OPINIÓN / Afilando columnas

Pilar Rahola: «Lo oído en la manifestación de Madrid contra la sentencia de Estrasburgo da mucha grima»

Ignacio Camacho: "El Gobierno está en la obligación de mostrar una mayor empatía con los perdedores de la sentencia sobre la doctrina Parot"

La concentración de apoyo a las víctimas del terrorismo que tuvo lugar en Madrid el 27 de octubre de 2013 sigue ocupando buena parte de los espacios de opinión de la prensa de papel española el 29 de octubre. Como ya ocurriera la jornada anterior, encontramos quien cargan contra los manifestantes desde un periódico nacionalista catalán, quien se sitúa de parte del Gobierno y quien critica al Ejecutivo del registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante. Nada que sorprenda. Como aperitivo, arrancamos con una columna de la contraportada de El Mundo que perfectamente podría titularse ‘Confesiones y tribulaciones de un tertuliano televisivo’, pero que tiene un nombre más aséptico.

Nos referimos a Los tertulianos, de Raúl del Pozo. Se muestra crítico con quienes se dedican a eso de participar en tertulias en los medios:

A veces gritamos, olvidando que no debemos entrar a las casas espantando a los gatos y que la urbanidad es la cortesía del tertuliano. Recordemos el consejo del primer presidente Roosevelt: «Hablar suavemente y llevar un gran garrote». También olvidamos que, a la sombra de Pompeyo, los tertulianos de entonces besaron las manos de César antes de apuñalarlo.

Añade:

Dicen, y mienten, que vivimos la época dorada de las tertulias, esa tradición española como la zarzuela, las columnas y la Guardia Civil. Unos 200 gladiadores mediáticos salimos cada día a la arena. Los partidos nos echan a los leones como fuerza de choque o cabeza de puente, como a gladiadores de las dos fracciones que nos dividen.

Luego viene el lamento por el hecho de que dicho oficio está cada vez peor pagado, aunque precedido de una confesión de parte:

Antes de que todo se fuera a tomar por el saco nos lo llevábamos crudo pero, ahora, somos gladiadores de a perrica o dea sestercio, como decían los romanos de los luchadores del montón. Entre el transporte y el IVA la pasta se queda en nada.

Concluye:

Hubo un Madrid «archipiélago de tertulias»; ahora sufrimos los recortes. En algunos programas no pagan el auriga; en otros, ni siquiera ponen los bocatas . Vamos a organizar la huelga de las lenguas mudas.

Tras este jugoso aperitivo, nos lanzamos sobre el plato fuerte de este ‘Afilando columnas’, que es lo referido a la concentración de víctimas del 2013. Hay a quien le ha escocido, y no nos referimos a esos altos cargos del PP que se molestan por los abucheos a los ‘Tres Mospeperos’ (‘Athos’ González Pons, ‘Aramis’ Floriano y ‘Porthos’ Arenas). Una de las columnistas estrellas del periódico del Conde de Godó y Grande de España metido a independentista catalán escribe con dureza sobre los congregados en la madrileña Plaza de Colón. Se trata de Pilar Rahola y su artículo se titula ¿En nombre de quién?

Perdonen, pero lo visto y oído en la manifestación de Madrid contra la sentencia de Estrasburgo, sumado al ruido mediático infernal de los últimos días, da mucha grima. Decían que era una manifestación por las víctimas, pero se pareció tanto a una exhibición de antieuropeísmo cerril, más propio de la España de la Contrarreforma, que creo que las víctimas fueron nuevamente víctimas, esta vez de la manipulación política.

Se cura, es el nuevo discurso entre buena parte de la izquierda y ciertos portavoces periodísticos del marianismo, de acusar directamente a las víctimas. Ahora son «manipuladas». Continúa:

Y no me refiero a las águilas de algunas banderas al viento, y a los símbolos de otros tiempos y otras negruras, sino a los discursos de retórica carpetovetónica, rayana en la derecha extrema.

No sabemos qué concentración vio la señora Rahola. Este humilde lector de columnas estuvo en ella, y no encontró ninguna bandera con el anterior escudo ni simbología franquista o fascista de tipo alguno. No va a negar algún energúmeno la portara, pero seguro que había que hacer un esfuerzo para encontrarla. Y sobre el discurso, nada de retórica carpetovetónica. Lo que se reclamaba, algunos con tibieza, la verdad, era firmeza contra el terrorismo etarra. En definitiva, fuimos a Colón lo mismo que la columnista de La Vanguardia pide frente al terrorismo islámico. De hecho, este humilde lector de columnas y ella hemos colaborado en el pasado en ese sentido.

Rahola conoce a este afilador de columnas, y a pesar de las evidentes divergencias en cuestiones políticas existe un respeto mutuo. Sinceramente, ¿podría Pilar identificar al autor de estas líneas con la ultraderecha? Creo que si es sincera, la respuesta es no. Pues eso se puede aplicar a la inmensa mayoría de quienes fueron a la concentración.

