SLo que menos le perdono al Sistema, es que además de aguantar su aliento en la nuca, encima tenga que soportar la algarabía histriónica y violenta de los antisistema.
Sistema y antisistema, las dos caras de una misma basura; aunque bien es cierto que cuando uno conoce las letra pequeña y la experiencia histórica, de lo que propugnan los antisistema como solución a nuestros males, sin lugar a dudas que, -basura por basura-, me quedo con la existente, ya que en el actual Sistema, por lo menos tengo derecho al pataleo y a expresar libremente mi opinión, tal y como ahora estoy haciendo, sin riesgo terminar mis días en un campo de concentración, o torturado y ejecutado en una oscura checa. Por el momento, claro, que a la marcha que vamos, todo se andará; y no por primera vez.
Y es que la cosa ha cambiado, desde que las líneas rojas que salvaguardaban el ´Sistema´ (La Constitución), son de color rosa, y el oficio de periodista libre, se ha ido convirtiendo en una profesión de riesgo.
Algo muy peligroso, habida cuenta que el monopolio legal de la violencia, la tiene el Estado; o si no, que se lo pregunten a los gaseados y apaleados de Ferraz.
Triste, pero cierto. Es lo que ocurre cuando los antisistema y su ideología ´woke´ del caos, se convierten en el Sistema.