Doña Teresa Gil, un enigma histórico

Por José María Arévalo


(Sepulcro de Teresa Gil en el monasterio de Sancti Spiritus de Toro)

El pasado mes de octubre, concretamente el día 8, escribíamos en estas páginas sobre los sepulcros de la reina Beatriz de Portugal, y el de Teresa Gil, en el Monasterio Sancti Spiritus el Real, de Toro, con cuyo nombre titulábamos el artículo, en el que explicábamos nuestra visita a este monasterio, y cuya fundadora fue precisamente la última mencionada. Pues bien, vamos a volver ahora sobre doña Teresa Gil, pues acaba de publicar la revista El Mirador, que difunde la asociación de jubilados a la que pertenezco, AMSAFA, un estupendo artículo, titulado “Doña Teresa Gil en Valladolid. Un enigma histórico” de nuestro historiador habitual don José de Castro, en su sección “Rincón de la historia”. Artículo que no tiene desperdicio, y del mayor interés para los vallisoletanos. El autor nos advierte que tendrá continuación.

Por él vamos a enterarnos de varias curiosidades, como que en el conocido como edificio de las Aldabas vivió algún tiempo Doña Teresa Gil, y que en su testamento legó a los Caballeros del Temple de Zaratán, “sus casas de Valladolid con su huerta y cava que había comprado a Nuño de Valdenebro”; que en ella nació el que sería rey Enrique IV, hijo de Juan II y hermano de Doña Isabel La Católica, su sucesora en la corona de Castilla, y precisamente en recuerdo de ello D, Enrique IV concede un privilegio “muy grande y muy onrado de que por ninguna causa le fuesen echados huéspedes en ellas y que de todas las personas que se acogiesen a ellas por cualquier causas o delitos, no las pudiesen sacar de ellas ningunas justicias..”· De modo que, “las aldabas” no significaban otra cosa que era casa sujeta al “derecho de asilo”. Es leyenda, por otra parte, que en ellas hubiera estado asentado el tribunal de la Inquisición en ningún momento. En esa casa y unas huertas colindantes de su propiedad, fundó D. Rodrigo Calderón el convento de Porta Coeli (hoy habitado por monjas Dominicas) mandando construir y decorar espléndidamente a su costa la Iglesia que es todavía una muestra del arte decorativo italiano de aquel momento. Allí está, momificado en un arcón el cuerpo de D. Rodrigo Calderón. Y estas mismas casas fueron años más tarde, asiento de la Santa Junta de las Comunidades al ser tomada Tordesillas por las tropas realistas después del desastre de Villalar. Años más tarde se construyeron la iglesia de San Felipe Neri y en el extremo contrario de la    calle, junto a donde debió estar la “Puerta de Teresa Gil” se levantó un convento Premostratense.

(Ajuar funerario de Teresa Gil en el museo del monasterio del Sancti Spiritus de Toro)

“Tratar de profundizar –comienza José de Castro su artículo- en la vida de una persona, que como doña Teresa Gil vivió a caballo entre el siglo XIII y XIV, lleva consigo importantes obstáculos, como la escasez de fuentes originales, o incluso la ausencia total de ellas, perdidas o destruidas por los avatares de la Historia. En ocasiones, estas informaciones son dispersas y difíciles de localizar por la falta de ordenamiento de documentos muy antiguos, mala conservación etc. Los problemas se agravan, si además se trata de un personaje, aunque importante, no de primera línea y con un árbol genealógico a menudo muy complicado de seguir.

Una dificultad añadida para nuestro propósito es encontrar datos de su vida privada (que no suele figurar en los archivos) en los documentos  relacionados con su actividad pública. La documentación encontrada, ya que escasa y dispersa, con frecuencia procede de fuentes muy generales y a menudo no imparciales (crónicas, documentos, informes, testimonios etc.) que pueden servir como aporte de datos complementarios, aunque sean indirectos para conocer al personaje.

En este sentido no podemos olvidar que  muchos de esos documentos corresponden a crónicas de la época de dudosa objetividad, según es fácil entender y han reconocido autores como Sandoval, Florez o Mariana y han corroborado estudios críticos más modernos. Su valor, no obstante, nos ayuda a esclarecer algunos de los numerosos huecos que existen en la biografía de personajes de una época en que la información escrita se iba difundiendo paulatinamente.