Sigue:

Lo llamativo fue ver cómo el monstruo que, tiempo ha, había creado el PP usando a las víctimas de ETA como ariete de su guerra política había crecido tanto que mordía al padre en su propia mano. Jugaron con fuego, y el fuego está ahora en manos de la demagogia radical. Y por esa pendiente arisca ruedan los discursos del aislacionismo y el desprecio a la justicia.

Muchos siguen sin entender nada. El movimiento cívico contra ETA no es un monstruo, ni fue creado por el PP. En todo caso, y eso lo hemos visto después, fue usado por Rajoy y los suyos para después dejarle tirado en una cuneta en cuanto llegaron al poder. Las reclamaciones de justicia siguen siendo las mismas.

Tras recordar que hay víctimas que no comparten el discurso de quienes se manifestaron, ¿alguien lo ha negado alguna vez?, sostiene:

Eso es lo que se vio en Madrid, no una manifestación silenciosa que reunía a miles de personas en el círculo del dolor, sino un acto político ruidoso que usaba ese dolor para vender ideología. Y todo ese ruido, que cada día se parece más a una España antigua, ultramontana y oscura, lo empezó a alimentar un PP ávido de morder la yugular del PSOE, en sus épocas de batalla final.

Concluye:

Todo valía para ganar, incluso valía usar a las víctimas de ETA. Pero los resortes se han escapado de Génova y ahora arraigan en otros lares que nadan en aguas más turbulentas. El PP ya no les sirve: demasiado timorato. Y por eso sus discursos cada día se acercan más a la orilla de la extrema derecha. Triste, muy triste todo, porque al final las víctimas ya no pueden defenderse.

Triste le resulta a este humilde lector de columnas que Pilar Rahola, firme siempre contra los totalitarios de cualquier signo y contra el terrorismo, en esta ocasión yerre de cabo a rabo y vea en las víctimas lo que no existe; que se olvide por una vez de los valores que suele defender.

Y tras esta carga contra la concentración de vi, pasamos al periódico de la ‘disciPPlina’, en el que encontramos el artículo de turno defendiendo al Ejecutivo. Aquí, los que manipulan a las víctimas, o lo intentan, son otros muy distintos. Cada uno con sus fantasmas particulares, claro está. Javier González Ferrari escribe Togas a la carrera.

Al señor López Guerra se le colocó entre los togados que no parecen tener ni la más remota idea del daño que ETA le ha infligido a la sociedad española durante más de cuatro décadas, para que se asegurara de que se cumplía lo pactado entre los terroristas y el zapaterismo gobernante. Y sabiéndose como se sabe que eso fue exactamente así, la propaganda de la izquierda casi consigue que las víctimas terminen por echarle la culpa de lo ocurrido al Gobierno de Mariano Rajoy que fue el que recurrió el pasado verano el primer intento de abrir las puertas de las cárceles.

De lo de López Guerra casi nadie duda, pero el resto es de traca. Ahora resulta que es la izquierda quien trata de señalar la culpa de Rajoy, y que casi consigue manipular en ese sentido a las víctimas. Bienvenidos al Matrix de Marhuenda. Por mucho que en La Razón no se haya contado, muchas víctimas sí culpan al ejecutivo del señor gallego que se paseaba con un puro en la mano por las calles de Nueva York. Y no les falta motivos para ello.

Añade:

Pero de eso apenas se habla, como tampoco se levanta apenas la voz contra el partido que ha jugado un papel determinante para que Inés del Río y tropecientos asesinos más, vuelvan a las calles que ellos mismos sembraron de sangre y desolación.

Esto ya no es Matrix, es una desconexión total con cualquier atisbo de la realidad. ¿Qué nadie señala la responsabilidad de ese otro partido? Se ve que González Ferrraris ni ve ni escucha lo que ocurre a su alrededor. Lo que pasa, es que quien gobierna ahora es el PP, no el PSOE. Un detalle nada nimio.

Pero no seamos injustos con La Razón. También podemos encontrar cosas brillantes. Un buen ejemplo es la nueva viñeta de Montoro ‘el bueno’. Borja Montoro retrata a un etarra que dice:

Matizo: cuando digo que el fallo contra la «Parot» no conlleva desarme…
… me refiero al nuestro, claro.

Por cierto, que vimos en Colón a Montoro y su familia. Esta unos menos por delante de nosotros, y decidimos saludarle al terminar la concentración. Cuando quisimos acercarnos, entre el gentío nos resulto imposible.

Pasamos a ABC, donde sí encontramos críticas al Gobierno por su actuación en la cuestión de ETA. Ignacio Camacho firma Prueba de contraste.

