El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Tú también eres único en la especie

TÚ TAMBIÉN ERES ÚNICO EN LA ESPECIE

Hoy, viernes, tras la tertulia del casino “La Fuerza”, de Algaso, a mí también me ha quedado diáfano lo claro o cristalino, y se me ha grabado a fuego en el alma la misma idea que ha estado gravitando, alrededor de la mesa de roble, durante la hora y media aproximada que ha durado la tal. Yo también soy un ente irrepetible:

—Ignoro si os ha pasado en alguna ocasión lo que me viene sucediendo, desde que noté otrora, en la adolescencia, aquello que me ocurrió por primera vez, que me siento (pero no del verbo sentar, sino del verbo sentir) distinto del resto; no es mi deseo mostrarme presuntuoso ni dar a entender con ello que sea mejor, ni más inteligente que los demás (hembras y varones), sino solo que dispongo o tengo un don o ene habilidades que me hacen diferente. Desde aquel día de marras, sin dármelas de nada, me considero un ser único e irrepetible. Por ejemplo, yo veo y oigo lo mismo que oyen y ven los otros, ellas y ellos, el resto de los espectadores o testigos del hecho, el que sea, pero mi sexto sentido, llamémosle así, me permite ver y oír (más allá) cuanto, habiendo sido catado por otros sentidos, no se ha interpretado completa y correctamente, porque tengo y me queda la impresión refractaria de que de ese menester, brete o aprieto, sin que quepa hallar un ápice o pizca de vanidad en mí, cuando así lo asevero, solo suele salir airoso servidor.

—Yo también tuve, durante la pubertad, si no esa, una parecida epifanía o revelación, en la que, por esa ciencia infusa, que una legión se empeña en negar que exista, adquirí, a la par, el conocimiento y el convencimiento de que Dios, su alteza la Natura(leza) o el azar (uno, dos o los tres, al alimón, por separado o de mancomún), disfrazado de azor, habían depositado o escondido en mi cerebro un tesoro, de varios talentos, a la espera de que yo me dignara tomar las riendas del carro de mi vida y los despertara o espabilara para que cada uno de ellos, tras quitarse las cadenas que son las legañas, se dieran a conocer en sociedad.

—Abundo con vosotros en el parecer, porque yo también tuve constancia de esa sensación; de que, por arte de birlibirloque, alguien había decidido que yo era un genio en potencia y que el destino (sí/no, ruego al oyente o lector, ella o él, que proceda a tachar lo que no cuadre o encaje) había reservado para mí una facultad por la que, con el transcurso del tiempo, este menda sería conocido y reconocido y por ella me concederían el término por el que acaso todos (hembras y varones) se referirían a mí así, “el Urdidor”, mi nombre apelativo por antonomasia.

—Coincido con los tres, pero como os consta que yo no he sido nunca tan laborioso como vosotros (lo digo de esta guisa para no ofenderme más de la cuenta, llamándome, por ejemplo, vago; quien me puso el sobrenombre o mote de “Carasueño” dio de lleno en el blanco o centro de la diana, al rebautizarme de esa guisa), mi proverbial pereza me ha impedido poder demostrar mis dotes, que siguen intactas, donde fueron colocadas por quien fuera, dentro de mi sesera, pero, tras tantas puertas con cerrojos costosos o difíciles de abrir que, me temo, seguirán estando donde están hasta que, por una chiripa o serendipia, consiga hallar la llave maestra que abra todas las cerraduras (que para otras/os serán “cerrablandas”), y mis virtudes en potencia devengan en acto y estallen a doscientos metros del suelo, en el cielo, como suelen hacer los fuegos artificiales, en mi caso, serán bombas japonesas (ruego encarecidamente al oyente o lector, hembra o varón, que no le busque a la susodicha locución tantos posibles significados como suele predicarse así de los tres pies del minino).

   Eladio Golosinas, “Metaplasmo”.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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