Cuesta abajo y sin frenos.
El reloj político de Pedro Sánchez marca las horas más sombrías desde su llegada a La Moncloa.
Los escándalos de corrupción que salpican al PSOE han traspasado nuestras fronteras y convertido al presidente en el protagonista involuntario de portadas internacionales donde la palabra “insostenible” se repite como un mantra.
La reciente dimisión de Santos Cerdán, hasta hace nada su fiel secretario de Organización, ha servido como catalizador de una crisis que muchos ya consideran terminal para la reputación exterior del Gobierno español.
No hablamos sólo de una tormenta mediática.
La prensa europea ha elevado el tono y, lejos de quedarse en la anécdota, subraya que las sospechas sobre la mujer del presidente, Begoña Gómez, y su hermano David Sánchez —ambos investigados por tráfico de influencias— sitúan al Ejecutivo en una posición cada vez más frágil.
Los diarios franceses Le Monde y Le Figaro ven en la situación “un nuevo golpe” y advierten que el caso no es aislado, sino parte de una “trama mafiosa” según palabras recogidas del líder popular Feijóo.
Mientras tanto, Der Spiegel (Alemania) califica el panorama español como “una telenovela” y habla sin tapujos del “penoso espectáculo” ofrecido por Sánchez ante el mundo.
El martillo británico: The Times y The Telegraph no dan tregua
Si hay algo que la prensa anglosajona maneja con maestría es el sarcasmo demoledor. The Times y The Telegraph han afilado sus columnas hasta convertir a Sánchez en blanco recurrente. El primero le acusa de “deteriorar la credibilidad democrática española” mientras el segundo lo define directamente como “la pesadilla socialista española”, recordando los apagones, el desempleo y los problemas energéticos agravados por decisiones políticas erráticas. Por si fuera poco, The Guardian insiste en que las pruebas contra los allegados de Sánchez son “firmes evidencias” y pide explicaciones urgentes ante un posible adelanto electoral que el presidente se resiste a convocar.
En una Europa donde la confianza institucional cotiza al alza, ver a España asociada con tramas de corrupción sistemática es un lastre incuestionable. En Bruselas, los portavoces comunitarios recuerdan que si hay malversación en fondos europeos —como sospechan tras la filtración de audios sobre contratos amañados durante la pandemia— la Comisión podría interrumpir pagos, imponer sanciones financieras e incluso recuperar fondos ya desembolsados.
La caída del mito: Europa deja sola a La Moncloa
Durante años, Pedro Sánchez cultivó una imagen internacional progresista, aliándose con líderes como Macron o Scholz para proyectar a España como motor europeísta. Sin embargo, los últimos acontecimientos han dinamitado esa narrativa. Dirigentes europeos que antes le recibían con sonrisas protocolarias ahora ven al presidente español como un problema a gestionar. La sensación generalizada es que se ha caído la venda: España ha pasado de ser socio fiable a convertirse en un foco de inestabilidad política y reputacional.
En palabras recientes recogidas por medios como El Español, los analistas coinciden: “Sánchez ya no cuenta en los foros internacionales”. Se le percibe aislado, sin aliados sólidos entre los grandes líderes occidentales. Sólo le sonríen —y no muy discretamente— actores tan poco recomendables para Bruselas como Nicolás Maduro o representantes de Hamas. No es casualidad: mientras en Europa se multiplican las críticas, los países con intereses contrarios al bloque occidental aprovechan el río revuelto para arrimarse al mandatario español.
El PSOE intenta controlar daños… pero no convence
Intentando poner freno al descalabro, el PSOE ha solicitado en el Congreso una comisión parlamentaria para investigar el llamado “caso Delorme”, acotando las responsabilidades públicas a Cerdán, Ábalos y Koldo García —todos ellos ex hombres fuertes del partido— mientras defiende que la organización sigue siendo “limpia”. El problema es que este ejercicio de contención llega tarde y suena más a maniobra defensiva que a voluntad real de transparencia.
El propio Sánchez ha pedido disculpas públicamente pero reitera que no convocará elecciones anticipadas. Entre tanto, desde la Comisión Europea insisten en que colaborarán con la OLAF (Oficina Antifraude) y la Fiscalía Europea para esclarecer cualquier sospecha sobre fondos Next Generation destinados a España durante la pandemia. Más presión imposible.
Mientras tanto, en Madrid corren las quinielas sobre cuánto tiempo resistirá Sánchez antes de verse obligado a ceder ante la presión internacional y convocar elecciones anticipadas. Si algo queda claro es que la marea mediática europea rara vez concede segundas oportunidades.