El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Alabo vuestra buena iniciativa

ALABO VUESTRA BUENA INICIATIVA

Dilecta Pilar:

Así es. Los poetas, siempre que controlemos qué hacen nuestros heterónimos (que, a veces, nos cuesta lo suyo, o sea, lo nuestro, mucho, supervisar sus extravagancias), lo tenemos más fácil que los políticos (o no, añadiría, por ejemplo, un gallego, Rajoy).

Una persona sin amigos es un náufrago sin una tabla, pecio de madera de la nave que acaba de irse a pique, a la que agarrase, sin apoyos, ni tesoros que descubrir con la grata ocasión de cada nuevo encuentro. Este menda, verbigracia, cuando se reencuentra con sus dos amigos del alma, “los Luises”, Luis Quirico Calvo Iriarte y Luis de Pablo Jiménez, vuelve a experimentar qué razón tenían Aristóteles y Demetrio de Falero cuando llegaron a concluir sus tres grandes frases sobre la amistad. El estagirita es el autor de la primera (“La amistad es un alma que habita en dos cuerpos, un corazón que habita  —suelo proferir, porque la prefiero a la original, esta variante, que palpita, por más oportuna— en dos almas”) y el segundo de la segunda: “En la prosperidad, el verdadero amigo acude a tu casa al ser llamado; y en la adversidad, sin serlo”; y de la tercera: “Un hermano puede que no sea un amigo, pero un amigo siempre será un hermano”.

Pues ha sido una primicia tu comentario, porque no sabía (ignoro tantas cosas, que… apenas me cuesta trabajo hacer un hueco para que entre una más en la variopinta colección que acarreo), querida amiga, que se hubiera llevado al cine la obra del raro (actitudinalmente hablando) Salinger.

Alabo vuestra buena iniciativa, la de grabar el programa sobre María Moliner, para verlo cuando os apetezca hacerlo con tranquilidad.

Celebro que la imagen que ha usado este menda, servidor, para referirse a una persona sin amigos te haya agradado, pero te recomiendo que la pongas en tela de juicio, porque puede que mañana, pasado o al otro repares en que eso mismo dijo o dejó escrito en letras de molde hace muchos siglos un chino, un griego, un indio o un romano y, como corolario, que tu amigo se ha limitado a fingir de mera caja de resonancia o fungir de simple eco.

Está claro que la vida, dadivosa, nos abastece a diario, a la semana, al mes, de sucesos que, por una u otra razón, siguen sorprendiéndonos. La nueva sobre el particular, que me acabas de ratificar o refrendar, me ha dejado admirado, de veras.

Mi teoría actual, sobre los diversos ejercicios de creación literaria que corona (finis coronat opus, el fin corona la obra) ahora (porque hubo otra anterior o sostuvo otra otrora, que fue decayendo, perdiendo brío, fuerza o ímpetu, hasta que, finalmente, quedó en nada de nada) el abajo firmante, es la siguiente: Otramotro, en sentido estricto, no ultima sus textos, sino que los deja. Estoy completamente seguro de que si echara una nueva mirada sobre los mismos, si volviera a releerlos, siempre hallaría, entre los numerosos lectores y críticos literarios que acarreo, porto o porteo, quien encontrara una o varias mejoras y no dejaría nunca de perfeccionarlos. Así que, insisto e itero, los deja.

Otro (de tu amigo Otramotro).

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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