El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Rotuló esa cuestión mi desafío

ROTULÓ ESA CUESTIÓN MI DESAFÍO

Hoy, miércoles, he recordado el reto literario que me puso el sábado pasado mi amigo Emilio González, “Metomentodo”, tras ir juntos a ver y oír al teatro Gaztambide “Esperando a Godot” (1952), la pieza clásica (en la que nada pasa, por duplicado) que contribuyó a que le concedieran el premio Nobel de Literatura en 1969 a su autor, Samuel Beckett.

Tras la representación, en la que más de un espectador se rio en voz baja y más de dos lo hicieron a mandíbula batiente, Emilio y servidor nos tomamos algo en un bar. Ahora no recuerdo qué, pero sí que hacía frío en el Paseo de Invierno (¿por no llevarle la contraria al nombre que le pusieron a la calle?). Pudo ser un güisqui o un café descafeinado (¡vaya absurdo!, ¿no?) con leche caliente.

Mientras tomábamos lo que fuera que tomásemos, concluimos que Beckett es, ciertamente, uno de los creadores del teatro del absurdo, pero juzgo que la obra mentada tiene poco de absurdidad y mucho de realidad pura y dura. Y es que la realidad puede ser totalmente contraria u opuesta a la razón y nuestra propia existencia carecer, en último término, de causa, motivo, porqué o sentido. Si nos miráramos ante ese espejo, podríamos resultar ridículos, meros esperpentos, como si lo hiciéramos ante sus primos hermanos, los que había en el matritense y finisecular callejón del gato, que llevó a la escena Ramón María del Valle-Inclán en su inmarcesible “Luces de bohemia”, que deformaban la realidad animalizando y cosificando a las personas.

Hay quien, mientras dura su (larga o corta) existencia, no logra encontrar su “ikigai” (que no significa que aquí hay un gay, no, sino que es un vocablo japonés con el que los nipones, ellas y ellos, se refieren al propósito vital), su razón para seguir peregrinando por este valle de lágrimas, el motivo para levantarse cada mañana de la cama ilusionada/o, y tiene que cepillarse a diario la idea recurrente de suicidarse.

Quizá la función pueda parecer al grueso de los espectadores irracional, pero iguales de absurdas pueden resultar para un extraterrestre, más evolucionado que nosotros (en el supuesto de que este exista, o sea, de que lo haya), las existencias de los terrícolas.

La vida es una tragicomedia. Acaso esa alianza, combinación, fusión o mezcla de tragedia y comedia hace que esta devenga entera y no media, y que se puedan describir, tras ser descubiertos, innumerables casos; y con estos, al no ser escasos, se puedan editar varios volúmenes y con ellos se consiga conformar, a su vez, una enciclopedia.

Nunca fui otro don Juan o Casanova. Ir al teatro me gustaba mucho. Versear me llenaba incluso más, mas no la sensación que me dejaban, igual a la tristeza tras el coito. ¿Por qué, tras el orgasmo, me hallo depre? Rotuló esta cuestión mi desafío.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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