Conviene recordarlo.
Más aún con una clase política ambiciosa en lo material y un Gobierno social-comunista de demostrada tendencia a la corrupción.
Es bueno recordarlo, para que lo aprendan y entiendan los jóvenes manipulados.
Se disputaba en el Hipódromo de La Zarzuela el Gran Premio del Generalísimo. El Jefe del Estado viajó a Andalucía, a visitar a los damnificados por una inesperada catástrofe natural. Y delegó su representación en su Vicepresidente del Gobierno, el Capitán General don Agustín Muñoz Grandes. Éste se presentó en el aparcamiento de Socios y Autoridades, al volante de su Seat “Seiscientos” y acompañado de su mujer.
Le aguardaban seis ministros y los directivos de la Real Sociedad de Fomento de la Cría Caballar en las puertas del Hipódromo.
Más que en los ministros, el General Muñoz Grandes reparó en sus coches oficiales del PMM y en los chóferes uniformados de azul oscuro.
Antes de entrar en el Hipódromo reunió a los conductores de los coches ministeriales.
Los señores ministros y sus esposas no han venido a un acto oficial. Yo sí, porque represento al Jefe del Estado. Y lo he hecho conduciendo mi “Seiscientos”. Es decir, que ahora mismo, se vuelven ustedes a Madrid y guardan los coches en los garajes del PMM-.
Mi General, ¿y cómo vuelven a Madrid los señores ministros?
En taxi. Yo mismo se lo comunicaré.
Y volvieron en taxi.
Se celebraba el Día de la Cruz Roja. La esposa del Almirante Carrero Blanco, doña Carmen Pichot, presidía la mesa petitoria sita en la Presidencia del Gobierno, en Castellana 3. Para agradecer su colaboración a las señoras que le acompañaban, encargó en el cercano restaurante “Jockey” copas y canapés. Torres, uno de sus míticos “maitres” y tres camareros se presentaron con el gran aperitivo. Y llegó el Almirante. Saludó a su mujer, a las señoras y a Torres y los camareros.
-¿Quién ha encargado esto?
– Su esposa, señor Almirante.
-Pues no tengo dinero para pagar un aperitivo tan caro. Dígale de mi parte al señor Cortés (don Clodoaldo, propietario de Jockey) que considero este aperitivo como su generosa donación a la Cruz Roja. Pero retírense ya, por favor, y gracias por su presencia.
El Almirante Carrero Blanco, cuando fue asesinado por la ETA, vivía de su sueldo –nada comparable a los de hoy-, y de sus haberes de Almirante de la Armada. Como el Capitán General Muñoz Grandes, jamás una peseta pública aterrizó en sus bolsillos.
Eran los dos militares más poderosos del Régimen. Murieron con la decente austeridad de los soldados.
El hijo del Almirante, el Contralmirante don Luis Carrero Blanco y Pichot, casado con una hija del que fuera ministro de Asuntos Exteriores don Alberto Martín-Artajo, falleció el pasado año en la más digna y estricta humildad económica. El hijo del Capitán General, el Teniente General don Agustín Muñoz-Grandes Galilea, resiste a la vida desde su austeridad y honestidad profundas. Como sus padres, y a pesar de sus brillantes carreras militares, ni un euro público se despistó en sus bolsillos.
Conviene recordarlo.
Jamás fui franquista. Pero estos detalles y evidencias, ayudan a comprender por qué en una economía devastada por la Guerra Civil, sin cobrar apenas impuestos, se construyeron centenares de miles de viviendas protegidas para la clase obrera, se construyeron obras públicas que siguen, al día de hoy, constituyendo el fundamento del desarrollo agrícola, se creó la Seguridad Social, y creció hasta parámetros europeos una Clase Media que es el entretejido principal de la Sociedad y la Economía.
Clase Media vapuleada y arruinada por los Gobiernos del PSOE y del PP, y hoy laminada por el comunismo pijo y millonario de Podemos.
Se entiende, porque estaba prohibido robar. Y los gobernantes que lo hicieron, y por no herir a ningún descendiente ajeno a esas culpas, fueron cesados contundentemente.
Sirva de comparación con los desalmados de ahora.