Sesión Golfa

Juan Carrasco de las Heras

Gennio

Hace bien poco nos hacíamos eco de que al gran Ennio Morricone le acaban de conceder “por haber enriquecido con su talento cientos de películas” el Premio Princesa de Asturias de las artes, junto a su colega de profesión John Williams. “He elegido escribir música como una forma de comunicación. La música, de hecho, sin que haya nadie que la escuche, no tiene sentido”, escribió en agradecimiento por su reconocimiento. Lamentablemente no va a tener la oportunidad de recogerlo, puesto que en la pasada madrugada del 6 de julio, el gran compositor que ya era historia hace décadas ha fallecido a los 91 años en su querida Roma, la ciudad que siempre fue innegociable para él y que nunca cambió por Los Angeles. Estaba ingresado en una clínica por una caída, y su cuerpo dijo “The end”.

El legendario compositor de más de 500 bandas sonoras, de carácter complicado, huraño y de talento superlativo, ganó un oscar honorífico en 2006 y otro en 2016 por poner música a Los odiosos ocho de Quentin Tarantino, aunque como todo genio que se precie de serlo, los premios no eran su perdición, precisamente. O al menos eso es lo que siempre transmitió con sus declaraciones.

Adquirió fama internacional de la mano del western con la música de la Trilogía del dólar, de Sergio Leone. Era uno de los compositores cinematográficos más prolíficos del mundo, con creaciones míticas para películas entre las que destacan entre otras La misión (1986), o Cinema Paradiso (1988). En 2018, con motivo de su 90 cumpleaños, Morricone inició la gira The Final Concerts World Tour para despedirse definitivamente de los escenarios. Recorrió en un alarde de energía y respeto hacia el público, precisamente fuente de dicha energía, más de 35 ciudades europeas en más de cincuenta conciertos.

El descomunal legado que deja es en forma de una inolvidable carrera de la que solo se ha arrepentido de una cosa, tal y como confesaba en el libro-entrevista con Tornatore: no dedicar más tiempo a su esposa, María.

Algunas de las palabras más atinadas sobre Morricone las ha pronunciado el afamado productor de cine Aurelio de Laurentiis lamentando que con Morricone “se va una parte del cine mundial” y “un testimonio de cómo los italianos pueden ser protagonistas en todas partes”. “Su humildad, combinada con una grandeza nunca ostentosa, le ha permitido apoyar películas pequeñas y muy grandes, otorgándoles un alma única que las ha hecho inolvidables y perfectas”, ha apuntado. Y ha calificado su música como “un vínculo universal capaz de unir a todos en un abrazo global de amor”.

Funeral en la intimidad, no podía ser de otra forma, y una carta de despedida póstuma son el adiós de este genio y figura, digno y lúcido hasta el fin de sus días. “Yo, Ennio Morricone, he muerto. Lo anuncio así a todos los amigos que siempre me fueron cercanos y también a esos un poco lejanos que despido con gran afecto”, empieza la carta que redactó el autor para la “especial ocasión”. Añade además, probablemente sobrepasando los límites de la discreción, que “sólo hay una razón para despedirse de este modo: no quiero molestar”; pero, después de todo, si uno no se muere como quiere, al menos le queda despedirse siguiendo el compás que le dé la reverenda gana, sólo faltaba…

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Juan Carrasco

Éste homínido ceutí es crítico de cine desde hace años en el diario El Faro de Ceuta, así como responsable del espacio cinematográfico y de opinión "Fila 7" en la web www.ceuta.com y colaborador en la emisora de radio Onda 0 con su sección semanal "El Cine en la Onda".

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