Dr. Amadeo Muntané Sánchez: «Santos en la Iglesia por la gracia de Dios (y del dinero)»

Dr. Amadeo Muntané Sánchez: "Santos en la Iglesia por la gracia de Dios (y del dinero)"

He leído un artículo de Patricia R. Blanco que ha escrito en El País: « Santos en la Iglesia por la gracia de Dios (y del dinero)»

En primer lugar tengo que decir que esta periodista escribe este artículo en clave ideológica, la cual seguramente está inspirada en postulados marxistas de descendencia filosófica hegeliana. Dicho lo cual, cuando alguien habla de la Iglesia desde esta perspectiva comete el error de no adecuar su entendimiento a la realidad de las cosas y por consiguiente, da lugar a conclusiones poco acertadas. Digo esto porque la Iglesia es una institución compleja que está formada de elementos humanos y elementos divinos, y esto último es fundamental porque si no se tiene en cuenta, la visión eclesiológica que se pueda tener no es ni mucho menos aquella que responde a la que Jesús puso de relieve diciendo que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Eso no quiere decir que las personas que forman parte de la Iglesia  no sean pecadores. Pero precisamente ese es el núcleo que nos lleva a la santidad, es decir, a la visión de Dios en el más allá. La santidad no es un merecimiento nuestro ni lo podemos conseguir con nuestras propias fuerzas, es un don de Dios, al cual la criatura responde y se entrega luchando contra aquello que nos aparta de Dios y que es el verdadero mal: el pecado. Si, como dice Patricia R. Blanco,   el 78% de las personas santificadas o beatificadas hasta 1955 pertenecen a la clase alta e influyente, esto no tiene sentido considerando que es Dios el que llama. Y puede llamar a quien quiera. De hecho seguro que hay mucha gente que no ha sido influyente ni de clase alta que son santos, de ahí, la celebración de todos los santos el 1 de noviembre. Ciertamente cuando la Iglesia manifiesta, mediante su magisterio, que alguien es santo o beato, pone de relieve que esta persona está en la presencia de Dios y puede ser un ejemplo a seguir como camino de santidad. Los caminos para ser santos son múltiples y han sido diferentes a lo largo de los siglos, teniendo una cosa en común: hacer la voluntad de Dios.

Precisamente el Papa en su exhortación Gaudete et Exultate, (Alegraos y regocijaos), de abril de 2018, propone “la santidad de la puerta de al lado” o “santos sin supuestos éxtasis”, es decir, personas que busquen la santidad en la vida cotidiana. Pero eso nada tiene que ver con buscar equilibrios humanos. La santidad de lo ordinario, que desde 1928 predicó San Josemaría Escrivá, es aquella que en estos tiempos puede llevarse a cabo con normalidad. Cuantos problemas nos evitaríamos si muchos padres de familia decidieran luchar para ser santos. Seguramente las cifras de violencia de género,  abandonos,  suicidios, disminuiría mucho. Es evidente que para entender eso no es suficiente con tener un coeficiente intelectual determinado sino que uno debe ser asistido por la gracia del Espíritu Santo.

La visión de «clase alta, clase media y clase baja» no tiene sentido en el acontecimiento de promulgar la santidad o beatificación de un fiel. Lo más importante de cara a Dios es como vive uno su propia vida, tanto si es rico como si es pobre, teniendo en cuenta que la pobreza cristiana no consiste en no tener sino en estar desprendido.

Con respecto a Carlo Acutis he de decir que el milagro que aconteció por su intercesión, fue la curación de una anomalía congénita denominada páncreas anular. Esta curación puede comprobarse, por ese motivo la relación entre la petición de intercesión y la curación, manifiesta el milagro, requisito para que la Iglesia afirme que Carlo Acutis está en el cielo delante de Dios, y da lo mismo si era burgués. Para Dios la «clase social» no cuenta. Es cierto que Jesús dice que  «será más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en el Reino de los Cielos». Pero hace referencia a aquellos cuya vida consiste en hacerse ricos a cualquier precio, no importando lo que se tenga que hacer y pensando que la riqueza va a ser motivo de salvación. No hay que olvidar que Jesús alabó a personajes ricos que decidieron seguirle como Zaqueo o como José de Arimatea.

Por último los sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos que fueron martirizados en la II República Española, y esperemos de todo corazón que no vuelva a repetirse para bien de todos, vertieron su sangre a manos de sus verdugos  por confesar y profesar su fe. La Iglesia ve en ello, y no infundadamente, motivo de beatificación y santidad. Lógicamente esto no tiene nada que ver con morir por defender una idea política por más noble que sea.

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