El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

El malestar es hijo del maltrato

EL MALESTAR ES HIJO DEL MALTRATO

(BREVE ENSAYO SOBRE EL “ASCO”)

¡Cuánto adelantaríamos los seres humanos si leyéramos (leer es una manera de escuchar a las/os otras/os poniendo la máxima atención) más a menudo a los autores clásicos (ellas y ellos), si releyéramos sus mejores obras! ¡Cuánto aventajaríamos si pasáramos y repasáramos la vista por los textos que nos legaron quienes, si no son aún clásicos, eso no significa que algún día lo sean, pues se acercan y/o parecen bastante!

Don Antonio Machado, un clásico, sin objeción, dejó escrito en letras de molde, verbigracia, sus “cuatro principios a tener en cuenta: Lo contrario es también frecuente. No basta mover para renovar. No basta renovar para mejorar. No hay nada que sea absolutamente empeorable”.

A pesar de que ha habido cambio de gobierno en la Comunidad Foral de Navarra, considero que no echo mano de esa figura retórica o recurso literario que llamamos hipérbole cuando afirmo que el grueso de los ciudadanos navarros (hembras y varones) que vivimos en la Ribera navarra seguimos estando desengañados, desesperados e indignados con nuestros mandamases. A los ciudadanos que poblamos las localidades que baña (y/o acaricia) el río Ebro no nos faltan razones para estarlo. Continuamos padeciendo y sintiendo el “ASCO”, acrónimo de abandono (sensación refractaria que nos nace cada vez que nos vemos obligados a afrontar una nueva muestra, episodio o anécdota protagonizada por el agravio comparativo en alguno de sus vértices, en alguna de sus aristas), saciedad (insistente impresión de hartazgo), cabreo (porque las cosas y los casos, que deberían ir a mejor, una de dos, o siguen como estaban o han evolucionado a peor) y oprobio (motivado por la indócil y recurrente sensación de manifiesta afrenta, de notoria desigualdad entre el norte y el sur del Viejo Reino), que no es ficticio o imaginado, sino incondicionalmente cierto, necesariamente real y actual, pero que no es momentáneo, sino que viene de lejos.

La mayor parte de las quejas que formulan los contribuyentes del sur, que a mí me llegan a través de los mass media y de las lenguas afiladas, a conciencia, de mis selectos informantes, personas aficionadas a tomar el pulso diario a la realidad cotidiana, habituadas a tomar tres o cuatro chiquitos y que me dan pelos y señales de cuanto se cuece en los mentideros, ante el vigente eterno retorno, quiero decir, el constante agravio comparativo, el grueso de las quejas, repito, brotan porque la gente de la Ribera (que no la conforman individuos catetos, no, aunque cabe hallar entre ellos a estupendos actores que bordan esos papeles, sino personas que ven y oyen con sus propios ojos y oídos que el interés general, que debería ser el objetivo, norte y meta de todas las actividades o actuaciones políticas, no es tan general como se dijo, se dice —de boquilla— y se dirá, no, sino limitado, particular, reducido, restrictivo) tiene corazón, orgullo y no es de piedra, sino de carne y hueso.

En la Ribera navarra, vayas en la dirección que vayas, hallarás más y más decepcionados, más y más defraudados, más y más desencantados. Si les prestas atención, te darán cuenta detallada, pormenorizada, de la mayor parte de sus malestares, que tendrán como causas u orígenes, indefectiblemente, un número indeterminado de maltratos.

Como todo maltrato es inaceptable, digno de merecer bien nuestra censura o crítica, bien nuestro reproche, sería escandaloso que, estando capacitados para condenar sin rodeos uno o ene comportamientos indecentes, ayunos de ética y de estética, los que sean, nos desentendiéramos de cumplir a rajatabla con nuestro cometido, incumbencia u obligación moral.

Como para muestra basta con un botón, miren el siguiente ejemplo, porque tal vez se admiren. Ignoro si ustedes, desocupados/as lectores/as, tuvieron la oportunidad de escuchar o leer entonces las cuatro palabras que contenía esta desafortunada salida de pie de banco: “Es lo que hay”. La profirió una parlamentaria navarra (para salirse por la tangente, rematar el asunto y ahorrarse dar la inexcusable explicación de por qué el auditorio de Barañáin iba a recibir una subvención y el Teatro Gaztambide no), que, para la generalidad, guarda alguna concomitancia o tiene relación estrecha, directa, con la concentrada frase proverbial “ajo y agua”, o sea, a joderse y a aguantarse, que usábamos frecuentemente cuando éramos unos críos. No soy político, pero, si algún día lo fuera, dejaría de serlo, abandonaría el escaño en un santiamén si no pudiera o no supiera argumentar con razones de peso una decisión adoptada, un orden de preferencia establecido o por qué había optado por gastar el presupuesto en unos proyectos y no en otros.

Adenda

Como suelo hacer con muchos de mis escritos, una vez he coronado mi breve ensayo, he dejado que mi amigo Emilio González lo leyera. “Metomentodo” (así lo suelo llamar a él, por su alias, como él a mí por el mío), como es un burlón empedernido, de marca mayor, me ha respondido así cuando le he preguntado qué le ha parecido: “Dilecto Otramotro, creo, a pies juntillas, que has sido excesivamente duro con la autora y responsable irresponsable de la concisa y memorable expresión de las cuatro coces o voces. Tú, que te consideras discípulo y epígono de don Baltasar Gracián, tendrías que haber tenido presente, en cuenta, el proverbio 105 de su “Oráculo manual y arte de prudencia” (1647): ‘Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y aun lo malo, si poco, no tan malo’”.

Nota bene

Este breve ensayo sobre la diuturna sensación de “asco” que sentimos muchos riberos navarros aparece (ignoro en qué página, porque me hallo de vacaciones en la isla canaria donde se yergue o irgue imponente el Teide, Tenerife) publicado también hoy, sábado, dieciséis de julio de dos mil dieciséis, en papel, en el número especial de la revista Portal, editada por la peña tudelana la TEBA (acrónimo de Tudelanos En Buena Armonía —o Ambiente—) con ocasión de las fiestas en honor de la patrona de Tudela, Santa Ana.

Ángel Sáez García
[email protected]

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

Lo más leído