Uno ya se va sintiendo harto

Uno ya se va sintiendo harto

Por Javier Pardo de Santayana

(“La mitad del mundo que fue de España. Una historia verdadera, casi increíble”, de Ramón Tamames)

Por Internet me llega la noticia de la publicación de tres libros que coinciden en reivindicar la verdad sobre la Historia de España, tan importante, gloriosa – y hasta en ocasiones ejemplar – pero tan maltratada por la leyenda negra urdida por nuestros competidores internacionales.

De los autores de estos libros sólo me suena un nombre: el de Tamames, en su día político muy activo  en la transición y que después de abandonar su comunismo de joven inquieto derivó hacia el buen sentido convirtiéndose en un interesante estudioso de la Historia que bien merece ser leído y escuchado.

Así que, esperanzado, intento profundizar en la noticia. Pero nada más empezar veo ya que, en lugar de ponerse de relieve la convergencia de los tres autores en un mismo y loable esfuerzo, lo que se hace es airear las discrepancias con uno de ellos – una entusiasta defensora de la gesta española – hasta el punto do descalificarla y hasta sumirla en el ridículo. Profunda decepción, por tanto, para quien, como un humilde servidor de ustedes, viene expresando ya desde hace tiempo su preocupación por la escasa presencia de la intelectualidad española a la hora de poner las cosas en su sitio no sólo en aquello que concierne al prestigio de muestra patria sino incluso  en nuestro día a día y en lo concerniente a la osadía de unos necios envalentonados por su ascenso a puestos inmerecidos y ostentosos.

Supongo que el mundo angloparlante, empeñado desde hace siglos en una manipulación continua no contrarrestada por nosotros, estará asombrado del escaso aprecio que sentimos por lo nuestro. No importa que abriéramos a la cultura más avanzada un nuevo mundo y hasta demostráramos que era redondo, ni que lo hiciéramos con un enorme sacrificio humano desde criterios religiosos que establecían responsabilidades de orden moral a nuestros gobernantes, si bien nunca lo defendimos con la convicción y la astucia imprescindibles para superar las previsibles críticas. Y lo mismo ocurrió con nuestro idioma, situado hoy con el inglés y el chino en cabeza de las lenguas, y que hoy parecemos despreciar nosotros mismos favoreciendo desde la estulticia la propagación de una lengua innecesaria en nuestros propios lares al calor de los avances tecnológicos, el comercio, y hasta las camisetas serigrafiadas, sin que esto nos llene de vergüenza.

Y, naturalmente, algunos nos estamos preguntando dónde se encuentran nuestras grandes firmas, nuestros pensadores, nuestros sabios, y tanta otra gente activa y consciente, de categoría intelectual: aquélla que hace que funcione nuestra sociedad del siglo XXI; gente sin duda consciente del abandono que se está produciendo a la hora de defender nuestro prestigio, pero que por lo que parece se mantiene al margen de lo que nos está ocurriendo. Pues yo quiero creer que son conscientes de esta situación indeseable y en el fondo sentirán su obligación moral de hacer algo al respecto, por ejemplo, movilizándose y formando equipo, escribiendo y aprovechando su privilegiada situación social para mover espíritus al tiempo que ridiculice la ignorancia de determinaos gobernantes que son una caricatura de sí mismos.

Mas sin embargo, cuando lo normal sería que la inquietud de algunos pioneros indignados activara ya definitivamente la aparición de voces bien documentadas que aprovechando estos indicios de  reacción patriótica se pusieran de acuerdo para producir una oleada de opiniones y manifestaciones bien tramadas que pusiera las cosas en su sitio enarbolando la verdad histórica y denunciando la política de engaños utilizada por nuestros ex competidores – haciéndoles pasar vergüenza – vemos que ocurre todo lo contrario.

A mi me gustaría, por ejemplo, ver a nuestros académicos de la Historia y de la Lengua reuniéndose para desencadenar un esfuerzo bien coordinado y cortar esta ridícula inmersión en una lengua que desconocemos o conocemos muy superficialmente. Y mostrando nuestro hartazgo ante las falsedades publicadas.

Porque uno ya se va sintiendo harto.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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