Eugenio D’Ors definió como cultura, cuando alguien lee una frase brillante de un célebre pensador, la encuentra genial y la hace suya, olvidando, acto seguido, las palabras exactas pero asimilando la idea. Tan solo será un problema de tiempo que olvide también el nombre del autor.
Creo que éste es uno de los pocos pensamientos de los que recuerdo el nombre de quien lo dijo, aunque ya he olvidado cómo era la frase original.
Los pensamientos ajenos, cuando son brillantes, hay que comprenderlos y asimilarlos, porque una vez los hacemos nuestros, estos pasan a formar parte de nuestro pensamiento y de nuestro patrimonio intelectual.
En cuanto a la memoria literal y repetitiva, mejor que la dejemos para los cursis, cotorras, loros, papagayos, y tertulianos de la pública. Como aquel gorrón “pique-assiette”, que no contento con cenar gratis todos los días, a base de colarse en todas las inauguraciones y eventos sociales, jamás perdía la ocasión, entre canapé y canapé, de pronunciar, solemnemente, su frase favorita: – ‘Porque tal y como dijeron los generales Menéndez y Pidal, Roma no paga a traidores…’
Y es que lo que la Naturaleza no da, Salamanca no lo presta; ni fumando en pipa.