La resiliencia venezolana: Un grito de esperanza desde Zaragoza

Más de nueve millones de mujeres y hombres venezolanos se han dispersado por el mundo, huyendo de la catástrofe humanitaria provocada por la dictadura de Nicolás Maduro.

La resiliencia venezolana: Un grito de esperanza desde Zaragoza
Diáspora venezolana PD.

Una diáspora forzada que, sin embargo, ha demostrado una resiliencia inquebrantable y una capacidad admirable para reinventarse. El pasado jueves, Zaragoza fue testigo y escenario de esta fortaleza, acogiendo la visita a esta región aragonesa.

Pude compartir actividades en el Palacio de Aljafería, sede de las Cortes y en la sede de la Alcaldía de Zaragoza, conocida como la Casa Consistorial, sede del Ayuntamiento, ubicada en la Plaza del Pilar. En ambas ocasiones, la emoción flotaba en el ambiente mientras ciudadanos venezolanos se acercaban a nosotros, compartiendo abrazos cargados de una ilusión certera: la de un pronto retorno a nuestra patria. Sus ojos brillaban con la esperanza de reconstruir un país libre, un testimonio vivo de que, a pesar de la distancia, el corazón sigue en Venezuela.

Lo que comenzó como una agenda oficial, se transformó en un encuentro espontáneo con la realidad de nuestros compatriotas. Mientras caminaba por las calles de Zaragoza, mi nombre resonó entre la viandantes. Compatriotas que me reconocieron, me llamaron y me invitaron a conocer los locales comerciales que han erigido en la ciudad. Fue un viaje a los recuerdos, a mis años de trabajo como gobernante de Caracas, pero también una reafirmación de la lucha que continúa.

Entre estos emprendimientos, destacó el «Chévere Café«, una cafetería abierta por una pareja de guaireños: Mariángel y Miguel. Con cada taza de café servida, no sólo ofrecen un producto, sino una porción de su cultura, un pedazo de Venezuela en suelo aragonés. Poco después, la visita continuó en la arepera impulsada por Maryori, otra venezolana valerosa que ha llevado el sabor y la tradición de la arepa y de las cachapas a Zaragoza. Ambos negocios están instalados en la calle Santa Catalina1. Estas acciones maravillosas son el reflejo de la capacidad de reinvención y el espíritu emprendedor que caracteriza a la diáspora.

Fueron momentos profundamente emotivos. Ver a estas mujeres y hombres, con su determinación y su calor humano, transformó Zaragoza. Era como sentir que, por un instante, se estaba en cualquier pueblo de nuestra tierra venezolana, rodeados de la calidez familiar y la esperanza compartida. La diáspora venezolana en Zaragoza no solo sobrevive, sino que prospera y honra el gentilicio venezolano, dejando una huella imborrable de valentía, trabajo y, sobre todo, una fe inquebrantable en un futuro mejor para su nación.

antonioledezma.net

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Autor

Paul Monzón

Redactor de viajes de Periodista Digital desde sus orígenes. Actual editor del suplemento Travellers.

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