Este martes, 11 de febrero de 2014, Jesús Maraña publica en Infolibre una columna titulada ‘Por amor, por estética y, sobre todo, por la pasta’ en la que arranca diciendo:
«Ella aportaba el capital simbólico de la realeza. Muñoz hacía el trabajo sucio». Fernando Muñoz fue un Urdangarin del siglo XIX, y «ella» era la viuda de Fernando VII, la reina regente María Cristina. Lo cuenta muy bien la historiadora Isabel Burdiel en su magnífica biografía de Isabel II.
Añade que:
Los autos del juez José Castro han venido argumentando que la infanta Cristina aportaba al Instituto Nóos el «capital simbólico de la realeza», mientras su marido, Iñaki Urdangarin, exjugador de balonmano y todavía duque de Palma, «hacía el trabajo sucio»
Y concluye:
No hay precedentes de que una infanta se siente en el banquillo en este país, pero repasando la historia, eso tiene más que ver con la escasa fortaleza democrática que ha caracterizado a España que con la ausencia de motivos para juzgar a infantas, regentes y hasta reyes. (La inmunidad también ayuda).