DIGNA DE ETERNO OLÉ Y DE INFINITA OLA
Odio la incertidumbre, la detesto.
Esa incomodidad pronto mitigo
Si hay prodigio: me encuentro, Iris, contigo
O de esperanzas lleno raudo un cesto.
Si luego decepcionan (soy honesto),
Sufro una frustración. No las maldigo
Si recibo de ti cuanto mendigo,
Tu amor fetén, que nunca es indigesto.
No sé qué día te tendré delante
De mis ojos, gozosos de escrutarte,
Benditos por volver a ver tanto arte
Junto, como derrocha en un instante
De impar belleza tu presencia sola,
Digna de eterno olé y de infinita ola.
Ángel Sáez García