Rafael Moyano

«Estos seis meses de política en funciones a Ciudadanos le han servido para madurar»

"Estos seis meses de política en funciones a Ciudadanos le han servido para madurar"
Rafael Moyano. PD

Rafael Moyano se muestra más receptivo con Albert Rivera del que alaba que haya encontrado su sitio en el panorama político. En otras palabras, que se haya definido:

«Espero que el sillón de Rajoy no bloquee España. Votar a Rajoy hoy es votar un bloqueo, el bloqueo de un país. Hablaré con el PP, pero no con quien cobró de Bárcenas». Albert Rivera ha encontrado un parapeto con el que defender la independencia del voto a Ciudadanos y lo va a explotar hasta el final de la campaña. Con la agilidad dialéctica y la habilidad de envolver el mensaje que quiere trasladar, el líder centrista (el de la centralidad es uno de esos mensajes) insistió en el Foro de EL MUNDO en que los partidos deben dejar claras sus preferencias postelectorales. Se lo exigió al PSOE y luego expresó las suyas: ayudará al PP siempre que Rajoy no sea el candidato.

Resalta que:

Rivera reivindica el centro y se vanagloria del peso de su partido en el centro político europeo. Reivindica, también, su papel clave por ser el partido de la regeneración: «No habrá estabilidad política sin regeneración». Lo lógico sería que Ciudadanos recogiera el voto del descontento más organizado, más del sistema. Eran sus expectativas para el 20-D y lo son para el 26-J. La ecuación es sencilla: debería quedarse con los cabreados más progresistas del PP y con los más moderados del PSOE.

De eso se han nutrido siempre los partidos de centro, de una amalgama de ideologías próximas con el nexo común del orden y la estabilidad. De ahí surgió Unión de Centro Democrático y también por esa causa murió. No es este el caso. En lo único en que se parecen es que Ciudadanos también es un partido en torno a un líder, y UCD rodeó y articuló el proyecto de Adolfo Suárez. El centro de hoy no es el de hace 35 años, ese que Alfonso Guerra, con esa habilidad especial para apuntillar a sus enemigos, definió así: «La mitad de los diputados de UCD se entusiasma cuando oyen en esta tribuna al señor Fraga y la otra mitad lo hace cuando quien habla es Felipe González».

Dice Rivera que Ciudadanos no es fruto de un calentón: «Somos nuevos pero no somos». Nuevos en la política nacional, pero veteranos y sufridores en la catalana. Se le nota por lo suelto que anda cuando habla de esa tierra natal que se le quedó pequeña, y considera una heroicidad tener más de tres millones de votos en toda España partiendo de sus tres escaños en el Parlament. Es lo extraño, que al final haya ocupado un espacio de centro un partido nacido como contención al nacionalismo catalán cuando ya se estaba abriendo hueco trabajosamente una fuerza alternativa al bipartidismo. Nunca sabremos qué hubiera sido del nuevo centrismo español si UPyD y Ciudadanos hubieran unido sus fuerzas. Pero ambos eran partidos en torno a un líder y ninguno de los dos parecía dispuesto a ceder espacio. Visto lo visto, Rosa Díez fue la que midió peor. Albert Rivera, que buscó desesperadamente el acuerdo con la formación ahora prácticamente desparecida, no quiere ni oír hablar de ella: «La diferencia con UPyD es que ellos proponían cambios y Ciudadanos viene a hacerlos». No sabemos lo que hubiera pasado, pero la formación de Rosa Díez le habría dado más poso ideológico a la de Rivera, algo que ahora construyen a marchas forzadas en Ciudadanos.

Y sentencia:

Estos seis meses de política en funciones a Ciudadanos le han servido para madurar, es como si ahora hubiera encontrado su verdadero sitio. Antes del 20-D, Rivera jugueteó con Podemos para extender el mensaje de que ambos encarnaban la nueva política frente a la vieja del PP y PSOE. Ahora ha puesto distancia, ha roto su colegueo con Iglesias: «Podemos es venganza y nosotros justicia». Admite que tanta cercanía puede haber sido un error porque en este medio año el populismo ha enseñado su verdadera cara, «aunque ahora vuelva a esconderla». En su aspiración por encontrar el centro genuino entre PSOE y PP ha terminado definiendo los extremos a los que atacar: de un lado Podemos, que oculta su ideología tras el desencanto y que sólo está pensando en el poder, y de otro Rajoy, que no el PP: «Hay dirigentes del PP que me han dicho que quieren regenerar o renovar su partido, pero no se atreven».

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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