Comunión de Carmen el día anterior a su fallecimiento

Por Carlos de Bustamante

 

(Entorno de Vigarny. 1520. “Última cena”)

Fue, mis amigos, el día 2 de agosto (viernes). Se había confesado el día anterior después de no poder hacerlo semanalmente como acostumbraba por la dificultad durante nuestra estancia en el balneario Abadía de los Templarios.

Ignoro qué pediría al Señor recién recibido en absoluta gracia de Dios. Sé que pocos días antes comentó con Teresa- su más amiga que empleada de hogar y de total confianza-, ‘quién me cuidaría caso de que ella falleciera primero´. Os recuerdo, mis amigos, su total entrega durante 36 años desde que me diera el ‘yu-yu´ en atender con inmenso cariño y cuidados sumos las muchas limitaciones que he tenido y tengo.

Y hablando de peticiones, copio y pego lo recién leído:

“El Señor desea que pidamos también bienes temporales, los cuales, debidamente ordenados, nos ayudan a llegar al Cielo. Tenemos muchos ejemplos de ello en el Antiguo Testamento, y el mismo Señor nos mueve a pedir lo necesario para esta vida. No debemos olvidar que su primer milagro consistió en convertir agua en vino para que no se malograra la fiesta de unos recién casados. En otra ocasión alimentará con pan a una ingente multitud que, hambrienta, le sigue lejos de sus hogares… Tampoco olvidará advertir que le den de comer a la hija de Jairo, a la que acaba de resucitar…

El pan es el símbolo de todos los dones que nos llegan de Dios. Pedimos aquí, en primer lugar, el sustento que cubra las necesidades de esta vida; después, lo necesario para la salud del alma.

Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron. Este es el pan que baja del cielo para que si alguien come de él no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Si alguno come de este pan vivirá eternamente; y el pan que Yo daré es mi carne para la vida del mundo. San Juan recordará toda su vida este largo discurso del Señor y el lugar donde lo pronunció: estas cosas las dijo en Cafarnaúm, en la sinagoga.

Discutían, pues, los judíos entre ellos diciendo: ¿Cómo puede este darnos a comer su carne? Pues Jesús afirma claramente que su Cuerpo y su Sangre son verdadero alimento del alma, prenda de la vida eterna y garantía de la resurrección corporal.

Los oyentes entendieron el sentido propio y directo de las palabras del Señor, y por eso les costaba aceptar que tal afirmación pudiera ser verdad. De haberlo entendido en sentido figurado no les hubiera causado extrañeza ni se hubiera producido ninguna discusión. El realismo de estas palabras y de las que siguieron es tan fuerte que excluye cualquier interpretación en sentido figurado.

No cabe una interpretación simbólica, como si participar en la Eucaristía fuera tan solo una metáfora, y no el comer y beber realmente el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
No está Cristo en nosotros después de comulgar como un amigo está en un amigo, mediante una presencia espiritual; está ‘verdadera, real y substancialmente presente´ en nosotros. Existe en la Sagrada Comunión una unión tan estrecha con Jesús mismo que sobrepuja todo entendimiento.

La Sagrada Eucaristía, de modo análogo al alimento natural, conserva, acrecienta, restaura y fortalece la vida sobrenatural. Concede al alma la paz y la alegría de Cristo, como ‘un anticipo de la bienaventuranza eterna; borra del alma los pecados veniales y disminuye las malas inclinaciones; aumenta la vida sobrenatural y mueve a realizar actos eficaces relativos a todas las virtudes: es `el remedio de nuestra necesidad cotidiana´ ”.

Sé, mis amigos, que con lo dicho no les descubro ningún nuevo Mediterráneo; pero me pete recordar y haceros también partícipes de momentos – ¡ay! – irrepetibles de mi Carmen. ¿Cómo no sentir mitigado el dolor con la alegría -sin que haya contradicción- de una comunión recibida en las mejores condiciones para entrar en la felicidad para siempre de la que fue mi mayor amor en este `valle´?

Creo haberos dicho ya, mis pacientes amigos, qué quiso decirme con sus ojos fijos en los míos cuando regresaba a su lugar en el banco donde estábamos durante la Santa Misa en nuestra parroquia. Hoy creo que ya presentía su fallecimiento. Hoy creo que me miraba con inmenso cariño transmitiendo su preocupación de cómo y quién haría sus veces después de la premonición que transmitían sus ojos. Creo haberlo dicho: me miró con Amor, con mucho Amor, porque llevaba en su interior al Amor de los Amores y no supo ni quiso mirame de otra manera. También lo he dicho y no me importa repetirlo: ¿Cómo no sentirme tristemente alegre si sé que ahora está -aunque no sepa cómo- viendo cara a cara al Señor que tanto amaba? Y a su Madre Santísima Virgen del Carmen con cuyo Escapulario murió porque desde muy niña siempre, siempre, lo llevó puesto.

Cuando ahora ocupo el puesto de costumbre en el primer banco de la iglesia para oír la Santa Misa y recibir al Señor, dejo el hueco donde cada día estaba a mi lado; y desde él cada día la veo venir, recibida la Comunión. También y tal vez infringiendo las normas en el momento de dar la paz a quienes están próximos, beso la mano de Pilar (92 años) como hacía con mi Carmen; porque si no está bien, creo, dar la paz con un beso, tampoco veo normal dar sólo la mano a mi mujer. Pilar sonríe complacida, porque sabe que hago en ella el gesto que haría con Carmen, de alguna manera presente en el espacio vacío, que deja con mucho cariño.

Pequeñas cosas, en fin, que, como dedadas de miel, recibo a diario con mayor dulzura en el momento en que mi queridísima esposa recibía la Sagrada Comunión. Más intensamente, si cabe, el 2 de agosto pasado, día anterior al de su tránsito al Cielo. Si no me da otro `fervorín´ como el presente, continuaré, si Dios es servido, con Remembranzas.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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