No se si se han dado cuenta, de que Pablo Iglesias se soltó este 4-M el moño y ha vuelto a la coleta.
Esa que se acaba de cortar, para ir a forrase a la sombra del millonario Roures y facturando conferencias, asesorías fake e informes inexistentes a los torturadores chavistas y sus compinches bolivarianos, como hace su mentor Zapatero.
El secretario general de Podemos, el presumido que decía que el 70% de los madrileños era de izquierda -qué olfato político el suyo- ha anunciado su retirada de la política, tras la aplastante victoria de la popular Isabel Díaz Ayuso, porque no quiere ser un «tapón«.
Es una magnífica noticia para la democracia española que un personaje con un perfil tan chusco, un tipo que despachaba ‘matones a sueldo’ a reventar la cabeza de los asistentes a los mítines de VOX, tenga que irse, pero debe quedar claro que se va a la fuerza, empujado por el rechazo que provoca en la ciudadanía española.
No te vas, te hemos echado, ‘Coletas‘.
Y es el momento de hacer una reflexión sobre este ‘corte de coleta‘, sobre todo si es usted un poco progre y cree que el personaje tiene algo salvable.
En su llorosa despedida, ante sus hasta ahora súbditos destacados de Podemos, el exvicepresidente de Sánchez, el que usaba un teléfono pagado por los ayatolás iraníes y proponía a las alumnas irse con él al baño, cuando era profesor auxiliar en la Universidad Complutense, se refirió un par de veces, con voz engolada, a ‘todo lo que han logrado‘, en los siete años transcurridos desde que su troupe entró en escena, sacando cinco escaños en las elecciones europeas.
Y claro que es asombroso lo que han conseguido, esencialmente, él, su cónyuge Irene Montero y la banda que controla el partido morado.
Los que le han votado, incluidos la inmensa mayoría de los que lo volvieron a hacer en estas elecciones autonómicas madrileñas, siguen viviendo en sus modestos pisos de Vallecas y barrios similares, se enfrentan cotidianamente al paro, el ERTE o la necesidad. Han perdido poder adquisitivo y están bastante más jodidos que hace siete años.
Justo lo contrario que él, que disfruta de chalet con piscina y casita de invitados, dos docenas de guardaespaldas a granel, opulenta pensión de 5.316 euros al mes como ex vicepresidente y además tiene colocada a su indocumentada pareja, cobrando en el Consejo de Ministros.
— Kilgore (@billkilgore_) May 4, 2021
La retirada de Iglesias es consecuencia de las sucesivas bofetadas que los electores le han venido propinando elección tras elección y de sus ansias de hacerse todavía más rico.
Madrid , donde creyó que gobernaría convertido en una especie de Mesías Rojo, ha sido su tumba política, pero el cursi y soberbio líder podemita ya venía noqueado.
Hasta al anunciar su retirada le ha faltado categoría. Su despedida es la propia de un un tipo tan vanidoso y fatuo, que en lugar de hacer autocrítica y asumir que sus flaquezas, carga contra el electorado.
Aunque el gran culpable de los males que aquejan ahora a España son el socialista Pedro Sánchez y un PSOE convertido en empresa de colocación, capaz de aliarse con los herederos de ETA y con los separatistas catalanes para seguir chupando del frasco, sin principios, valor o coherencia, el importante reseñar que el paso del ‘Coletas‘ por la política española ha sido nefasto para la democracia española.
Su forma de actuar y sus ideas son incompatible con un Estado de Derecho con separación de poderes.
Su retroalimentación de intereses con golpistas y proetarras entregó el poder político a los enemigos de España, en connivencia con un presidente del Gobierno socialcomunista que, con tal de mantenerse en el poder, permitió sin inmutarse que la democracia se fuera degradando a pasos agigantados.
Que se vaya Iglesias, aunque sea a hacer dinero, es la mejor noticia, pero conviene no olvidar que su partido sigue en el Gobierno de España.
Iglesias desparece de escena, pero sigue ahí Sánchez y sacarlo de La Moncloa es prioritario.
Que se vaya Pablo Iglesias, el caradura que intentó engañar a todos, todas y todes.
Y cuanto más lejos, mejor.