OPINIÓN / Afilando columnas

‘El Periódico’ dicta sentencia sobre el 12-O: «El espíritu del Día de la Hispanidad sigue despidiendo un aroma rancio muy perceptible en la Catalunya moderna»

Jiménez Losantos: "España, la nación, hace mucho que no espera nada de la Corona, del Gobierno o de la Oposición"

El sábado 12 de octubre de 2013, este humilde lector de columnas recibía en su teléfono móvil un mensaje de uno de los promotores de la concentración en Barcelona de ‘Som Catalunya, Somos España’. En él, nuestro comunicante respondía a otro SMS que le habíamos enviado unas horas antes y mostraba su alegría con el éxito de la convocatoria. Guerras de cifras aparte, las imágenes de la barcelonesa Plaza de Catalunya repleta de personas que proclamaban su voluntad de seguir siendo españoles al tiempo que mostraban su identidad catalana, a algunos nos alegró. Recordamos las palabras que en su día nos dijo un importante miembro del PP catalán posteriormente reconvertido en miembro del censor y nacionalista CAC: «Ser catalán es la forma más bonita de ser español». No sabemos si es la más hermosa, pero sin duda, para quienes llevaban banderas rojigualdas y senyeras el 12-0, al menos sí es una manera preciosa de serlo.

Y dos días después, el 14 de octubre de 2013 encontramos algunas columnas sobre la concentración, al tiempo que temas aledaños ocupan a unos cuantos articulistas.

En el autoproclamado diario de la ‘Catalunya real’, su director adjunto se lanza a escribir sobre la concentración. La columna de Juancho Dumall en El Periódico se titula Ocho conclusiones sobre el 12-O. No vamos a reproducir todos esos puntos, tan sólo los que nos han resultado más llamativos:

La manifestación de la plaza de Catalunya tuvo un tono claramente de derechas. La izquierda que no está por la independencia se quedó en casa.

Entre las organizaciones convocantes figuraba una llamada Ágora Socialista, cuyo nombre no suena muy de derechas, la verdad. Y, por otra parte, no sólo los líderes políticos acudieron a la concentración. ¿Puede Dumall asegurar que entre los miles de presentes en la Plaza de Catalunya no había socialistas?

La concentración de la plaza de Catalunya se celebró en un ambiente cívico, familiar y festivo. La convivencia goza en Catalunya de una salud de hierro. Así se demostró en la Diada del Onze de Setembre y volvió a quedar claro el sábado. Ese es un gran valor de una sociedad en la que se produce un debate tan polarizado como el de la soberanía.

El 11 de septiembre hubo quién quemó banderas y dio ‘vivas’ a los terroristas de Terra Llure. Todavía esperamos que el catalanismo oficial condene esos hechos.

El espíritu del Día de la Hispanidad sigue despidiendo un aroma rancio muy perceptible en la Catalunya moderna, por más que se esfuercen los teóricos de los mensajes en positivo.

No merece la pena ni responder, la verdad.

El independentismo ha ganado la batalla de la calle y marca el ritmo del debate político y mediático. Luchar contra las grandes movilizaciones independentistas, como la de la Via Catalana, con armas parecidas es una estrategia equivocada.

Nos da que esto es una manera suave y educada de decir a los no nacionalistas: ‘vosotros, mejor calladitos’.

Una visión muy distinta la ofrece Federico Jiménez Losantos en El Mundo. El turolense publica El Estado muerto y la Nación viva.

No cabe mayor contraste que el del desfile militar de Madrid y la concentración cívica de Barcelona. Mientras una escuálida representación de la Nación en Armas, sólo 2.600 soldados, desfilaba por la Castellana, la Nación desarmada, más de cien mil personas, salía a la calle en Barcelona. La ausencia del Jefe del Estado en ese estrado que colocan a 200 metros del público -no sea que a la plebe se le ocurra silbar a algún ministro o a algún miembro corrompido de la Familia Real- era la viva imagen de una institución que hace años que ni está ni deja estar, ni se tiene en pie ni deja levantarse a otros.

Añade:

El Príncipe, teniente coronel que presidió el desfilín por deferencia del capitán general, brindó luego por el Rey y por España, o sea, por las ausencias más notorias. Del Rey no diré más, para qué. De España, hace tiempo que no se acuerda nadie: ni el Gobierno ni la Oposición, ese PSOE que es el gran traidor en este competidísimo torneo de traiciones. Y España, la nación, hace mucho que no espera nada de la Corona, del Gobierno o de la Oposición.

Concluye, hablando de quienes se concentraron en Barcelona:

Será la mayoría silenciada, pero no sólo por el separatismo, también por el Gobierno del PP y por la contumaz traición del PSC y el PSOE. Yo eché en falta, la verdad, a Bauzá y a Fabra, pero no en Madrid, con Rudi, sino en Barcelona, con Rivera. El separatismo catalán quiere robar parte de Aragón y Valencia y todas las Baleares. Y los que han de impedirlo estaban allí, como los viejos sefardíes, «solos de la soledad». Pero estaban. Y lo poco que somos, son.


