Por José María Arévalo
Ir a Las Tuerces -les contaba hace unos días, el pasado 11 de octubre, en artículo titulado “Mi amigo Super Mario Bros”, entre otras muchas cosas de nuestra familia cuando mis hijos no habían llegado a la adolescencia-, era una de las salidas más apetecidas por mis hijos en las que realizábamos los sábados, por sus singulares formaciones de rocas entre las que se metían y jugaban al escondite. Años después visitamos toda la familia la Ciudad encantada de Cuenca, y nuestra impresión fue que, en comparación, aunque son muy ditintas, nos quedábamos con nuestras Tuerces pero con la facilidad que el paraje conquense tiene para recorrerlo. Las Tuerces tienen muy difícil acceso, sin señalizar en absoluto –no sé cómo conseguí averiguar el camino, creo que preguntando en el pueblo desde el que se accede-, y no digamos el Cañón de la Horadada, que comienza precisamente donde acaban aquellas, y su prolongación hacia el este se ve desde la Tuerces pero no hay forma de encontrar el camino para recorrerlo (ahora veremos que por fin tenemos un posible aunque difícil acceso).
Por casualidad he visto la noticia de que Aranda de Duero acogió la exposición sobre el Geoparque de Las Loras, desde el pasado 9 de septiembre. Nunca había oído hablar de este Geoparque ni de ningún otro, parece que es uno de esos inventos nuevos para cuidar el ecosistema y fomentar el turismo sostenible. Por cierto que me viene a la memoria la pregunta de un hijo mío, hace años, sobre el concepto de “sostenible”, sobre el que le había tocado intervenir en un debate en el colegio y no teníamos ni idea de qué iba; y a pesar de que ya empezaba a funcionar Google no encontrábamos nada, menos mal que un profe le dio alguna idea. Nunca me he sentido más frustrado –en realidad por ignorante-, y ahora al ver lo de los “geoparques” me pasa un poco lo mismo.
La exposición fue presentada por el director científico del geoparque, José Ángel Sánchez, junto a representantes de la Fundación de la Catedral y la Diputación de Burgos, en un acto en el que ha destacado la relevancia de los lugares retratados.
La muestra, bajo el título ‘Geoparque de la Unesco Las Loras: un patrimonio natural y cultural de relevancia internacional’, se compone de una treintena de fotografías de este enclave burgalés, repartidas en temáticas como la Unesco, geología, cultura, biodiversidad y desarrollo. Se pueden ver algunos de los hitos naturales del geoparque, como son la cueva de los franceses, las Tuerces o los cañones de la Horadada, del Rudrón y Alto Ebro, además del campo petrolífero de Ayoluengo.
El Geoparque de Las Loras, de unos mil kilómetros cuadrados y distinguido con esta denominación por la Unesco en 2017, es uno de los seis proyectos en torno a los que trabaja la Fundación de la Catedral.
El primer geoparque mundial de Castilla y León
No tengo muy claro lo que comprende el geoparque de Las Loras, porque los mapas que ofrece la red son muy confusos. Pero he encontrado un estupendo artículo de Javier Prieto Gallego, de hace unos años, sobre los 10 paisajes más interesantes que se pueden ver en Las Loras.
Empieza explicando que Las Loras es un espacio geográfico muy especial que se extiende por el costado nororiental de la provincia de Palencia y el norte de la de Burgos. Su paisaje está repleto de impresionantes formaciones trabajadas durante millones de años con ahínco por las fuerzas más poderosas de la tierra: la erosión y los movimientos tectónicos.
Este amplio territorio montañoso que comparten el noreste de la provincias de Palencia y el norte de la de Burgos en su límite con Cantabria, con 16 municipios incluidos en ambas provincias, que se ha convertido en el primer geoparque mundial de Castilla y León, se muestra ante los ojos profanos como un revuelto de páramos descarnados, vallejos profundos, cuevas, cascadas, montañas con el perfil de chinchetas y laderas de estratos a la vista, tan colocaditos en capas que parecen compuestos por la mano de un pastelero.
