Por Carlos de Bustamante
(La rendición de Breda, óleo de Diego Velázquez, 1635)
«Es imposible defender una plaza sin bastiones contra un ejército con artillería». (FRANCISCO LAPARELLI), arquitecto militar.
Cuando se apagan los vientos de gloria y solo la brisa canta el heroísmo de una nación, poderosa como jamás hubo otra, Fernando González Laínez nos da una lección magistral de la acción conjunta de las diferentes armas .Y, en cierto modo, también de los Cuerpos y Servicios que, desde entonces, formaron parte de la modernidad, en su época, de los Ejércitos.
Importa resaltar muy mucho cómo el historiador no escatima expresiones técnicas en describir al detalle modos y medios, propios sobre todo del Arma de Artillería.
Fue tal el prestigio adquirido por el `Arma bárbara´, que se restringió la pertenencia a solo los hijos de artilleros o a los procedentes de la aristocracia.
Muy niño el que suscribe y muy mayor mi abuelo -viejo artillero a la antigua usanza- le acompañaba a diario en el paseo limitado a sus menguadas facultades: del caserío, en verano, al `roble del abuelo´.
Sobre el asiento que formaba una de las tres ramas del poderoso (el roble) cayó sentado no sin un deje en la mirada que `hablaba´ de tiempos mejores… Recuperado el resuello, una voz de trueno me espetó: ¡¡ No Carolus, aunque me veas así, atronó pausadamente: ¡¡Yo – he -roto -murallas!!
-Cuándo…? ¿Dónde…?, me acomodé para escuchar sus batallitas. Y me relató una vez más la numantina resistencia en las cubanas playas de san Juan. Yo…, silencio.
¡Aquellos hombres…!!
Como en una película vi pasar por su retina lo que resultaba casi imposible describir con palabras.
¡Aquellos hombres…!!