El hambre está acabando con el futuro de Venezuela.
La Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) desvela que casi uno de cada diez niños menores de cinco años (unos 166.000 en todo el país) padece algún tipo de desnutrición en la relación entre su peso y edad.
Un dato que empeora, aún más, si se mide la relación entre la talla y edad, ya que el dato salta a tres de cada diez, es decir, 639.000 niños desnutridos.
Los datos generan sentimientos contradictorios entre los venezolanos.
Por un lado, no les sorprender al conocer la dura crisis humanitaria que están atravesando que les hace encontrarse a niños merodeando por las calles para encontrar comida, pero con la piel ya pegada a los huesos.
Por el otro, les impacta cuando recuerdan la abundante riqueza petrolera del país y todos los años prósperos que vivieron antes de la llegada del destructor chavismo.
Han pasado más de 20 años desde la llegada del régimen y, según los datos de Encovi, el 96% de los venezolanos son pobres. Al día, solo ingresan el equivalente a 0,72 dólares, una tasa con la que es imposible sobrevivir.
El estudio precisa que los hogares más numerosos son los que reportan mayores niveles de pobreza y hambre.
En las zonas más afectadas por la miseria generada por el chavismo también se quejan de la frecuencia de llegada de las llamadas cajas CLAP (Comité Local de Abastecimiento y Producción).
A pesar de que el Gobierno de Nicolás Maduro dice llega a unas 6 millones de familias y que contienen poco más de una decena de kilos de alimentos variados, los venezolanos indican que la cifra de beneficiados es mucho menor.
La encuesta Encovi precisa que el 39% de las familias beneficiarias de este programa de alimentos subvencionados reportan recibir “menos de una caja al mes”, y el 15% una caja “cada dos meses”.
Los CLAP solo quedaron como un instrumento más de la corrupción chavista, justamente donde participó el testaferro de Nicolás Maduro capturado en Cabo Verde.
De acuerdo con un estudio del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la desnutrición en edades tempranas causa pérdida de la capacidad intelectual y cognitiva y afecta al rendimiento escolar de los menores, así como su adquisición de habilidades para la vida.
“Limita, por tanto, la capacidad del niño de convertirse en un adulto que pueda contribuir, a través de su evolución humana y profesional, al progreso de su comunidad y de su país”, señala un documento de Unicef de 2011.
