Por Carlos de Bustamante
(Paisaje con ovejas. Acuarela de Jesús Meneses del Barco.100 x 75. 1972)
Mirad por cuanto, la serie églogas que pensaba breve, aún no finaliza. Me pete explicaros el motivo: con la primera dosis de la vacuna contra “el bicho” puesta, y sin la seguridad aún de contagio, recurro a las churrillas, porque sí y porque tanto Covid, coranavirus o como `demontres´ se llame, ya huele. La curiosidad por Astrazeneca sí o Astrazeneca no; por saber el ritmo ascendente o descendente de contagios y número de fallecidos…, nos impulsa a seguir por los telediarios la evolución de la maldita pandemia. Y como ya huele, insisto, vuelvo a mis églogas con el ánimo sincero de entretener a mis amigos y probables únicos lectores y por qué no, a servidor que las escribe huyendo de la terrible pesadilla.
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El carnero 505, fue campeón en la feria internacional del campo en Madrid. Aparte de varios stands con madres churras selectas, corderas, lechazos etc., había uno, el principal diría yo, en el que se exponían los mejores sementales presentados a concurso. Un jurado de la mayor competencia, valoraba en ellos tanto el fenotipo (estampa con las características de la razachurra) como el genotipo (historial que había de presentar el propietario de la probada eficacia de transmisión de producción láctea y calidad a su descendencia por los genes). Era pues, una loable iniciativa para conocimiento de los propietarios de ganado ovino interesados en mejorar su cabaña. Practicado el “flushing” -técnica alimenticia para provocar el celo- en el hatajo de Eutimio (el tercero de los pastores en la Dehesa), se trataba de `soltar´ a su debido tiempo los carneros que habían de efectuar la `cubrición´ para el posterior parto homogéneo de las churrillas en las fechas programadas.
– ¡Eutimio, prepara en condiciones las teleras pa encerrar a los simentales no nos la preparen cojonuda en tus uvejas si se escapan antes de conantes!, le voceó Marcia, el mayoral, al compañero que tenía al lado.
-A qué ton me tiés que vociar como a un zagal, si llevo ó, quisió los años en el oficio, contestó el veterano pastor `una miaja´ molesto.
-Pos anda agudo Eutimio, que pa mí, el campión está una miaja alborotau con sólo el fato de tus uvejas…, apremió Marcia.
– ¡A ver…!, contestó el pastor cuasi ofendido.
A escape el 505 y varios de los mejores `simentales´ quedaron encerrados en el apartado de teleras que preparó Eutimio adecuadamente.
Con la `sastifación´ del deber cumplido, marchan los tres hatajos en dirección a los pastos, indicados por el mayoral. En el aprisco quedan algunas uvejas enfermas y los carneros simentales con cara de “carneros degollados” – ¡a ver…!- . Con la ración generosa de forraje y pienso (ración extra `pal oficio´, que desempeñarían a su debido tiempo) se acallaron pronto los balidos -berridos- de protesta.
Casi anochecido, regresaron los tres hatajos con una bella sinfonía en el aprisco compuesta por las ovejas paridas y sus lechazos a la espera de la leche gorda y tibia de las madres amorosas. Emparejadas todas (cada oveja con su pareja), Eutimio, revisa las teleras `ande los simentales´ hacen vanos intentos por escapar del encierro. Luego, la noche en calma… o casi…
Potente el 505 y deseoso de libertad, aprovecha la oscuridad y ausencia de pastores para saltar limpiamente las teleras de la `cárcel´.
Lo sucedido, `lo supon´ justo a los cinco meses.
– ¡Marcia, Marcia, ven a escape, `quel´ 505 nos la preparó cojonuda!
Marcia y Perico acudieron muy `agudos´ a la llamada de Eutimio.
Ver para creer. No por amorosa, la estampa dejó de ser sorprendente: ¡cincuenta ovejas (uvejas, con perdón) amamantaban a no menos de setenta lechazos!
Fue el resultado de la escapada nocturna del 505 que burló su encierro saltando portentosamente las teleras. Y lo hizo fascinado su instinto reproductor por numerosas ovejas en celo.
– ¡Pos ó te digo Eutimio, que tuvon que saltar las teleras más diun simental! , exclamó Perico seguro del `equivoco´ de su compañero. Que `nian´ entre dos preparan el disparate de cubrición sigún las paridas, añadió convencido.
– ¡Pos te digo ó, que sigún preparé ó las teleras, no pué haber simental más quel 505 que dé tal blinco!, replicó cuasi ofendido Eutimio. Que tié unos c… el animal que nian el Canastillo (toro semental -simental, perdón- de la vacada).
-Se calmen amigos, terció Marcia el mayoral. ¿Cuántos trillizos hay entre tus uvejas paridas, Eutimio?
-¡Aspératiohombre que te lo digo a escape, contestó el pastor.
-Hasta la presente, seis uvejas con trillizos y cuatro con mielgos, aunque entodavía velay que `para´ alguna más sigún las veo de acuculadas, dio preciso `el parte. ´
Entre solemne y conocedor competente del ganado a su cargo, el mayoral sentenció:
-El 505 es trillizo y tié a mayores una miaja de mancha negra en el culo, que pa mí no la tuvon que ver en el ferial sigún la tié descondida. ¿Tihas fijado, Eutimio, si los lechazos tién esa marca?, añadió `sastifecho´ de sus `conocencias´.
-Como si serían hermanos, contestó `a escape´ el pastor sin necesidad de comprobarlo, `sigún´ conocía a su ganadillo.
-Pos no se diga más, declaró Marcia, mirando de reojo al `simental´ que hizo semejante `fichuría´… El 505, afirmó sonriente, empreñó cincuenta uvejas en una sola noche. ¡Cuál éste, remató contundente, menudos c… tiene! ¡A ver…!, apostilló Eutimio.
Treinta nuevas corderillas engrosarían el rebaño fruto del campeón en una noche de `picos pardos…´ y cuatro o cinco corderos para la venta como futuros sementales; más dos ejemplares de impecable presencia y genealogía, para los menesteres del ganado propio.
Iniciada la parición `antes de conantes´, continuó a buen ritmo convirtiendo el aprisco en una sinfónica de instrumentos destemplados con ronco balido de las madres y de tonos agudos, suplicantes, de los lechazos.