El escándalo llega un momento especialmente delicado para el Gobierno de Mariano Rajoy, tras un año de fuertes recortes del gasto en servicios públicos esenciales y múltiples promesas de austeridad y transparencia
El ‘bombazo‘, cargado de material tóxico, va escondido entre líneas en el largo artículo con que ‘El País’ abre este 19 de enero de 2013 su portada.
Para cubrirse, el periodista Francisco Mercado cita como fuente de su información en el diario del Grupo PRISA al «entorno de los extesoreros del PP» para asegurar tajante que desde la etapa de la presidencia de José María Aznar hasta la del propio Mariano Rajoy, incluida, los principales dirigentes del partido han cobrado un sobresueldo que ni el partido ni ellos declaraban al fisco:
El sistema fue ideado por Aznar, que no quería cobrar un sueldo tan abultado como presidente del PP. Entonces se ideó la fórmula de complementar el sueldo oficial con una cantidad mensual para supuestos gastos de representación, pero «que no tributase».
Y se instaló un sistema por el que se abonaba, solo a los principales dirigentes, un sobresueldo que no declaraba el partido al fisco, por lo que el perceptor tampoco estaba obligado a hacerlo.
La media de esos sobresueldos rondaba los 3.000 euros mensuales. La tesorería del partido, según el entorno de Bárcenas y Lapuerta, guardaba una celosa lista del perceptor de esas cantidades, en la que había dos puestos siempre fijos como perceptores de complementos: el presidente y el secretario general del partido. En ocasiones se benefició a cargos ajenos a dichos puestos.
Rajoy, según fuentes próximas a los extesoreros, heredó el sistema, pero le disgustó y, tras cobrarlo unos meses, renunció a seguir haciéndolo. No le convencía la fórmula de los pagos opacos. Su secretaria general, Dolores de Cospedal, también fue perceptora de esos sobresueldos opacos, según las mismas fuentes próximas a Bárcenas.
No hay periodista que no haya oído alguna vez a un político -indeferente de su partido o nivel- decir eso tan perverso de «yo aquí estoy perdiendo dinero«.
Ese pensamiento, asumido por todos ellos y muy discutible, explica que a alguien se le ocurriera la peregrina idea de repartir mensualmente sobres color manila llenos de billetes.
No hay pruebas concretas de nada, pero la naturaleza de los datos sobre corrupción que afloran en tropel tiene a la dirrección del PP expectante y en estado ‘shock‘.
En un momento especialmente delicado para el Gobierno de Mariano Rajoy, tras un año de fuertes recortes del gasto en servicios públicos esenciales y múltiples promesas de austeridad y transparencia para mejorar la imagen de los políticos, los avances de la investigación del caso Gürtel, con el descubrimiento de las cuentas secretas del extesorero de esta formación, suponen un golpe muy duro para la credibilidad del PP y de sus dirigentes.
Luis Bárcenas guarda los secretos de las finanzas del partido de los últimos 18 años y desde su entorno, como maniobra para chantajear a Rajoy y sin sin aportar aún pruebas documentales que lo avalen, se asegura que tiene datos ‘muy comprometedores’.
Bárcenas, una persona clave en la estructura del PP incluso cuando todavía era AP, y cercana tanto a Rajoy como a Javier Arenas y a otros muchos dirigentes históricos, en especial Francisco Álvarez-Cascos, entraba hasta este miércoles con tanta naturalidad en la sede de Génova que tiene allí incluso una sala dedicada en exclusiva a sus cajas de documentación, la sala Andalucía.
Cospedal y Bárcenas protagonizaron en 2010 un rocambolesco episodio a cuenta de esa sala.
El extesorero tapó el cristal con cinta oscura para que nadie viera qué había dentro, y ella ordenó despegar la cinta. Ahora las cajas están a la vista de todos en la sede.
Bárcenas ingresaba como gerente, primero, y como tesorero, después, una media de 200.000 euros al año, según sus declaraciones de la renta. Cantidad superior a la que percibían el presidente y el secretario general del PP.
Esas retribuciones, con su mujer en paro, no permiten atesorar 22 millones de euros en una cuenta suiza a nombre de una sociedad domiciliada en Panamá.
El extesorero no tenía actividades mercantiles declaradas durante la época en que acumuló los 22 millones, tan solo ejercía de gerente del PP y, desde 2004, como senador. Bárcenas explicó a los gestores del banco suizo donde depositó su dinero que se dedicaba a la compraventa de obras de arte y a la promoción inmobiliaria.
Desde que fue imputado en el caso ‘Gürtel’, primero por haber recibido supuestamente comisiones ilegales de la trama corrupta y después por diversos delitos fiscales relacionados con ingresos de cantidades en el banco en billetes de 500 euros, Bárcenas ha amagado con airear algunos trapos sucios de dirigentes de su partido, al sentir que le habían abandonado a su suerte en el proceso judicial abierto contra él.
El ostracismo al que le condenó Rajoy, cuando saltó la ‘Gürtel’ y la decisión de María Dolores de Cospedal de retirarle todo apoyo, son cosas que Bárcenas no ha perdonado.
Su desgracia, aunque tardará en asumirlo, es que una lanzado el ‘bombazo‘ de los osbres con sobresueldos, se queda con escasa munición.
La incógnita es cuantos ‘cadaveres políticos’ dejará la explosión.