Carlos Cuesta.

Y de la concentración, pasamos al espinoso tema de la financiación autonómica. Sin salir del diario de Unidad Editorial, leemos La vía Camacho, firmado por Carlos Cuesta. Sobre la propuesta presentada por la mujer que susurraba a los floreros, dice:

¿Qué plan de financiación catalana es ése que los socialistas aplauden y los barones del PP combaten? ¿Se trata de un plan nacido realmente de las filas populares o diseñado tras hablar con la Generalitat como una vía inicial de acercamiento a las insaciables ansias nacionalistas?

Veremos cómo acaba lo que resulta difícil pensar que pueda ser simplemente una locura pasajera de Sánchez-Camacho. Pero mientras esperamos, permítanme que exponga la situación actual en el trato a esa Cataluña para la que el PP catalán considera necesario mejorar sus recursos.

Dice Cuesta:

No es Cataluña, sino Madrid la que debería recibir los mimos de los dirigentes nacionales. Porque es Madrid, y no Cataluña, la autonomía más perjudicada por el sistema de reparto. La misma Madrid a la que el Gobierno presiona para subir impuestos y de la que afirma que, si los baja, «será porque le sobra el dinero». Esa misma Madrid que ocupa el primer puesto en el ranking de ingresos tributarios homogéneos y, pese a ello, tras ceder 43 puntos de ingresos fiscales al resto de España (tomando como base 100 la media nacional), acaba quedando en el puesto noveno en percepción de ingresos debido a las transferencias que realiza al resto.

¿Cede Cataluña? Sí. Menos de la mitad: 20 puntos, lo mismo que Baleares que, por cierto, tampoco recibe una atención prioritaria del Gobierno nacional.

Concluye:

No estaría de más que supiéramos a qué juega el Gobierno en un asunto tan vital como la financiación autonómica. Aunque solamente sea porque lo que se está decidiendo ahí es qué parte de los ahorros de todos los españoles acaba en manos de la Generalitat de Artur Mas.

Al pasar a El País nos encontramos con que dicho periódico publica un artículo del presidente de la Comunidad de Madrid sobre el mismo asunto. ¿Qué tendrá el diario de PRISA que todos los altos cargos del PP parecen estar deseando publicar en sus páginas? No deja de resultar llamativo que Ignacio González lance su propuesta precisamente desde un periódico en el que un día sí, y otro también, se ataca con dureza todo lo que hace el ejecutivo autonómico por él presidido. Al margen de esto último, su texto se titula Un sistema de financiación mejor para toda España:

El sistema de financiación autonómica actual es un modelo que fue impuesto de manera unilateral por el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, para beneficiar a las regiones que él consideraba sus graneros de votos -Cataluña y Andalucía-, perjudicando a Madrid.

El resultado de anteponer los intereses partidistas a los intereses generales de la Nación es que hoy contamos con un modelo de financiación artificial, injusto e incoherente.

Con este sistema, desde el año 2009, esto es durante prácticamente toda la crisis, la Comunidad de Madrid ha visto cómo se le reducían sus ingresos un 8%. Este año se nos han quitado 1.000 millones, y la previsión para 2014 es consolidar una pérdida de otros 1.300 millones de euros. Una reducción seis puntos mayor que la media del resto de regiones.

Añade:

El sistema es tan injusto que, cuanto mejor va Madrid, que en estos momentos presenta los mejores datos económicos de España, menos recursos recibe del sistema de financiación. Pero, al mismo tiempo, nos hace dar más al fondo de solidaridad para que crezcan las demás regiones. En este sentido, el 73% del Fondo de Garantía de Servicios Esenciales lo pone Madrid, aportando 3.000 millones, cuando Cataluña, que es la segunda región aportadora, lo hace con 718 millones.

Sigue:

Desde la Comunidad de Madrid defendemos una reforma que acabe con las injusticias y las incoherencias del modelo actual. Un sistema donde los que más aportan no sean maltratados por el sistema de financiación y se vean representados los intereses de sus ciudadanos. Un sistema que garantice la prestación de los servicios públicos de calidad en nuestras regiones y que permita que todos contribuyan a la solidaridad común.

Concluye:

Es necesario avanzar hacia un modelo más claro, transparente, justo y coherente. Un sistema que, a diferencia del actual, premie a quien lo hace mejor, al que aporta crecimiento a la economía española y cumple con sus obligaciones. Un sistema que haga que todos contribuyan a la solidaridad en razón de sus capacidades económicas y reales.