Céntrica calle del Valladolid medieval

Han pasado más de seis siglos, al menos que se tiene noticia, desde que la calle de Teresa Gil, de Valladolid, una de las más céntricas de aquella entonces villa medieval y gran ciudad industrial ahora, sin que el nombre ni siquiera el trazado general de esta calle haya variado. Hecho por demás llamativo, ya que lo habitual es que las calles, plazas, lugares públicos, cambien de nombre a tenor de que la historia va siguiendo distintos vericuetos.

 (Calle Teresa Gil)

Muy pocas calles, si es que hay alguna, han conservado su primitivo nombre más de un siglo y más tratándose de un personaje de cierta relevancia histórica. Los vaivenes de la política, pueden transformar para el pueblo, los héroes en villanos, lo que reiteradamente se repite a lo largo de la Historia. Desaparecen y reaparecen monumentos a personajes que llegan a borrarse de la memoria, aunque siempre hay alguna persona que se pregunta ¿quién fue y que hizo en vida para que se le recuerde después de muerto?.

Pues bien, ésta pregunta me la hice yo mismo hace años, como me imagino que se la habrán hecho muchos de ustedes al pasar por la calle a ella dedicada.

¿Quién fue Doña Teresa Gil para que su nombre perdure, inalterable a los siglos, titulando esta calle tantas veces mencionada en la Historia de Castilla? Que la calle era una de las más importantes de Valladolid, lo atestiguan todavía reminiscencias históricas, algunas de tan reciente actualidad, como la conocida por muchos de nosotros como la “Casa de las aldabas”, derribada hace no tantos años, en la que había un precioso patio con pórtico de columnas octogonales de piedra y que en parte se conserva en el Museo de Escultura. Situada en frente del hoy Colegio Mayor “Reyes Católicos” tuvo en un lateral de ese patio una taberna, “La bodeguilla”, que pudo ser visitada por algunos de nosotros en los lejanos tiempos de estudiantes (allá por los años 50 del pasado siglo).

Pues bien, parece que en esas casas vivió algún tiempo Doña Teresa Gil, según se puede deducir de su propio testamento en el que lega a los Caballeros del Temple de Zaratán, “sus casas de Valladolid con su huerta y cava que había comprado a Nuño de Valdenebro”. Aunque sin contraste documental y por las razones que más adelante iremos viendo, su estancia en esas casas debió tener lugar en la última década del siglo XIII. Pero las consecuencias, por razones no bien conocidas, le han dado arraigo de siglos.

En su casa nació el que sería rey Enrique IV

Esa casa, al ser abolida la Orden del Temple (1311), debió pasar a la Corona, quién la donaría o vendería a algún noble o familiar próximo a los gobernantes. Lo cierto y documentado es que a mediados del siglo XV, esa casa era propiedad de D. Diego Sánchez Manuel, contador mayor de D. Enrique III, y en ella nació el que sería rey Enrique IV, hijo de Juan II y hermano, como es bien sabido de Doña Isabel La Católica, su sucesora en la corona de Castilla.

Precisamente por su recuerdo de haber nacido en esa casa, D, Enrique IV concede un privilegio “ muy grande y muy onrado de que por ninguna causa le fuesen echados huéspedes en ellas y que de todas las personas que se acogiesen a ellas por cualquier causas o delitos, no las pudiesen sacar de ellas ningunas justicias..”· De modo que, “las aldabas” no significaban otra cosa que era casa sujeta al “derecho de asilo”. Es leyenda, por otra parte, que en ellas hubiera estado asentado el tribunal de la Inquisición en ningún momento

Estas mismas casas pasaron por distintos propietarios hasta 1605 en que fueron cedidas por Doña Mariana de Paz Cortes (viuda del regidor y depositario general de la ciudad) a D. Rodrigo Calderón, Marques de Siete Iglesias y Conde de la Oliva.. De ella, unos años más tarde (1619) salió prendido D. Rodrigo para ser ejecutado en 1621.

El convento de Porta Coeli

En esa casa y unas huertas colindantes de su propiedad, fundó D. Rodrigo Calderón el convento de Porta Coeli (hoy habitado por monjas Dominicas) mandando construir y decorar espléndidamente a su costa la Iglesia que es todavía una muestra del arte decorativo italiano de aquel momento. Allí está, momificado en un arcón el cuerpo de D. Rodrigo Calderón, a quién, por cierto, el llorado Federico Carrascal dedico una magnifica monografía. Aunque en 1369 se cita como muy conocida la citada calle, de tal modo que en un documento del Archivo de la Catedral, se describen dos tiendas “del Mercado al cantón de la calle de Theresa Gil”, se desconoce cuando se comenzó a llamar así. Desde luego una puerta de la segunda muralla se llamó de Teresa Gil y daba paso hacía el barrio de tahoneros y panaderos.

