OPINIÓN / Afilando columnas

Fernando Ónega: «Quizá Magdalena Álvarez montó el sistema de los ERE con la mejor intención»

Gistau: "En su visita a ABC, Rajoy abundó luego en la virtud de la docilidad de los medios"

Cuando pasan dos días del décimo aniversario del 11-M, todavía son muchos los articulistas que escriben sobre los atentados, y más de uno lo hace para lanzar puñaladas contra otros periodistas o medios de comunicación. Es como si no hubiera ningún colaborador de los espacios de opinión que quisiera dejar pasar la semana sin decir algo al respecto. Sin embargo, ya empiezan a aparecer textos sobre otros asuntos, algunos realmente peculiares. El 13 de marzo de 2013 podemos asombrarnos a leer, por ejemplo, que alguien montó toda una trama corrupta «con la mejor intención».

Como cada jornada, hacemos sonar nuestra armónica de afilador, y dejamos constancia de las columnas que más nos han llamado la atención y de lo que tenemos que decir sobre ellas.

Arrancamos en el periódico del conde de Godó y Grande de España que recula en su apuesta por el independentismo catalán. Fernando Ónega es el autor del sorprendente argumento que antes señalábamos. Su artículo en La Vanguardia se titula El fianzazo:

La juez cree haber encontrado la llave del misterio [sobre quién montó la estructura de los falsos ERE en Analucía]: Magdalena Álvarez fue la ingeniera y la cocinera de los trucos. Quienes la conocen aseguran que es incapaz de llevarse un euro ilícito a su bolsillo, con lo cual la diferencia con Ferrán y Bárcenas es éticamente notable.

Y como ‘quienes la conocen’ dicen que no es capaz de quedarse con un dinero que no le corresponde, pues nos lo creemos y la consideramos éticamente superior a Ferrán y Bárcenas. Incluso aunque sea cierto que no se ha llevado nada, no significa nada. Es como decir que un mafioso es éticamente superior a otro porque robaba para su banda y no se quedaba con una parte del botín de cada atraco concreto.

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Añade Ónega:

Pero Alaya la hace responsable de montar el sistema ERE. Yo me limito a decir: ¡lo que son las cosas, señores! Quizá Álvarez lo hizo con la mejor intención. «Suena a obra de caridad», le escuché una vez a un alto mando socialista, en cuya cabeza no entraba tanto latrocinio. Pero claro: aquí no se juzga la intención. Se juzga un chanchullo espectacular.

Si se demuestra que la mujer que soñaba con ver a Esperanza Aguirre colgando de la catenaria fue la que montó el sistema corrupto, que nadie dude de que lo hizo con la mejor intención… de financiar al sindicato hermano del PSOE, beneficiar económicamente a su partido y desviar dinero público a las cuentas corrientes de sindicalistas, militantes socialistas, familiares de ambos y unos cuantos empresarios con buena relación con los del puño y la rosa y su filial sindical.

Es cierto que a ‘Maneli’ le ha perseguido durante mucho tiempo la fama de no ser demasiado inteligente, pero sería de agradecer que Ónega no desprecie el uso que sus neuronas hacen los lectores de La Vanguardia. Al menos al humilde lector de columnas no le gusta que le tomen por tonto.

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Tomamos el puente aéreo –estando la ex ministra cerca preferimos no tomar el AVE, no sea que el vagón se llene de polvo al pasar por un túnel– con destino a Madrid. Nada más llegar a la capital de España nos dirigimos a ABC, cuya redacción visitó el día anterior el registrador de la propiedad que creíamos metido a Gobernante. Y a dicho acontecimiento le dedica su largo texto David Gistau. Titula Visita a la ‘canallesca’.

La visita del presidente del gobierno a un periódico se producía en un momento en que a Rajoy lo adorna la fama de enviar directores al taxidermista y el oficio, postrado económicamente, atraviesa el ciclo menos crítico que uno recuerda.

Añade:

Cuando el presidente describió las características que en su opinión ha de tener un gran periódico y que detecta en ABC -valores, circulación de ideas, libertad para los escritores, altavoz social, la nación que dialoga consigo misma, según cita de Miller-, uno casi se levantó para gritar: «¡Y contrapoder!». Es que eso se le olvidó. De haberlo hecho, los escoltas probablemente habrían procedido a mi desalojo. Rajoy abundó luego en la virtud de la docilidad cuando en otro tramo de su intervención diferenció los medios «maduros» de los que no lo son en función del entusiasmo con el que habían comprendido sus políticas de lucha contra la crisis, incumplimientos del programa incluidos. Es evidente que episodios como el caso Bárcenas le han dejado un cierto poso de enojo personal, porque hasta dos veces pidió «respeto».

