El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Carles o la rabieta de un mocete

CARLES O LA RABIETA DE UN MOCETE

Esta pasada noche he vuelto a tener un mal sueño, una pesadilla. Seguramente, la culpa la ha tenido la manta (o el manta) de más. Anoche, nada más acostarme en la cama, sentí frío y, como no había calentado agua para llenar la bolsa, decidí combatirlo ipso facto con otra manta (que eché sobre el edredón).

Al parecer, según mi inconsciente (no me pregunten el porqué, porque nunca abrigué ni el deseo ni la esperanza de que me brotara alguna vez el ápice o la pizca de ambición necesaria que me empujara a aspirar un día a ostentar un cargo de representación política, el que fuera, jamás de los jamases) o subconsciente, servidor había sido elegido diputado en el Parlamento Europeo y viajaba en avión a Bruselas, donde dicen que las coles disminuyen (a la vista está en qué quedan, en dídimos) y, por lo que se verá (sensu stricto, se inferirá de lo leído) luego, también el cacumen o el pesquis de alguno, o sea, su agudeza o perspicacia intelectiva.

Por las cosas y los casos que tiene el azar, me tocó (pásmense ustedes, atentos y desocupados lectores, sean ellas o ellos) Carles Puigdemont como compañero de asiento (¿?).

Tras hacer las presentaciones, mantuve con Puigdemont el siguiente diálogo:

—¿Está usted loco? —me preguntó, de sopetón.
—¿Cómo? —la cuestión me cogió de improviso—. No. ¿Acaso doy esa impresión? Por supuesto que no. —contesté.
—¿Quiere estarlo?
—No —insistí—; de ninguna de las maneras.
—Pues, en ese caso, paso; me ahorro el esfuerzo de intentar convencerle a usted con el argumento con el que he conseguido persuadirme a mí mismo.
—No se corte —le repuse; y, como servidor es un coñón empedernido, incorregible, un zumbón de los de marca mayor, agregué—: Pruebe; a ver qué pasa.
—Yo, Puigdemont, emulando, sin duda, a Luis XIV, “el Rey Sol”, quien, según dicen, el 13 de abril de 1655 (cuando apenas contaba dieciséis años) adujo aquello de “L´État, c´est moi” (“El Estado soy yo”), he logrado reunir los arrestos y los redaños suficientes para osar soltar aquí y ahora, a bote pronto, esta boutade: que la realidad soy yo; y, si la realidad no me gusta, la cambio y santas pascuas o sanseacabó.
—¿No le parece a usted que decir eso le asemeja, como una gota de agua a otra gota de agua, al mocete o “muete” (como se le llama al tal en Tudela), dueño del balón, que propone al resto de los niños que están jugando al fútbol con él, una de dos, o que el próximo gol lo mete él, o coge el balón y el partido se acaba, porque se lo lleva a casa?
—¿Por qué lo dice usted?
—Porque, visto lo visto, oído lo oído y leído lo leído, después de no haber obtenido usted ningún apoyo en la UE a su DUI, ha salido por peteneras al concluir que la UE es “un club de países decadentes”; y, al parecer, si el próximo 21-D las fuerzas independentistas ganan las elecciones autonómicas, usted propondrá un referéndum en Cataluña (¿no ha aprendido nada (de nada)? —¿la experiencia ha dejado de ser la madre de la ciencia?—) para preguntarles a los catalanes, hembras y varones, si son partidarios de salir de la UE y del euro. ¿No pensaron sus padres en ponerle antes que Carles el nombre de Diego?
—¿Por qué lo dice usted?
—Porque usted clava ese dicho, un canto a la incoherencia, visto por el haz y por el envés, de “donde dije digo, digo Diego”.

Y en este punto, gracias al azar, a Natura o solo Dios sabe a quién, me he despertado, porque sentía una doble y moderada opresión sobre la garganta y el pecho. Me he levantado del catre. He ido a la cocina, he bebido un vaso de agua tibia (el mejor remedio o la panacea que cabe hallar en casa, lejos de una farmacia u hospital) y me he vuelto a meter en el sobre.

Como no soy un experto interpretador de sueños (ni de los propios ni de los ajenos), me he convencido de que acertaría de lleno en el centro de la diana si cogía dos selectas flechas, dos, del carcaj y las disparaba con mi arco: una, para intentar conciliar de nuevo el sueño y, otra, para olvidar cuanto antes la pesadilla que les acabo de narrar.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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