró en una entrevista al diario The Guardian que unas elecciones no son la mejor manera de hacer que cambie el régimen en Rusia. El magnate llamó a sus compatriotas a salir a la calle y organizar una revuelta semejante a la “Revolución Naranja” acaecida en Ucrania en 2004. Aquello le valió una demanda por “conspiración con el objetivo de derrocar el poder establecido”.
En dos juicios celebrados en su ausencia, Berezovski ha sido condenado a 6 y 13 años de cárcel por delitos que incluyen también “malversación de fondos” de la compañía aérea Aeroflot. A partir de ahí, la Fiscalía General de Rusia solicitó a Londres varias veces su extradición, pero sin ningún resultado.
El oligarca ruso ha denunciado varias veces supuestas conspiraciones orquestadas por el Kremlin para acabar con su vida. El año pasado, exigía a Putin en una carta abierta que dimitiera lo antes posible para evitar una “revolución sangrienta” y la “desintegración de Rusia”.
La fortuna de Berezovski se vio seriamente menguada tras perder el litigio contra el también potentado Román Abramóvich. Apeló en 2011 a la Justicia británica para tratar de conseguir una indemnización por haber sido presuntamente obligado por Abramóvich a vender su participación en la petrolera Sibneft a precio muy inferior al de mercado. Perdió también mucho dinero con su divorcio.