Pero a ojos de geólogo son un magnífico muestrario de los procesos formativos de la tierra. Un territorio con un alto valor paisajístico y geológico digno del mayor grado de protección posible. Con esa intención se formó en el año 2004 la red de geoparques mundiales, promovida por la UNESCO. Con esa y con la de promover, al mismo tiempo, “los vínculos entre el patrimonio geológico y todos los demás aspectos del patrimonio natural y cultural de la zona, demostrando palmariamente que la diversidad geológica es el fundamento de todos los ecosistemas y la base de la interacción de los seres humanos con el paisaje”.
10 rincones que ver en Las Loras (Burgos, Palencia)
La importancia y el peso del amplio catálogo patrimonial -geológico, artístico, natural, etnográfico…- que atesora el geoparque de las Loras es tan grande que, ni aunque pasasen millones de años, se podría comprimir en diez puntos. Por eso esta lista es solo una invitación a adentrarse en un territorio que, sin duda, está lleno de alicientes y sorpresas.
1.- Las Tuerces. La Escalera del Tiempo.
Si hay un rincón de Las Loras en el que parezca que los elementos se han construido un parque de juegos a su medida ese rincón son Las Tuerces. Laberintos, mesas, callejones, cuevas, setas gigantes, lapiaces… perderse por su interior es como recorrer el Ikea de la geología. “La Escalera del Tiempo” es uno de los tres itinerarios autoguiados que pueden hacerse en Las Loras. Encontramos su inicio en la localidad palentina de Villaescusa de la Torres, junto al río. Desde ese punto, ayudados por los paneles informativos, el paseo va “escalando” los peldaños del tiempo geológico al mismo tiempo que se aúpa hasta el corazón de esta “ciudad encantada”.
El desgaste sobre algunas peñas sugieren la forma de gigantescos animales.
( Entrada a la Cueva de los Franceses y Mirador de Valcabado) (*)
2.- Mirador de Valcabado.
Mucho más al oeste, pasado Aguilar de Campoo y después en dirección norte, allí donde termina la carretera que pasa junto a la Cueva de los Franceses se abre el abismo. Y sobre el abismo uno puede asomarse a este mirador para quedarse extasiado con la contemplación del Valle de Valderredible muchos, muchos metros más abajo. Es también un lugar perfecto para ver cómo el borde del páramo da lugar a una larga cuesta en la que se van sucediendo diferentes hábitats y especies vegetales en función de la altitud y el grado de humedad.
Ecribí sobre todo ello en “Aguilar de Campoo, de actualidad” el 16.01.18 en artículo que puede ver todavía en https://www.periodistadigital.com/tresforamontanos/20180116/aguilar-de-campoo-de-actualidad-689403957659/
3.- El Pozo Lobos.
Desde el Mirador de Valcabado, siguiendo la senda señalizada que corre paralela a la orilla del páramo, se alcanza en 2,5 km la trampa utilizada durante siglos para capturar y abatir a los lobos de la zona. La captura de lobos era una práctica que los vecinos de los distintos pueblos realizaban de forma coordinada repartiéndose las tareas necesarias para acorralarlos y conducirlos hasta la trampa. Un pozo circular rodeado por una cerca de piedra era el punto hacia el que se acosaba a los lobos para que acabaran cayendo en él.
4.- Menhir de Canto Hito.
Desde el aparcamiento de la Cueva de los Franceses arranca el sendero señalizado “La Memoria del Páramo” que conduce en un corto paseo hasta este menhir de piedra caliza hincado en mitad de la desoladora planicie del páramo de La Lora de Valdivia. Inclinado hacia levante y rodeado por un círculo de pequeñas piedras semeja, sin serlo de ningún modo, un extraño y remoto reloj de sol de resonancia ancestral. El menhir de Canto Hito despunta sobre la horizontalidad apabullante del Páramo de La Lora de Valdivia.
5.- Surgencia de Covalagua.