Los madrileños sólo pedimos que se cumpla la ley y que se nos dé lo que es justo. Históricamente, Madrid ha demostrado su compromiso con la unidad y la solidaridad entre todos los españoles. Así ha sido y así seguirá siendo. Defendemos que cuanto mejor le vaya a resto de España, mejor le irá a Madrid. Pero también, creemos que cuanto mejor le vaya a Madrid, mejor le irá al conjunto de España.

Algo le dice a este humilde lector de columnas que en pocos días veremos también en El País un artículo de Montoro, o de otro miembro del Ejecutivo del registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante, respondiendo a González.


Esperanza Aguirre.

Otra figura destacada de la política, del mismo partido y también de Madrid, que publica en esta jornada es Esperanza Aguirre. La única mujer capaz de decir «pa’ habernos matao» tras sufrir un accidente de helicóptero ofrece su artículo semanal en ABC. En esta ocasión se titula El matonismo de izquierda:

Hace muy pocos días nos hemos encontrado con el tremendo espectáculo de unos sindicalistas que, en Sevilla, insultaban, abucheaban y coaccionaban moralmente a la juez Alaya, sólo porque esta juez está instruyendo un sumario sobre las corrupciones que afectan a los llamados sindicatos de clase, Comisiones Obreras y UGT. Hay que destacar que los presuntos sindicalistas proferían esos insultos con una saña especial y que, además, eran de un machismo repugnante.

Recuerda a continuación a quienes reclamaban que Crisitina Cifuentes fuera expulsada de un hospital público madrileños y a aquellos otros que rodearon la casa de Soraya Sáenz de Santamaría.

Los tres hechos tienen bastantes características en común. La primera es que se trata de manifestaciones de posiciones de izquierda o de extrema izquierda, pero que en ningún caso han sido censuradas o repudiadas por los partidos de izquierda del arco parlamentario. La segunda es que se trata, en todos los casos, de manifestaciones ilegales, es decir, que no contaban con el preceptivo permiso. La tercera, y muy significativa, es que se han dirigido contra mujeres, a las que se les ha atacado no sólo en su condición de autoridades públicas, sino en su más estricta intimidad. A la juez, en su aspecto físico. A la delegada del Gobierno, en su difícil situación clínica. Y a la vicepresidenta, en su inviolable domicilio familiar.

Para Aguirre:

El hecho de que hayan sido tres mujeres las víctimas de estas agresiones siniestras nos obliga a una reflexión más acerca de la catadura moral de los manifestantes. Si, en general, se ha echado en falta la denuncia sin paliativos por parte de los partidos de izquierda, en estos tres casos yo he echado en falta, todavía más, la réplica inmediata y radical de las feministas de cuota, de esas asociaciones de mujeres que dicen defender a las mujeres, pero que, en su sectarismo, sólo defienden a las mujeres que piensan y actúan como ellas.

Concluye:

El matonismo en política es intrínsecamente perverso, y un país que permanece impasible ante actos como estos es un país que demuestra escasa sensibilidad democrática. Pero si al matonismo le añadimos el machismo repugnante que ha acompañado estas manifestaciones, tenemos una situación que debe encender todas las señales de alerta a los ciudadanos que quieren convivir en libertad, en paz y en democracia, y debe obligar a los poderes públicos a tomarse en serio lo de que la ley caiga sobre los que la vulneran. Y no hay duda de que insultar de forma machista, como se ha insultado a la juez Alaya, además de servir para descalificar para siempre a los insultadores, es un delito que no puede quedar impune.

En el diario madrileño de Vocento, Ignacio Camacho escribe sobre el ‘acto de repudio’ contra la juez Alaya. Titula Autorretrato sindical:

La pasada semana, tras la detención de varios sindicalistas acusados de desviación de fondos, un piquete de agitación, una agresiva patota neoperonista compareció sin cita ante la jueza Alaya para organizarle un escrache matonil al pintoresco grito de «fea, fea» en la puerta del juzgado. Como primera declaración pública ha constituido todo un autorretrato moral; como actuación política representa un descomunal error, una crispada confesión de parcialidad, una inesperada asunción de responsabilidades colectivas que tritura la ya escasa reputación de unas organizaciones cada vez más perfiladas como colaboradoras necesarias de la monumental estafa.

Dice del caso de los ERE:

Aun en el caso de que no se tratase de un mecanismo de financiación irregular, como sospecha con fundamento la instructora, estaríamos ante un insólito fenómeno de cooperación con un proceso sistemático de destrucción de empleo; los teóricos defensores del tejido laboral ejerciendo como agentes activos de su precipitada liquidación en la comunidad con mayor tasa de parados de España.

