El falso amor, aquel que se construyó sobre el lujo y nivel de vida, se deshace como un azucarillo en el momento que la economía familiar falla y hay que apretarse el cinturón.
Pero también la riqueza es la muerte de muchos amores honestos que se construyeron partiendo de la nada, sobre el esfuerzo y el sacrificio diario.
Y es que no todo el mundo sabe digerir la riqueza, al igual que no todos son capaces de asimilar la pobreza.
Con la llegada de la riqueza, se comienza cambiando de coche, luego de barrio, para concluir cambiando a la pareja de toda la vida, por una (o dos) más joven.
Con la llegada de la pobreza el amor verdadero sobrevive porque es verdadero, y si este alguna vez se rompe, pues se arregla.
El amor verdadero es ajeno a la riqueza o la pobreza, porque es verdadero y está por encima de lo material, aunque no de los celos y el rencor.
Todo lo demás no es más que agonía de amor interesado; amor bastardo.