Pedro Sánchez vuelve a ejerce de “dictadorzuelo” para enchufar a dedo a sus ‘amiguetes’ en altos cargos.
El presidente títere, que danza al ritmo que marquen desde el independentismo catalán, mandó a las Naciones Unidas al exministro de Industria, Comercio y Turismo Héctor Gómez. El político dejó ya su escaño y se trasladará en breve a Nueva York en calidad de embajador representante permanente de España ante la ONU.
La plaza estaba vacante desde junio de 2023 con la salida de Agustín Santos Maraver cuando este fue fichado por Yolanda Díaz para Sumar.
Por los temas a tratar y por la cantidad de asuntos técnicos que es necesario conocer al dedillo, representar a España en Naciones Unidas es un desafío incluso para los diplomáticos de carrera con dilatada experiencia. De hecho, desde la llegada de la democracia, nunca se había nombrado a un embajador político.
El puesto es uno de los más prestigiosos que se pueden alcanzar como diplomático y la mayoría de los gobiernos del mundo envían a personas de primera línea. Rusia, por ejemplo, mantuvo durante años en el cargo a su actual ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov.
En otra acción sin duda controvertida, el Ejecutivo ha decidido colocar a Miguel Ángel Oliver, exsecretario de Estado de Comunicación con Sánchez, al frente de la Agencia EFE.
Este nombramiento se produce apenas horas después de la destitución de Gabriela Cañas, quien ocupaba el cargo desde 2020. La periodista expresó su agradecimiento a quienes hicieron posible su nombramiento y manifestó su deseo de que la Agencia EFE continúe trabajando de manera excelente, reconociendo a sus profesionales.
Miguel Ángel Oliver, que fue el primer secretario de Estado de comunicación nombrado por Pedro Sánchez, ocupó ese cargo entre 2018 y 2021. Durante ese periodo, estuvo a cargo de la gestión comunicativa del Gobierno durante la pandemia de la COVID-19. Sin embargo, su comportamiento sectario durante ese tiempo generó enemistad entre él y la comunidad periodística.
Nuevo nombramiento a dedo
El nuevo nombramiento de Miguel Ángel Oliver refleja un patrón recurrente por parte de Sánchez al colocar a sus principales seguidores en posiciones destacadas. Este patrón es evidente en la designación de la exministra Dolores Delgado como Fiscal de Sala de Memoria Democrática y Derechos Humanos, a pesar de no contar con el respaldo del Consejo Fiscal, que prefería a Luis Rueda para ese cargo. También se observa este tipo de designaciones con José Félix Tezanos, conocido por sus posturas polémicas, quien fue nombrado por el Ejecutivo como presidente del CIS después de cuatro décadas de militancia socialista.
Otro ejemplo destacado en estos últimos años es el de Juanma Serrano, quien fungió como jefe de Gabinete de Sánchez hasta su llegada a la Moncloa. Su lealtad le valió la presidencia de Correos a pesar de su falta de experiencia en ese ámbito. En la misma línea, encontramos a Isaura Leal, exdiputada en la Asamblea de Madrid, que fue ‘ascendida’ como comisionada frente al reto demográfico, un nuevo cargo creado a medida para otra seguidora fiel de Sánchez.
Estas designaciones generan críticas y alimentan el debate sobre la politización de ciertos cargos, cuestionando la idoneidad de los candidatos más allá de su lealtad política.