Lo cuenta este 2 de junio de 2019 Javier Redondo en su tribuna de El Mundo y en ella cuenta como desde los intestinos del PSOE se está estudiando una jugada magistral para acabar de una tirada con Podemos y, especialmente con Pablo Iglesias, al que después de los resultados de las elecciones municipales y autonómicas ha pasado a convertirse en un político escasamente apetecible –Tres días después del tremendo castañazo electoral del 26M, Iglesias y Monedero se juntan para atacar a periodistas no afines y deshacerse en elogios con ‘El Director’-.
Señala Redondo que la idea del PSOE es jugar con Podemos a la hora de dar cargos en el nuevo Gobierno de Sánchez –El bochorno padre está por llegar: en Podemos empiezan a pedir cabezas públicamente a través de redes sociales-:
Cuando el Partido Socialista se encuentra cómodo o se siente fuerte no hace prisioneros. Así se lo ha hecho saber Ábalos a Iglesias. Pedagógicamente explicó la posición del PSOE respecto de la formación del Gobierno. Concluyó que la defensa de un Ejecutivo monocolor, de ‘orientación’ socialista, abierto a independientes de ‘prestigio’, es más «eficaz, incluso mejor para Podemos». O sea, que Iglesias se quedará sin cartera por su bien. Ábalos no desarrolló la idea, pero teniendo en cuenta las maniobras que inició Errejón al mismo tiempo como correo de Gabilondo, las palabras de Ábalos adquieren un comedido y tácito tono de advertencia que estremece a Iglesias: «Podría ser mucho peor, Pablo, piénsalo: ¿no querrás ver a Errejón de ministro?». Tanto que Iglesias recula y se trabuca.
Plantea la futurible entrada de Errejón en el gabinete sanchista –Así maquina Iñigo Errejón su jaque mate a Pablo Iglesias y el asalto y conquista de Podemos-:
Errejón quiere ser ministro socialista y probablemente Sánchez está dispuesto a nombrarlo. Pero no ahora. Errejón pronostica lo que en Ferraz saben y evalúan con tiento aunque la puesta en escena persiga ocultarlo. Anclados en la política de bloques, si Cs no cruza la línea y se aproxima al PSOE, la izquierda va a necesitar siempre, para empatar, de los separatistas; y esto, únicamente mientras el centro derecha ande desnortado y la derecha dividida. Por eso Errejón destapa el cubilete Villacís. No tiene ninguna posibilidad de que prospere su propuesta de arrimarse a Cs en Madrid e intercambiar la Alcaldía -para Villacís- por la Comunidad -para Gabilondo-, aunque constituye una intuitiva maniobra de distracción que opera en un doble sentido: liquida a Podemos en Madrid y se atribuye credenciales como comisionado.
Recoge unas declaraciones antiguas de Villacís sobre lo que ha sido Podemos en todos estos años –Los facinerosos del escrache a Begoña Villacís recibieron 48.000 € de subvención de Carmena y sus compinches de Podemos-:
«Nunca me he dedicado a la política, era mi primer día y nunca me he visto en la situación de tener a tanta gente delante que te odia. Aparte de los insultos nos dijeron que merecíamos la guillotina y la horca». Lo dijo Villacís tras la constitución del Ayuntamiento en 2015. Los simpatizantes de Podemos increparon a su salida a los concejales de Cs. Carmena censuró el acoso. Ningún otro dirigente de Podemos lo hizo. Errejón podría empezar por ahí, o al menos fijar el momento a partir del cual importa el pasado.
Y apunta la jugada que tienen en mente en Ferraz para dejar a los podemitas colgados de la brocha –Ana Oramas sacude un palo al socialista Abalos en directo, a cuenta de los apaños del PSOE con Podemos-:
Ábalos se abre a incluir a independientes próximos a Podemos porque el partido de Sánchez ha entendido parte de lo que fue el origen de Podemos: empleados públicos indignados cuando se acabó la fiesta y el reparto. Ni pudieron promocionar en política ni mantener las subcontratas. Es su momento. Iglesias en el Gabinete supone un incordio; algunos de los suyos, su fin.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72