Así aparece en el plano que publica A. Rucquoi en su libro “Valladolid en la Edad Media. La villa del Esgueva”. Pero además de las mencionadas casas, en esa calle tuvieron residencia las principales familias acaudaladas de aquellos finales del siglo XIII y principios del XIV, Santisteban, D. Pedro de la Cerda y su esposa Doña María del Castillo (de quienes son los escudos que aún hoy se ven en los laterales de un arco gótico frente a la calle Enrique IV).

Existieron otras casas nobiliarias como la de D. Diego de Ribera, caballerizo del Rey Católico en las que “posaron” D. Fernando el Católico y su segunda esposa Doña Germana de Foix en Marzo de 1506. Como curiosidad, estas mismas casas fueron años más tarde, asiento de la Santa Junta de las Comunidades al ser tomada Tordesillas por las tropas realistas después del desastre de Villalar. Años más tarde se construyeron la iglesia de San Felipe Neri y en el extremo contrario de la    calle, junto a donde debió estar la “Puerta de Teresa Gil” se levantó un convento Premostratense, que exclaustrado en 1835 y dedicado a distintas funciones fue derribado durante la dictadura de Primo de Rivera. Es donde se construyó la Escuela Normal que todos hemos conocido.

La calle, como muy a vuela pluma se puede ver, no tiene desperdicio histórico. ¿Pero porque se dedicó a Doña Teresa Gil, aunque viviera en ella varios años, el nombre de la calle, en la que como hemos dicho tenían residencia muchos ricos-hombres y políticos destacados?

(Coro de la iglesia del monasterio de Sancti Spiritus de Toro con los sepulcros de Teresa Gil, en primer plano, y de Beatriz de Portugal, a seguido)

¿Qué méritos había hecho para que “La Villa del Esgueva”, como llama a Valladolid Adeline Rucquoi, le tenga y mantenga tal reconocimiento y homenaje? ¿Y sobre todo, cómo en más de seis siglos que tiene de historia la calle con su nombre, casi nadie ha querido esclarecer quien fue tan Ilustre Dama para merecer tan perpetuo agradecimiento? Seguiremos la trayectoria de la titular de la calle en próximos artículos.”

Ricahembra de Castilla

Por nuestra parte solo añadir, para no perdernos en espera de la continuación de este artículo, que –como ya explicamos en nuestro artículo sobre el convento toresano donde reposan sus restos- Teresa Gil fue una dama portuguesa afincada en el reino de Castilla y León, que ostentó la condición de «ricahembra de Castilla», a pesar de no descender de la primera nobleza española, gracias a los favores del rey Sancho IV, y que  poseía un amplio patrimonio en Castilla, Portugal y Valladolid. En su testamento, otorgado en la ciudad de Valladolid el 16 de septiembre de 1307, Teresa Gil había dispuesto que deseaba fundar un monasterio de la Orden de Predicadores bajo la advocación de San Salvador, aunque pocos años después el monasterio cambió su nombre por el de Sancti Spiritus, pues aparece mencionado con ese nombre en un documento otorgado en Olmedo el 14 de marzo de 1316, durante la minoría de edad de Alfonso XI de Castilla. Alfonso XI, bajo la tutoría de su abuela, la reina María de Molina, otorgó licencia para la fundación del monasterio, y ambos personajes emitieron diversas órdenes a fin de acelerar la construcción del monasterio. El canciller mayor del reino de León colocó la primera piedra del monasterio, en un acto celebrado el 27 de agosto de 1316. A petición de la priora y de las monjas del monasterio, el rey Alfonso XI ordenó cercarlo, mediante documento otorgado el 13 de marzo de 1330. En 1345 ya había finalizado la construcción de la iglesia y el coro del monasterio, pues en dicho año fue trasladado al coro el cadáver de la fundadora, Teresa Gil, que había estado sepultada hasta entonces en la iglesia de Santo Domingo de Zamora. En esos momentos ya estaba construida la iglesia, el coro lateral, el claustro principal y la sala capitular.

 

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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