Casi a mitad de camino entre Revilla de Pomar y la Cueva de los Franceses se localiza el aparcamiento en el inicio de la pista que, en un corto paseo, conduce hasta Covalagua. Más que una única “cueva de agua”, este paraje acumula un buen número de “agujeros” sobre las paredes calizas del valle cuya función es, básicamente, servir de aliviaderos a los acuíferos del páramo. Es decir, cuando “la esponja” geológica que es La Lora de Valdivia ya no da para más los arroyos subterráneos brotan por este paraje alumbrando los primeros brincos del río Ibia.
( Nacimiento del rio Covalagua o Ivia, que generó la cueva de los Franceses y da nombre al valle y la zona de “La Valdivia”) (*)
6.- La Cueva de los Franceses.
Llegando desde la localidad de Revilla de Pomar, poco después de coronar el páramo de La Lora se alcanza el centro de visitantes de uno de los hitos indispensables en cualquier recorrido por la reserva geológica. La visita a la Cueva de los Franceses, que recibe su nombre al hallazgo en su interior de esqueletos procedentes de la Guerra de la Independencia, es la mejor forma de ver cómo interactúan el agua y la roca cuando aquella desaparece bajo la superficie del páramo.
( Cueva de Los Franceses) (*)
7.- Fuentes del río Odra.
Otro de los agujeros por los que revientan los acuíferos que corren bajo los páramos de Las Loras es el que da lugar al nacimiento del río Odra, en la vertiente burgalesa de este territorio. Se accede desde la localidad Fuenteodra por la senda que sigue el curso del río hasta su nacimiento, en un apartado vallejo entre cantiles. Parte de la magia de este espectáculo natural está en que solo es visible en periodo de deshielo o muchas lluvias.
8.- Hoces del Rudrón.
Los cañones del Rudrón es uno de los espacios naturales protegidos que pueden visitarse en el interior de los límites de la reserva geológica. De hecho, revisten una especial relevancia ornitológica debido a las poblaciones de rapaces que anidan en los roquedos. Los cañones pueden recorrerse a pie por la orilla del río tomando la senda -muy perdida entre la vegetación a veces- que parte de Hoyos del Tozo y lleva hasta Moradillo del Castillo en unos 6 km.
9.- Peña Amaya.
La superficie plana de esta montaña -inconfundible en el horizonte rocoso de la reserva- albergó asentamientos humanos durante más de 2.000 años. Esta perfecta fortaleza natural, rodeada casi por completo de cortados que la hacían inexpugnable, se convirtió en uno de los principales baluartes indígenas de resistencia ante la invasión romana a finales de la anterior Era. Su castro fue escenario de los últimos enfrentamientos de la Guerras Cántabras. Se accede por una pista desde la localidad de Amaya.
10.- Cañón de la Horadada.
Volvemos a la zona de Las Tuerces- La exploración por lo alto de este cañón denominado de la Horadada, que se abre a lo largo de 3 km entre Mave y Villaescusa de las Torres da lugar a una bonita jornada senderista. Me alegro de que el autor nos explique como acceder, lo que, como les dije al principio del artículo, me parecía imposibles. Veamos:
El paseo puede iniciarse junto a la antigua central hidroeléctrica que hay a la salida del cañón y que se alcanza por un camino de tierra desde la carretera que une Olleros de Pisuerga y Mave. Junto a la central arranca el sendero que enseguida se encarama a la parte alta del cañón hasta donde se llega a través de un enorme boquete horadado en la roca. El paseo ofrece impagables vistas tanto del cañón como del importante castro de Monte Cildá, al otro lado del cañón, y de Las Tuerces, hasta donde se puede continuar sin pérdida.
En fin, no para ir con niños o personas mayores. Es una pena que no pongan mejores accesos, tanto a las Tuerces como a la Horadada, como los tiene la Cueva de los Franceses y todos los paisajes que hemos señalado en su entorno.
Esperemos que esta declaración de Las Loras como “Geoparque de la Unesco” sirva para hacerlas más accesibles, que ahora, en buena parte, no lo son.