Hay silencios que mortifican la historia y hay silencios que pretenden ocultar hechos relevantes y poco conocidos tal y como pude comprobar en la Jornada Conmemorativa del 40 aniversario de la legalización del sindicalismo en la policía española, en el año 1984. Para romper estos silencios y con la fuerza que da estar convencidos de que fueron parte esencial en la pretendida democratización de la Fuerzas de Seguridad del Estado cerca de un centenar de policías y guardias civiles venidos de toda España se dieron cita en la cátedra Estratégica de Seguridad, Emergencias y Catástrofes de la UMA que dirige el profesor Sánchez Blanco. Y el propósito diseñado por el organizador de las Jornadas, el expolicía y ahora profesor Pedro Pacheco se consiguió. Es cierto que para muchos de los asistentes recordar y abrir el tarro de la historia sería muy fuerte y doloroso. Pero era necesario, tal y como señaló el profesor Sánchez Blanco y el propio rector de la UMA, Teodomiro López. Quienes fueron policías y guardias civiles en los tiempos duros, con la democracia en paños menores, que sufrieron persecuciones increíbles dieron fe de que no quieren que su lucha quede en el olvido y, sobre todo, que es tiempo de rearmar en democracia los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado y que, por tanto, no se puede bajar la guardia.
Hace cuarenta años de la creación del primer sindicato policial, el Sindicato Unificado de Policia (SUP), de tendencia progresista en sus orígenes y que ahora, por desgracia, es casi una burla de lo que en sus inicios tenía y más cuando una parte e sus dirigentes actuales ha tenido la osadía de pedir al grupo facista Desokupa que enseñe a los policías que lo deseen las más duras y transversales artes marciales, las que recuerdan a la policía más radical y franquists. Los policías armadas y guardias civiles que estuvieron en el origen del sindicalismo policial se manifestaron, de forma rotunda, contra este proyecto. Una mayoría de los primeros sindicalistas de aquellos años de los 80 y 90 fueron expulsados del cuerpo, sometidos a torturas mentales y hasta físicas inenarrables y que cuando alguno de los asistentes hiciera un breve relato de lo sucedido, sobre todo en la conocida como “Operación Columna” se estremecía el cuerpo, se retorcían los sentimientos y, en más de una ocasión hubo intervinientes a los que el nudo en la garganta y en el corazón le impidiera hacer el relato de la tortura mental que sufrieron y que aún perdura. Existe un tupido velo sobre los hechos ocurridos en el seno de la policía y la guardia civil durante la década de los años 80 y 90 y la represión de que fueron objeto quienes, desde dentro de las Fuerzas de Seguridad el Estado, quisieron abrir las ventanas y la libertad para que la democracia y el sindicalismo fueran compañeros inseparables de los primeros movimientos sindicales que se produjeron, reprimidos con enorme dureza física y mental.
Y me impresionó como moderador de la mesa redonda organizada, la sensatez, seriedad, análisis y propuestas que hicieron los distintos intervenientes abogando por la unidad sindical, la radical oposición a la creciente militarización de las fuerzas de Seguridad del Estado y, sobre todo, el reconocimiento interno dentro del Cuerpo y de forma pública a quienes abrieron las puertas a un sindicalismo que juzgaron imprescindibe en estos momentos y acercarse a Europa en este campo, tal y como diseñó y expuso el profesor Sánchez Blanco y ratificaran los dos sindicalistas invitados al acto, de Comisiones Obreras (CC OO ) y de la UGT. Muchos de los asistentes, una vez expulsados de la Policía Armada o de la Guardia Civil, reiniciaron vida profesional que le llevaron a ser médicos, profesores y otras profesiones dignificando un esfuerzo que les hizo salir del atoro mental y psicológico a que se vieron sumidos. Uno de ellos narraba como lo llevaron al paredón y simularon fusilarlo. Demasiado.
Por eso y porque ya hay antecedentes se acordaría en las Jornadas que al igual que en el Congreso de los Diputados hubo reconocimiento oficial y político a la lucha que llevaron a cabo dentro de las Fuerzas Armadas para la UMD, los militares democráticos, se inicie un proceso para que se pueda extender dicho reconocimiento a quienes fueron condenados por la llamada “Operación Columna”, algunos de los cuales estaba presente.
La experiencia vivida en el seno de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad les llevó a pedir no sólo la unidad sindical, cambio de mentalidad en el Gobierno para que se alcancen las mismas condiciones laborales y salariales que los policías de las comunidades autónomas y entidades locales y, sobre todo, el derecho a la libre sindicación y la unificación de la Policía y la Guardia Civil en un solo Cuerpo, adaptando así el modelo policial español al trimendisional del Estado: Central, autonómico y local.