Cannabis: De la semilla al síndrome de abstinencia

Imagen de Joel Ocampo en Pixabay
Imagen de Joel Ocampo en Pixabay

El cannabis o marihuana es una planta mundialmente conocida. Su historia, no obstante, ha pasado por muchos altibajos. Desde su uso religioso y textil, pasando por su prohibición y legalización hasta la lucha contra su dependencia. Tanto para uso médico, como su cultivo con las razas feminizadas de cannabis, el cannabis siempre da de qué hablar.

Esa planta tan polémica

La historia de la relación entre el cannabis y el ser humano viene de muy lejos. Esta planta tan particular ha servido a lo largo de la historia de distintos modos. En la religión, como catalizador ritual y místico. En la industria, por su fibra textil, empleada tanto en vestimenta como en cuerdas. Y en salud, con registros escritos que datan de hasta el 2.737 a.C. y que hoy día también se complementan desde las ciencias médicas, como planta medicinal.

Su popularidad, sin embargo, se ve especialmente enclaustrada en su uso recreativo, es decir, en sus propiedades psicotrópicas. Pero la mala reputación del cannabis no proviene de dicho factor. Sino de una reyerta entre Estados Unidos y la industria del cáñamo. Lo cual terminó por establecer la asociación del cannabis a la criminalidad en el imaginario de la sociedad. Dado que su precio se encareció y su acceso se redirigió, para evitar sanciones, hacia la clandestinidad del contrabando.

Con el tiempo y gracias al estudio científico, la legalización de la marihuana ha sucedido de forma gradual en distintos países del mundo. Uno de los más recientes es, precisamente, Estados Unidos. Contando con nueve estados norteamericanos subidos al carro de su comercio totalmente legal en 2018. No obstante, cabe tener en cuenta las características de esta planta y sus subgrupos, así como su contenido molecular. Porque no todas sus propiedades, según su especie, tienen el mismo uso y afectan del mismo modo.

Lo complejo es largo: El Tetrahidrocannabinol y el cannabidol

Cuando se trata de plantas aplicadas a la farmacología, hay que tener especial cuidado con su composición molecular. Dado que el consumo más conocido del cannabis se ciñe a lo recreativo, cabe anotar algunos aspectos sobre su estructura interna. En concreto, los dos más conocidos de entre sus 113 cannabinoides: el THC y el CBD.

El Tetrahidrocannabinol (THC) es el principal constituyente psicoactivo del cannabis. En otras palabras, es el componente que produce la sensación de “colocón”. Otros de sus efectos, que varían en grado y presencia en función de su contenido, son la relajación, la alteración de los sentidos, fatiga y apetito. Según los estudios, carece de toxicidad. Y muchos fármacos lo llevan, como el caso del canadiense Sativex. Un aerosol bucal para aliviar el dolor de la esclerosis múltiple.

En cambio, el principio activo Cannabidol (CBD), no es psicoactivo y su aplicación se contempla ampliamente en el ámbito medicinal. Produce un efecto sedativo e inhibe la transmisión nerviosa del dolor. Su uso médico se ha dirigido para aliviar la ansiedad, náuseas y  convulsiones. E incluso para tratar la esquizofrenia y refrenar el crecimiento de células cancerígenas en cáncer de mama. Éste último un hecho descubierto en 2007.

Sativa, Indica y Ruderalis

A grandes rasgos, el cannabis puede agruparse en tres grupos: cannabis sativa, cannabis indica y cannabis ruderalis. Ésta última, de pequeño tamaño y originaria del sur de Siberia y el norte de Kazajistán, posee un considerable alto contenido en CBD. Así como un rápido proceso de autofloración. Lo que acrecienta su interés por parte de los cultivadores de esta planta tanto por motivos medicinales como ornamentales.

Los dos primeros grupos, cannabis sativa e indica, comparten ciertas propiedades, aunque no del mismo modo. Los componentes de la cannabis indica inducen a la sedación y a la relajación muscular. Mientras que la cannabis sativa tiene menor contenido sedante y un componente más eufórico. Lo que indica una mayor presencia de THC.

Legalidad del cultivo doméstico de cannabis

Muchas personas, por motivos de decoración, medicina o recreación, cultivan hoy cannabis en su hogar. Un ejemplo es la venta de semillas feminizadas de esta planta (tan sólo las hembras producen el fruto que contiene el THC, el cogollo). Un mercado que se encuentra en establecimientos físicos, llamados grow shops, y a través de Internet, mediante portales web especializados como JustBob.es. ¿Pero es eso legal?

Como informa JustBob.es, que también cuenta con un detallado blog de información al respecto, sí. Su cultivo es legal. En España, la ilegalización del cannabis sucede cuando el contenido en THC supera el 0.2%. Las semillas no llegan lo más mínimo a dicha cantidad y, por tanto, son completamente legales. Sin embargo, su cultivo puede generar plantas cuya floración sí sobrepase el límite establecido. Y aunque el consumo personal de marihuana está despenalizado en España, no su comercio en sí si éste no se ciñe a la ley.

En los apartados anteriores se ha hablado de los múltiples usos, tipos y aspectos del cannabis, así como de su progresiva legalización y su ley actual. No obstante, un exceso de consumo de cannabis, como cualquier otra sustancia, puede conducir a su tolerancia. Por consiguiente, esto puede inducir al exceso y causar problemas. Y tras dejarlo, puede presentarse un impertinente síndrome de abstinencia. Cuyo tratamiento mental y médico deberá llevarse a cabo con cuidado.

Dejar el cannabis: ¿Qué hacer con el mono?

Son muchos los motivos que pueden llevar a alguien a querer dejar el consumo de cannabis. Evidentemente, y a causa de su principio psicoactivo, esta planta puede perjudicar a quienes padecen una enfermedad mental. Asimismo, la adicción, siempre cerca de cualquier hábito, malo o bueno, puede ser un gran problema.

Sea cual sea la causa, el amigo de la dependencia es la abstinencia. Basta con carecer de algo para desearlo fervientemente.  Y ahí está la ciencia para salvar al ser humano de todos sus vicios. En este caso, y como los parches de nicotina, un medicamento para dejar la marihuana sin síndrome de abstinencia.

La ciencia al servicio de la necesidad

Un grupo de investigadores norteamericanos ha llevado a cabo un estudio sobre el tratamiento del síndrome de abstinencia del cannabis. El mono se manifiesta en trastornos del sueño, pérdida de apetito y peso, ansiedad e irritabilidad. Mediante un experimento que contó con un grupo bajo el tratamiento y otro bajo placebo, su medicamento dio claros resultados. Rebajando el consumo de marihuana del grupo bajo fármaco a 0’4 cigarrillos diarios frente a 1’3 en el grupo placebo.

La función de dicho medicamento, aún experimental, es aumentar la concentración de un neurotransmisor que imita los efectos del cannabis en el cuerpo. Gracias a dicho método, y con los evidentes resultados, tratar el síndrome de abstinencia del cannabis está al alcance de la mano.

Un consumo irresponsable de substancias psicoactivas puede conducir a un trastorno en la conducta.  Como sucede en el caso del cannabis. Remediar este hecho, catalogado en el Tutorial de Diagnóstico de Trastornos Mentales de EEUU, es ya posible. Porque sin un uso responsable, cualquier hábito, medicinal o no, puede convertirse en el principio de una dolencia.

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