Este 27 de octubre Perpiñán ha emergido como el epicentro de una sacudida parlamentaria.
En esta localidad francesa, la Ejecutiva Nacional de Junts per Catalunya, encabezada por Carles Puigdemont, nunca olvidar, el golpista, ha tomado la decisión unánime de romper sus lazos con el PSOE de Pedro Sánchez. Más problemas para el presidente socialista, por si tuviera pocos.
Lo abordamos en ‘La Burbuja’ de Periodista Digital de la mano de los mejores analistas e invitados: en este caso, Isabel Pérez Moñino, portavoz de VOX en Madrid, y el doctor en Relaciones Internacionales, Rubén Herrero.
La justificación de Junts es por “incumplimientos” de los acuerdos firmados en 2023 que permitieron la investidura de Pedro Sánchez. Tras más de tres horas de deliberación, el independentismo catalán ha decidido dar un golpe definitivo a la legislatura. Sin embargo, esta ruptura deberá ser ratificada mediante una consulta telemática a sus militantes entre miércoles y jueves.
Lejos de ser una decisión improvisada, este desenlace se venía gestando desde el pasado verano. Los avisos y advertencias por parte de la cúpula de Junts se habían vuelto cada vez más contundentes. El bloqueo a la amnistía judicial, el fracaso en la delegación de competencias en inmigración —que fue tumbada por Podemos en el Congreso— y la falta de avances hacia la oficialidad del catalán en la Unión Europea han sido las piedras angulares que han llevado a esta ruptura. El malestar era tan evidente que incluso Míriam Nogueras, portavoz en el Congreso, le advirtió a Sánchez la semana pasada que tal vez había llegado “la hora del cambio”.
¿Qué supone la ruptura?
Aunque escenificada con cierta teatralidad, esta ruptura no implica automáticamente la caída del Gobierno. Junts ha descartado presentar una moción de censura que podría resultarles perjudicial electoralmente. No obstante, es innegable que la legislatura queda debilitada. Los votos de los siete diputados de Junts han sido clave para aprobar políticas esenciales del Ejecutivo. Por su parte, el PSOE ha respondido con un tono institucional respetuoso y dispuesto al diálogo, aunque ahora la aritmética parlamentaria se complica notablemente.
El futuro papel de los diputados de Junts en el Congreso es incierto. El partido se coloca oficialmente en la oposición y suspende las negociaciones en Suiza. De esta forma, el Gobierno pierde a uno de sus socios más decisivos, lo que anticipa un periodo legislativo marcado por dificultades y maniobras constantes para evitar un naufragio político.
Antecedentes y cálculo electoral
El acuerdo alcanzado en Bruselas que facilitó la investidura de Sánchez en 2023 dio inicio a una relación llena de altibajos y recelos mutuos. Aunque Junts ha votado en ocasiones contra propuestas clave, también ha respaldado leyes significativas como aquella sobre movilidad sostenible. El descontento hacia el PSOE ha ido creciendo especialmente desde que Salvador Illa asumió la presidencia de la Generalitat, relegando a Junts a un rol secundario en Cataluña.
Este rompimiento está muy ligado al cálculo electoral y a las presiones provenientes de formaciones como Aliança Catalana, que amenazan con restarles visibilidad y espacio político. Las encuestas ya sitúan a este partido muy cerca de los diputados que posee Junts, lo cual no es una buena noticia para los independentistas. En este sentido, esta ruptura se presenta como un intento por recuperar protagonismo y evitar un desgaste ante su electorado.
Consecuencias políticas y el futuro inmediato
La legislatura del Gobierno Sánchez entra ahora en una fase marcada por la inestabilidad. El Ejecutivo se verá obligado a negociar cada votación y buscar nuevos apoyos para avanzar. Aunque no parece inminente un adelanto electoral, las presiones sobre Moncloa serán constantes. El PSOE tendrá que manejar un Congreso fragmentado mientras su agenda legislativa corre el riesgo de quedar paralizada.
En Cataluña, el independentismo vuelve a hacer frente al PSOE, 30 años después de los primeros desencuentros entre ambos lados del espectro político. Esta ruptura no solo oficializa un distanciamiento evidente; también establece un antes y un después en las dinámicas políticas del pacto entre estas formaciones. Además, el simbolismo del día elegido —que coincide con el aniversario de la declaración unilateral de independencia— refuerza aún más el mensaje enviado por Puigdemont y su círculo cercano.