Fermín Bocos – Incidentes por investigar


MADRID, 26 (OTR/PRESS)

Los incidentes extremadamente violentos provocados por grupos de radicales que atacaron a la policía al final de la manifestación que puso fin a las llamadas «marchas de la dignidad», han acaparado la mayor parte de la atención de los medios. Se habla de los incidentes, con razón, puesto que los ataques a los agentes y las cargas policiales de réplica se saldaron con un centenar de heridos. Sesenta de ellos, policías.
Se habla de los incidentes, pero apenas hay espacio y titulares dedicados a reflejar el éxito de las marchas que lograron reunir en el centro de Madrid -de manera pacífica, la violencia se desató después-, a varios cientos de miles de personas. Manifestantes venidos desde diversos puntos de España para llamar la atención y protestar por los recortes que aparejan las políticas sociales del Gobierno. Recortes que han empobrecido y empujado a la exclusión a mucha gente.
No olvidemos que España, con el 26 % de paro -más de cinco millones de personas- está a la cabeza del desempleo en Europa. En fin, esa era la letra grande de las marchas y de la protesta movida por colectivos de la izquierda afines a los sindicados y a IU y apoyada por el PSOE aunque no estaba entre los convocantes.
Marchas, por lo demás, legales y pacíficas. Lo mismo que la protesta hasta que, en eso aparecieron los radicales. ¿Quienes son? Las siglas publicadas: grupúsculos de radicales venidos de Galicia y el País Vasco y células de difusa identidad anarquista, suministran datos para los pies de fotos de las imágenes que ilustran la ferocidad con la que atacaron a los policías, pero no aclaran del todo quién está detrás de este lumpen radical. Por eso urge abrir una investigación seria. Otra investigación, al margen de la que reclaman los representantes sindicales de los policías para saber sí hubo fallos o descoordinación en el operativo de los antidisturbios. Fallos o instrucciones encaminadas a rebajar el perfil de las cargas por estar aún fresca la polémica sobre lo ocurrido en Ceuta y visto que los mandos políticos sabían de la presencia en Madrid de observadores de la OSCE.
Investigación, para despejar cualquier duda acerca de la identidad última de los salvajes que atacaron con saña a los policías. Los lectores de Conrad («El agente secreto»), saben lo que quiero decir. Y, por último, aunque no lo último: a la espera de que la Justicia castigue a los responsables, vista la magnitud de los incidentes violentos, harían bien los sindicatos y los partidos de la izquierda, (IU, PSOE) en condenar semejante salvajada. En democracia, recurrir a la violencia, ni está justificado ni puede encontrar aval. Ni refugio en el silencio o entre los pliegues del eufemismo.

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