El artículo más simpático sobre la elección del nuevo papa es el del cura Rascón en Religión en libertad, la web de Álex Rosal. Se titula “Francisco I: yo ya lo predije” y dice: “Argentino, mayor y jesuita. No han dado ni una. El Espíritu Santo es Soberano y nosotros no sabemos nada -LEA EL TRASGO EN LA GACETA-.
Por favor, señores “vaticanistas” recen más. Yo ya lo predije. No la identidad ni la procedencia del Papa, lógicamente. Sí que todas las especulaciones de estos días iban a quedar en papel mojado”. Y así ha sido: nadie ha dado en el clavo. Sólo un vaticanista había movido el nombre de Bergoglio con cierta intensidad: Andrea Tornielli, en La Stampa. Y nadie le hizo ni caso. Así nos ha ido. Los deslices no han afectado sólo a la identidad del Papa, sino a las reacciones.
Así, el editorialista de LA GACETA, que ayer acertaba en cosas como el origen del nombre escogido –Francisco por el de Asís–, ponía la venda antes de la herida y decía: “Puede anticiparse ya que los medios de comunicación más alineados con el nihilismo dominante van a cubrir al Papa Francisco con los habituales calificativos: ultraconservador, ultraortodoxo, reaccionario etc”.
Y en Libertad digital se troncha la maligna Pilar Díez, porque, mire usted por dónde, El País ha lanzado las campanas al vuelo y ha saludado a este papa como si fuera Enric Sopena el que va a calzar las sandalias del pescador: “Es la primera vez en la historia de esta milenaria institución que se elige a un Papa jesuita, con lo que eso supone de solidez y seriedad a priori, y un Papa no europeo en más de mil años; y esta elección recae además en un pontífice cuya lengua materna, el español, es el primer idioma de esta religión global. Tales novedades pueden interpretarse como el mensaje de renovación que tantos esperan para la Iglesia católica”.
Cambio, cambio
El editorial de El País es sorprendente, sí, porque elogia al nuevo papa como nunca antes lo había hecho y lo señala como la esperanza de un cambio en la Iglesia. Cambio, ¿hacia dónde? El editorialista lo explica: menos intransigencia doctrinal en “asuntos relacionados con el sexo, las nuevas formas de familia, la igualdad, la bioética y, en general, los usos democráticos”. ¿Y qué tienen que ver la bioética y el sexo con los usos democráticos?, se preguntará usted. Pues eso.
En la misma línea de ver lo que uno quiere ver, el teólogo Tamayo, que es el eterno papable laico de El País, elogia las expectativas del nuevo Papa como cabeza de la “Iglesia de los pobres”, porque “viene del tercer mundo” (por cierto que a los argentinos no debe de haberles hecho ni pizca de gracia la ocurrencia de Tamayo, pero en fin…).
A todo esto, señalemos que el editorialista de LA GACETA no andaba lejos de la verdad cuando preveía ciertas reacciones en la izquierda, porque no hay más que leer los titulares de El País, bastante menos amables que el editorial. Juan G. Bedoya denuncia: “Bergoglio no se enfrentó a la criminal dictadura argentina y se le acusó de connivencia”.
Alejandro Rebossio, desde Buenos Aires, dice que “La sombra de la dictadura argentina alcanza al papa” y explica: “El nuevo pontífice fue acusado de haber denunciado a dos sacerdotes de la Compañía de Jesús ante el régimen militar”. El propio Bergoglio ha detallado que se entrevistó con Videla y Massera para conseguir la libertad de los dos sacerdotes. Que, efectivamente, fueron liberados.
Y en la versión digital de El Mundo, Juan Ignacio Irigaray lo despacha con un eslogan que… juzgue usted mismo: “Duro con los Kirchner, blando con la dictadura”.
La palma se la lleva Sopena en El Plural, que titula exactamente como el editorial de LA GACETA preveía, o sea, con sangre. “La Iglesia no sólo protegió a Videla, también se abrazó con Hitler, Mussolini, Franco, Pinochet”; “Jorge Mario Bergoglio, el Papa que se ‘juntaba’ con el sanguinario Videla”; “A la novia del vicepresidente argentino no le ‘llena de orgullo’ Bergoglio: ni olvido ni perdón”. Eso es amor, ¿eh? Y en medio de todo esto, un titular incoherente: “Temor de los ‘neocon’ ante un posible giro progresista en la Iglesia católica”. Y en el mismo Sopenazo se cuela el Padre Ángel y dice: “Ojalá sea el primer Papa en ordenar a una mujer sacerdote”.
O sea que sí: que en cuanto el papa Francisco se salga del programa progre que esperan los herejes, caerán sobre él todos los dicterios de la curia roja y rosa. Y si no, al tiempo. Más madera: Maruja Torres, en El País, se suelta la melena y nos transmite una sanguinolenta alucinación orgiástica desde la plaza de San Pedro. La cosa es que pasa el tiempo, no se elige papa, de repente “alguien ve regueros de sangre deslizándose por debajo de las puertas”, los periodistas no tienen ya a quién entrevistar y empiezan a hacerlo entre ellos mismos: “En un momento dado se produce entre el público una tanda de uniones homosexuales. Como si se hubiera roto un dique, los asistentes hacen el amor. Los riachuelos de sangre se convierten en ceniza que el viento arrastra hacia las fontanas”.
Luego la gente se va y allí quedan sólo Dios y Adán en la Capilla Sixtina. Y por supuesto, también debe de quedar Maruja Torres, que sin duda esa tarde le sacudió al tequila más de lo debido. Al Papa más le vale ser progre, si no…