Al afilador le columnas le resulta evidente que Rajoy no convenció a Gistau. De forma educada, este párrafo es una crítica a un inquilino de La Moncloa al que molesta la prensa que actúa como ‘contraponer’ y que considera que la madurez es, en los medios, aplaudirle a él.

Concluye:

Rajoy se transformó entonces. El lector de ABC que se sentía en casa y compartió recuerdos de su abuelo levantó la voz, tensó el lenguaje corporal, y se convirtió en el parlamentario agresivo que conocemos de los grandes debates. Parecía que, cegado por los focos, no estaba seguro de no haber visto a Rubalcaba o Cayo Lara sentados en la segunda fila. Mutaciones tan repentinas sólo suele causárselas Rosa Díez. Por momentos se habría dicho que regañaba al auditorio por no haber comprendido todo cuanto tuvo que hacer. Y vive Dios que si hay un auditorio en Madrid al que no necesita regañar era éste.

Tiene mérito que ABC publique un texto como el de Gistau, en el que se critica la intervención de Rajoy en la visita que hizo al periódico y se llega a señalar al propio diario madrileño de Vocento como el más fiel al presidente del Gobierno. Destaquemos, eso sí, que esa misma postura ‘marianista’ no es seguida por gran parte de los columnistas del diario fundado por Torcuato Luca de Tena.


Ramón Pérez-Marua.

Y sin salir de ese mismo periódico entramos en materia de cuchilladas a cuenta del 11-M. El aristócrata que no concibe que la Guardia Civil no viole sus ordenanzas cuando un marqués va de cacería —El indignado aristócrata Pérez-Maura se enfada con la Guardia Civil por no dejar cazar en paz al marqués de Griñón— se lanza a degüello contra otros medios. Ramón Pérez-Maura titula Hipocresía.

Estos diez años no han sido fáciles para quienes desde casi el principio han apostado por la vía que -a la luz de los hechos- ha sido la acertada. Y estos no eran ni quienes hablaron de terroristas suicidas el 11-M, ni quienes han estado buscando todo tipo de claves ocultas que ni el más provecto egiptólogo hubiera sido capaz de descifrar. Todo ello ha sido a mayor gloria de un negocio periodístico que decía buscar una «verdad» que nunca apareció. Porque estaba ante ellos y no querían verla.

Ahí está una crítica, sin citar, a la SER y a El Mundo. Pero la emisora de PRISA no es el objetivo, este es el diario de Unidad Editorial:

Ahora las propias Víctimas han querido unirse, lo que «El Mundo» debe de interpretar como una amenaza. Así que, si casi todos vimos en la Misa de la Catedral de la Almudena del pasado martes un acto de unidad, quienes creen que esa unidad desbarata sus teorías tienen que titular «Aznar y Zapatero, ausentes del funeral unitario del 11-M. A los dos ex presidentes les hubiera gustado asistir».

Nos parece muy osado decir eso de que El Mundo pueda ver como una amenaza que las asociaciones de víctimas se hayan unido para conmemorar la masacre. Parece que en ocasiones todo vale para criticar a un medio rival.

Lanzar esta gratuita agresión contra las Víctimas define a quien lo hace. Hace falta mucha hipocresía para escenificar división cuando lo que de verdad se quiere ocultar es que lo que se ha estado haciendo durante años no ha conducido a ninguna parte. Y defiendo sin atisbar una duda que cualquier indicio que surja sea investigado, pero no que se emplee la sangre de nuestos muertos como un arma política doméstica. El enemigo está claramente identificado y se regodea con cosas como las que aquí se escriben. Y, en este caso, me duele especialmente decirlo.

Algunos no hemos visto que desde El Mundo se criticara a las asociaciones de víctimas, a quién se señalaba era al Gobierno y a la dirección del PP y del PSOE. Pero suponemos que con eso el ataque de Pérez-Maura pierde fuerza. Está bien que el aristocrático columnista pida que no se emplee a los asesinados por los terroristas como ‘arma política doméstica’, pero debería plantearse si lo que el hace no corre el riesgo de caer en algo próximo a eso, pero con fines propios de guerras mediáticas.

)

Mucho más duro que Pérez-Maura es Jorge M. Reverte en El País. Titula Desalmados.

Nadie con la menor dosis de decencia e información dudó a las 24 horas de que se tratara de un ataque del islamismo radical contra la ciudadanía.

¿Entonces no tiene El País, periódico en el que se publica la columna de Jorge M. Reverte dosis alguna de decencia? En su editorial del día siguiente de los atentados —11-M–se afirmaban cosas como estas:

Una cierta carga de la prueba corresponde a ETA, una organización que no siempre reconoce sus atentados y que como todo terrorismo vive de la confusión. En el límite, podrían haber preparado la furgoneta con los versículos como falsa pista.