Desde la simple decepción por el ablandamiento objetivo de la política antiterrorista a la sospecha de continuidad con la hoja de ruta del zapaterismo, una parte significativa del electorado popular ha entrado en serias dudas sobre la sinceridad o la competencia del Gabinete en este delicado asunto. Faisanes, bolinagas y parots acumulan suspicacias capaces de motivar un inquietante desafecto que mella la cohesión ideológica de las bases del centro-derecha.

Tal vez estemos ante una nueva contradicción del ejercicio del poder, la prueba de contraste en la que más sufre el marianismo.

Dice:

El veredicto de Estrasburgo, precedido de importantes lagunas gubernamentales de pasividad y falta de reflejos, consagra un retroceso que compromete el debilitado crédito del Gabinete, irrita a una opinión pública muy susceptible ante el desamparo y refuerza el recelo de los sectores más críticos de la derecha. El desacato es inviable en una nación voluntariamente sometida a la jurisdicción europea, pero el Gobierno está en la obligación de mostrar una mayor empatía con los perdedores de la sentencia. Que no son sólo las víctimas sino también un pueblo con conciencia colectiva de superviviente del terror.

Concluye:

Esto requiere algo más que cercanía emocional y cariño de boquilla: necesita voluntad real de minimizar el efecto de la resolución con todos los recursos legales posibles, dilatando al máximo las excarcelaciones inevitables y tratando de impedir las que no lo sean. El compromiso exige política de alcance, responsabilidad y liderazgo. La derrota jurídica ya no tiene vuelta atrás, pero hay algo peor que perder un pleito y es autoderrotarse por comodidad o por conformismo.


Juan Carlos Girauta.

En Siempre tienen razón, Juan Carlos Girauta reconoce que es «comprensible el malestar de los dirigentes del Partido Popular al verse increpados» en la concentración, puesto que entre las víctimas de ETA se cuentan militantes de dicha formación política. Pero añade:

Y sin embargo, el malestar de un partido no puede, no merece, no debe figurar junto al dolor de las víctimas concretas, junto a la carne y el hueso. Porque una ola gigantesca de dolor -en carne y hueso- ha inundado la calle, y ahoga a España. Consuelo Ordóñez encarna un dolor cierto, rotundo e ineludible; el tenor de su pancarta («Gobiernos PP-PSOE, responsables impunidad ETA») no puede ignorarlo la cúpula del Partido Popular. Nadie tiene derecho a hacer ver que no existe esa acusación, lo cual es muy diferente (¿hay que explicar lo obvio?) a suscribir su contenido.

Explica:

Desde Aznar, regía en el PP el principio de que las víctimas siempre tienen razón.

A lo que añade:

No recuerdo que, hasta ayer, nadie en la cúpula del PP se hubiera apartado de este patrón. Cospedal lo hizo al esbozar la caricatura de los manifestantes críticos con el gobierno, relacionándolos con la extrema derecha, o con la bandera «preconstitucional». Es un error que una persona con sus capacidades entenderá que debe enmendar.

Tiene un recuerdo para otros asesinados por ETA:

Por otra parte, se olvida a menudo, por culpa de la política negociadora de Zapatero, que el PSOE también ha pagado con su sangre, que socialistas buenos y valientes también murieron por representar sus siglas. Como murieron militares, policías, guardias civiles, empresarios, transeúntes, niños. Esos niños…

Concluye:

El PP no puede coincidir con la visión del antiguo muñidor de la opinión pública «progresista»: Iñaki Gabilondo, que cree obligado «apartar a las víctimas de la justicia democrática» (restricción que, por cierto, no veía necesario imponer a las víctimas del franquismo). Especialmente cuando el proyecto de ley sobre el Estatuto de las Víctimas va en el sentido contrario.

Cambiamos de forma radical de registro para cerrar este repaso diario a los espacios de opinión. Lo hacemos en El País, donde Rosa Montero publica La vida real. Arranca con gracia:

Sospecho que a Rajoy le preocupa más no haber sido espiado por Estados Unidos que haberlo sido. Si el imperio espía a 35 líderes mundiales y tú no estás entre ellos, verdaderamente es que no vales un pimiento.

Añade:

Y se diría que todo se reduce a eso: a que hablen de ti, a tu pequeño poder personal, a la pompa y el lucro. La realidad política cada vez me resulta más disparatada, más narcisa y más banal. Como esa desopilante fundación creada y presidida por Felipe González para estudiarse a sí mismo.

Acto seguido cuenta el paseo que dio por el madrileño parque del Retiro y las personas que allí observó. Concluye:

La vida estallaba en el Retiro, en fin, en toda su gloria, toda su lucha y toda su pena. Era emocionante. Los políticos deberían bajarse del coche oficial y ponerse a pasear de vez en cuando.

Alguien en El País que cree en los milagros…

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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