Concluye:

Nadie ha pedido perdón, ni ha dado explicaciones convincentes ni ha intentado siquiera descargar responsabilidad sobre conductas particulares; la única reacción oficial ha consistido en proyectar sobre la magistrada un acoso verbal de vileza intolerable, iniciado por los dirigentes de las propias centrales y proseguido mediante un bochorno faltón de hooligans mafiosos acostumbrados a la impunidad de la coacción piquetera. Una zafia, brutal resistencia instintiva de quienes se creen depositarios de un torticero privilegio de casta, incapaces en su obtusa sinrazón de entender algo tan simple como que sus colegas no han sido detenidos por sindicalistas, sino por (presuntos) ladrones.

Terminamos en esta ocasión en el periódico de la ‘disciPPlina’. Alfonso Merlos se muestra pletórico ante la encuesta que publica La Razón, según la cual el PP está recuperándose en intención de voto. Titula Resistencia y comprensión:

Una cosa lleva a la otra. El Partido Popular está aguantando el tirón porque hay una mayoría de compatriotas que ha interiorizado que las reformas y los ajustes suman el ineludible y doloroso peaje a pagar para salir de la crisis.

Hace su personal retrato de la oposición:

No hay nada serio ni fiable ni rocoso ni numeroso al otro lado. Ya puede mirar uno a los socialistas, que se arremolinan en un partido quemado, carente de músculo, ayuno de cerebro. O a UPyD, que está mostrando de forma prematura sus barreras para seguir creciendo superado el petardazo inicial. O a los nacionalistas, que se desfondan irremediablemente víctimas de sus experimentos y delirios, sus tonterías y payasadas y astracanadas. O a los comunistas, que han tocado techo con más éxito del previsto tras echar sus redes por encima de «perroflautas» y «antisistema» de todo pelaje.

Concluye:

Nadie aplaude a rabiar al encargado de gestionar los dineros en una época de escasez y, en algunos extremos, hasta de miseria. Pero es evidente que los ciudadanos, aún a regañadientes, están dando un voto de confianza a los que saben, a los que pueden, a los que sin desmayo echan el resto cada día para la recuperación. Son ahora éstos los que han de aprovechar este aliento. Y hacer de la necesidad virtud. No hay marcha atrás.

Alfonso Ussía dedica la totalidad de la contraportada de La Razón a una actividad que no hace demasiado era muy habitual entre una gran parte de los usuarios de productos informáticos. Escribe un largo artículo para dedicar un escatológico recuerdo a Bill Gates y su familia. El motivo: se le borró un artículo entero sin haberlo guardado antes. El texto se titula En sus muertos:

Había escrito un buen artículo. Me sentía feliz. Escribir todos los días es una tortura. No entiendo esa insistencia, esa aceptación de la esclavitud. Me faltaban, a lo sumo, cuatro líneas. Ignoro la causa de la desaparición, inmediata y sin posibilidad alguna, de recuperar el texto. Un golpe a una tecla maldita.

Añade:

Me cisco en los muertos del inventor, creador o lo que sea de Microsoft. Y también en la insoportable obligación del artículo diario, como si uno tuviera el suficiente talento para pensarlo, escribirlo y firmarlo.

Continúa:

No obstante, mi indignación se resume en el imbécil que no ha calculado que un golpe distraído a una tecla puede terminar con el esfuerzo vespertino de un domingo. He intentado recuperar el texto perdido, desaparecido para siempre. Estaba contento y bastante satisfecho. Pero me he apercibido que la juventud también se rinde ante la evidencia de semejante cabronada. Me dicen que lo correcto es archivar y guardar continuamente. Es decir, lo opuesto a cualquier inspiración literaria. No me había sucedido anteriormente, y gracias a ello, estaba en paz con los muertos de Bill Gates, que merecen el mejor descanso, o acaso lo merecían hasta hoy.

Concluye con toda una serie de deseos para Gates:

Le deseo toda suerte de melles e infortunios, que se caiga en su cuarto de baño, que atraviese por el paso de peatones de un semáforo de la Quinta Avenida de Nueva York y sufra un tirón muscular cuando los coches detenidos reinician su marcha. Le deseo que después de una dura jornada de trabajo, su mujer le reciba en casa con frases tales como ‘buenas noches, cariño’ o ‘como tardabas tanto me he acostado con Flanagan, el mayordomo, que no tiene tanto dinero como tú pero presenta un fuchigamen que para ti lo quisieras. Le deseo que en la noche del ‘Halloween’, que tanto les gusta, retome a su casa vestido de bruja y el doberman le muerda. Le deseo todos los sinsabores habidos y por haber, porque me ha privado de exponer a mis lectores de un buen artículo escrito en una tarde desafortunada de un domingo de otoño. En tus muertos, Bill, en tus muertos.

Ni Richard Stallman mostraría tantos malos deseos para Bill Gates en tan pocas palabras. Cualquier día, Ussía se compra un peluche del simpático pingüino Tux y lo coloca encima de su escritorio.

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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