El portavoz de la ex Batasuna, Arnaldo Otegi, expresó ayer su rechazo a «la masacre», pero sólo tras afirmar que «la izquierda abertzale no contempla, ni como mera hipótesis, que ETA esté detrás de lo ocurrido». Su argumento fue que se trata de «acciones indiscriminadas contra la población civil, trabajadores», lo que no corresponde al modus operandi de ETA. No es verdad. Esa banda lleva muchos años atentando contra civiles desarmados, incluyendo niños, mujeres embarazadas, toda clase de trabajadores. Y el método utilizado es idéntico, aunque con más explosivos, al previsto en la estación madrileña de Chamartín la pasada Nochebuena. Tal vez aleguen que ETA avisa. A veces lo hace y a veces no.

Parece entonces que en El País tenían dudas 24 horas después. ¡Qué poca dignidad! Pero volvamos al artículo:

Luego, un grupo de periodistas escogidos entre la basura, al servicio de políticos rencorosos y sin ningún escrúpulo, se dedicó a sembrar sospechas que sumieron al país en la confusión y, sobre todo, aseguraron a las víctimas un eterno calvario de ajuste de cuentas con la realidad.

(…)

Todos ellos tienen nombres y apellidos, y ninguno ha pedido perdón, sobre todo a las víctimas. Se llaman Federico Jiménez Losantos, Pedro J. Ramírez, Eduardo Zaplana, Ángel Acebes y más. Algunos callan ahora, otros siguen piando.

Lo dicho. Diez años después, algunos están más interesados en atacar a quienes mantienen posturas diferentes de las propias que en recordar el sufrimiento de aquel día.

)

Salimos ahora de lo referido al 11-M al pasar a El Mundo. Manuel Jabois escribe una entretenida columna titulada Desayuno informativo.

Rajoy pudo haber faltado [a la sesión de Control del Gobierno en el Parlamento] para ir a un desayuno informativo de Massiel y no se le hubiera dicho nada. De hecho, se le puso al lado Gallardón, que es ahora mismo la Massiel del la, la, la. Rajoy a veces lo miraba y sonreía en paz consigo mismo y con el mundo; esa sonrisilla de Marca y pantuflas. Rajoy está en ese momento de la legislatura en que sus gestos empiezan a tener significados ocultos, o eso creen quienes lo rodean; el presidente es como un círculo en la cosecha.

Nos ha hecho mucha gracia ese retrato del ministro de Justicia como la Massiel del la, la, la. A quien suponemos que no le ha tenido que divertir en absoluto es a la auténtica Massiel.

Sucede siempre en La Moncloa: cuando el líder está tranquilo y seguro empieza a recogerse en sí mismo y a disfrutar del verdadero placer del poder, que es la información. Como procede de él, sólo él la conoce. ¿Para qué decir el candidato a Europa? En las últimas semanas Rajoy ha tenido que compartir despacho muchas veces con un hombre que se va a tener que ir a vivir a un sitio en el que los mejillones al vapor los sirven con patatas fritas; no sólo eso: probablemente tenga que llevarse a su familia. ¿Le ha dicho algo? No. Este hombre no lo sabe, pero Rajoy sí. A veces es probable que se le escape algo o juegue de forma intencionada. Un día a lo mejor reúne a todos alrededor de una mesa, se sube y elige al candidato como el Manneken Pis. Una Presidencia del Gobierno debe de ser como entrenar al Madrid: eso hay que vivirlo.


Salvador Sostres.

Terminamos con Salvador Sostres, que en Mas y España vuelve a poner en duda que el objetivo del presidente catalán sea lograr la independencia.

A Mas no le interesa la independencia sino los réditos que da el conflicto, que es de lo que siempre han vivido él y su partido. Lo peor que podría pasarle a Mas, y a la tropa de patanes que tiene a sueldo, desde Quico Homs hasta sus alegres muchachos de la prensa comprada, es que algún día Cataluña se convirtiera en un Estado y se quedaran sin poder administrar el descontento.

España no es la enemiga de Mas: es su socia en el negocio. Su gran enemiga es ERC, que de verdad quiere la independencia, y está dispuesta a proclamarla si algún día tiene los escaños suficientes.

Concluye:

Convergència no es un partido para resolver problemas sino una trama para cocerlos a fuego lento y sacarles el máximo provecho. Mas sin España sería un mindundi incluido en cualquier ERE.

El único que se ha dado cuenta es Rajoy y por eso no va a ceder hasta verle arrastrarse por los suelos.

¿Donde ha quedado ese Sostres que en julio de 2012 decía que Rajoy no llegaría a comerse los turrones —Nuestro Monti–?. En aquel entonces escribió:

Rajoy caerá en otoño, si es que no cae mañana, o pasado. La situación era especialmente difícil, pero él ha resultado especialmente nefasto.

Poco más de año y medio después, ese mismo columnista catalán se ha convertido en el gran palmero del gallego que se fotografió paseando por las calles de Nueva York con un puro en la mano.

 

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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